Por Jaime Vega Torres / @jaimeclown

Amaneció más temprano el 7 de noviembre. Me levanté, llevé a mi perro Gastón a la terraza y empezó el día. Desayuné con mi mamá viendo La Vuelta. La Vuelta, ahora creo que todos lo saben, es como se le conoce a la competencia profesional de la Unión Ciclística Internacional, UCI, que recorre España. En realidad, ahora en Ecuador sabemos qué son La Vuelta, El Giro y El Tour. ¡El Ecuador ahora es un país de aficionados al ciclismo, caray!

La narración empezó y con eso también la emoción. Largaron todos. Maillots de todos los colores, equipos de abastos, INEOS-Grenadiers, Jumbo-Visma, MovistarTeam, UAE, EF. Richard con sus gregarios y Rogla con los suyos. Seguro los EF o Lotto buscarán hacer fuga desde temprano. Los del pelotón del maillot rojo estarán en el perseguidor. Cuándo será que Carapaz o Roglic atacan…

Maillot, abastos, fuga, gregarios, largar, perseguidor… ahora ya no se pregunta sobre esos términos, ahora todos los conocemos.

Un poco más tarde mis gritos desentonados comenzaron: ¡Dale, Richard, dale a Rueda de Rogla, dale!  Estos de Movistar otra vez quieren romper la etapa. Mi mamá me veía raro, no entendía, sabía que ya había desayunado, así que de hambre no eran. Luego también empezaron los gritos desentonados en el chat de Whatsapp de primos: Dale Richaaard. Dónde estáaaa, no le veooo. Llueve y hace frío como en el Carchi, si aparece una chuquiragua, Carapaz ataca. Los Movistar y Jumbo quieren romper la etapa, Richard tiene que remontar a la mala y soloooo. Así se grita en el Whatsapp, pues, escribiendo varias veces las vocales. Así nos emocionamos en casa y en el chat por nuestro Richard Carapaz. Así se emocionó Ecuador.

Y es que ese ha sido también el gran aporte de la ‘Locomotora del Carchi’ -mote tan atinado que le puso Mario Daniel Sábato, el argentino comentarista y narrador de ciclismo a quien ahora queremos como si fuera uno de los nuestros-, que regresemos a ver, que nos enteremos, que conozcamos el argot, los términos, las reglas, los actores del ciclismo, que entendamos que hay otros mundos deportivos más allá del fútbol.

Corazón de páramo
Richard Carapaz festejó junto a cientos de compatriotas suyos en las calles de Madrid el domingo 8, luego de ganar el subcampeonato de la Vuelta a España. Foto: www.ineosgrenadiers.com

La etapa seguía y no era una etapa cualquiera: se definía si un esloveno o un ecuatoriano ganaban La Vuelta, una de las tres más grandes competencias del ciclismo profesional mundial.

La emoción ahí, sentada entre mi mamá y yo, tomándose un poco de café bien cargado, porque Roglic avanzaba con sus gregarios mientras Richard se había quedado solo. Me enojé, nos enojamos todos con INEOS, porque no le dieron la talla a Carapaz, lo dejaron toda la competencia luchar solo, decíamos. Ese enojo que te sale cuando tienes algo tan grande por ganar pero sientes que tu equipo no te está aportando lo suficiente. El ciclismo es un deporte de equipo y se debe pedalear con estrategia para cumplir objetivos. Eso también nos enseñó Richard, y así nos unió a todos, siendo el equipo moral que él necesitaba.

Finalmente, cuando faltaban 3 kilómetros, nuestra locomotora encendió los calderos, empezó a meterle con todo al ataque. Roglic estaba cansado, se le notaba en los gestos, pero tenía a sus gregarios junto a él. Richard, íngrimo. Pero se fue, atacó, quemó con su fuerza, con ese ángel que tiene, a todos los de Jumbo-Visma que uno a uno se fueron quedando sin alcanzar su ritmo. Otra vez los gritos salieron de las casas y de los chats. Esta vez se unió mi mamá, y vaya que esa mujer sabe gritar: ¡Dale mijo, dale papito, dale! En el chat de los primos también. En el Twitter, lo mismo. En el Facebook, lo mismo. En el Ecuador y en el mundo, lo mismo. En todo lado gritamos por ese gigante que ese rato era más nuestro que nunca.

Richard descontó 25 segundos, no le alcanzó para ser el ganador de la edición 2020 de La Vuelta. En realidad, si se contará el tiempo real, él fue el mejor, pero en ciclismo hay, por reglamento, bonificaciones de tiempo por ganar etapas, sprints y puertos, en eso la ventaja la tuvo Primoz Roglic. Así es como es y el esloveno es también un monstruo del deporte.

Por otro lado, parte de los gritos destemplados fueron de iras, enojo con INEOS, que en gran parte de la competencia no pudo seguir el ritmo de Richard. Enojo con Movistar Team que apoyó al esloveno cuando estaba ya sin fuerzas. Pero es aquí donde aparece la otra gran lección de este gran deportista: nunca, ni una sola vez se le oyó decir nada que no fuera positivo para su equipo, nunca usó ni un solo adjetivo para su exequipo, a pesar de haber hecho lo que hizo al final. Siempre con la sonrisa en su rostro, con la confianza en su preparación y capacidad para conseguir el objetivo. Jamás dejó que la soledad en la que le dejó su equipo en muchos tramos lo definiera.

Este ‘mijín’ del Carchi es un grande, no solo por su capacidad y aptitud de deportista. Lo es por el espíritu y el ángel que tiene. Gracias a esto se ha ganado su puesto en la élite mundial de un deporte que tiene presupuestos millonarios. Solo INEOS manejó 46 millones de dólares en el 2020, por ejemplo. Richard nos ha puesto en el mapa de una disciplina que en el mundo, principalmente en Europa, tiene una cantidad de aficionados y seguidores comparable con el mismo fútbol.

“Lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”. Así veía su deporte favorito el gran Albert Camus. Lo cito ahora porque bien lo podemos asociar con lo que nos enseña Richard Carapaz. En estos tiempos en los que encontramos referentes tan pobres, tan desechables, el tren que voló en el Tour y ahora en La Vuelta, el humilde titán que hace un año ganó El Giro, nos deja mil lecciones sobre el tesón, la determinación, la camaradería y la lealtad. Este hombre corazón de páramo nos sacó mil sonrisas, lágrimas, desayunos con gritos destemplados, chats emocionados. Y es que los valores que el deporte lleva consigo tienen un gran impacto en el día a día y en la vida de la gente. En nuestras vidas.

Gracias, Richard, por todas las emociones que nos has entregado. Y nosotros, aprendamos más de él.