Por Damián De la Torre Ayora / @damiandelator

Sin las palabras, este mundo solo sería rumores. Y no puedo imaginar qué sería del mundo sin dibujos. Pienso en aquel arte rupestre, aquellos infantiles trazos que son las primeras meditaciones de la humanidad. Si lo miramos fríamente, la historia le debe a la escritura, pero la humanidad se lo debe todo al dibujo, al arte.

Por esto, la caricatura desempeña un papel crucial en el mundo al trascender las barreras lingüísticas y transmitir ideas y emociones. Lo ha hecho a lo largo de la historia, lo hace ahora. Desde el humor, las caricaturas han sido una fuente constante de reflexión.

'Cómic-19'
Una foto de cuando celebraban sus primeros 10 años de existencia.

Además, en tiempos de crisis, como la pandemia de la Covid-19, las caricaturas ofrecieron un alivio y una voz crítica, como se ve en la antología ‘Cómic-19’, propuesta por Caricato, demostrando su valor terapéutico y su capacidad para señalar las situaciones con ingenio. Y es que las caricaturas son un reflejo de la vida y enseñan que existe libertad de reírnos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.

Recuerdo cómo cada sábado esperaba con ansias la revista La Pandilla para saborear entre risas las lasañas que no podía comer gracias a Garfield, y disfrutar de la imaginación de Calvin y el sarcasmo de su tigre inanimado Hobbes. Recuerdo ir a la página de ocio de los diarios para pensar desde los ojos de una niña como Mafalda y la desolación existencial de Charlie Brown y el silencio alegre de Snoopy. Recuerdo que en la revista La Familia, cada domingo, gozaba con la contraportada gracias al humor de Quino, antes de que sea relevado por los augurios de Walter Mercado para darnos mucho, mucho amor (mentiría si digo que no disfrutaba, y disfruto, de las profecías trazadas en esos dibujos, llamadas constelaciones).

En estos momentos, también, recuerdo cuando entré a la Facso, de la ‘PUCE’, la Poderosa Universidad Central del Ecuador, y me detuve en la cartelera principal. Me eran ajenos los nombres de Carlo, NOF y Niko, pero sus caricaturas me fueron cercanas desde el inicio. Entendía que los dibujos son una especie de ángeles de la guarda que no te desamparan ni de noche de día…

Ahora que lo pienso, nosotros no tenemos alas como las aves o los ángeles, pero podemos elevarnos gracias a una sonrisa, mucho más cuando alguien te la dibuja.

El punto es que el punto es infinito. Y desde un punto manchando la solemnidad del blanco, los Caricato han sabido extender todo tipo de líneas hasta rayar las cosas que suceden durante más de una década.

'Cómic-19'

Durante este tiempo, se soportó a la pandemia de la Covid-19 y eso es lo que queda plasmado magistralmente en la ‘Cómic-19’, una antología apocalíptica desde el humor de Carlos NOF Armijos, Carlo Celi y Niko Nicolalde, que se hizo merecedora del Premio Francisco Martínez 2022 y ha sido publicada por la Casa de la Cultura Ecuatoriana (2023).

De esta manera, los tres caricaturistas han plasmado a un país tan soberbio como el nuestro, lleno de hazañas que nunca se lograron, monumentos inmerecidos, valores que nadie practica, es decir, este mundo donde alguna vez todos somos engañados. Y ahí es donde aparece la virtud de la caricatura: éstas pueden exagerar, pero no inventan, no mienten.

De hecho, este libro, que arranca risas, es la bitácora del dolor alivianado por el humor, por el vacunar con alegría aquellos momentos donde nuestra sonrisa se borraba con una mascarilla. Un antídoto del reír, que era uno de los pocos paliativos del encierro. Un instante donde se ratifica que una caricatura puede ser la conciencia crítica de una sociedad enaltecida por la más alta suciedad.

Pienso en la labor de estas caricaturas donde aparecen personajes como Trump y Xi Jinping jugando pimpón con el mundo, o Cynthia Viteri lavándose las manos, en todo sentido, con tal de no hacerse cargo de la salubridad en crisis; pero, también, están las viñetas donde hay políticos que no tienen rasgos, y aún sin rostro no están ausentes debido a los hechos que marcaron su accionar y que los Caricato exponen con mordacidad.

Y, si bien hay un humor mordaz en cada trazo, lo que realmente importa de este libro es que se trata de un canto a la vida, una carcajada frente al llanto. Consiste, insisto, en el testimonio de que la vida es como una caricatura. Que nosotros tenemos la posibilidad de exagerar o distorsionar nuestros rasgos, hacer más grande nuestra nariz si mentimos, o reducirla para no meternos donde no nos llaman. Se trata de que podemos dibujar la vida achicándola o ampliándola en facciones y ficciones, sin que esto implique irrumpir en el mayor de los sacrificios: la siempre difícil misión de decir la verdad.

'Cómic-19'
Los Caricato junto a su libro premiado por la CCE.

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