Por Ángela Lascano D. / @AngelaILD

Equis
Estefanía Arregui, cofundadora y codirectora del festival de cine feminista Equis.

“Sabemos que no vamos a ser nosotras las que salvemos el mundo, pero estamos convencidas de que el festival es parte de un movimiento social y político más grande, y que de esta forma estamos contribuyendo a que temas tabú, como el trabajo sexual, el aborto, las mujeres migrantes, la maternidad, se vuelvan parte de una conversación normal”.

Estas son las palabras de Estefanía Arregui, quien junto a Virginia Sotomayor, es fundadora y directora de Equis, primer festival de cine feminista del Ecuador. Equis hace alusión al uso de la letra X en el lenguaje inclusivo, para no definir el género de manera expresa. Las directoras aseguran que el cine feminista no se dirige sólo a las mujeres o a las feministas, sino a todas las personas que quieran conocer otras realidades, y cuestionarse sobre las estructuras que oprimen esas vidas.

El festival Equis nació en 2019 y, desde entonces, ha proyectado 130 películas. Este año, del 7 al 19 de noviembre, se proyectarán 34 filmes, tanto en modalidad presencial, en Quito, Cuenca y en 13 sedes satélite ubicadas en 12 ciudades del país, así como de manera virtual, a través de su página web.

La quinta edición contará también con cinco cine-foros, con temas como trabajo sexual y racismo, cambio climático, chicas en la ciencia y la tecnología, información falsa de los grupos antiderechos, y migración. 

Estefanía está convencida de que el cine tiene la capacidad para transformar realidades. Con una amplia selección de películas, el Festival Equis defiende que el cuestionamiento a través del arte, es necesario y urgente.

¿Cómo surgió la idea de organizar un festival de cine feminista en Ecuador?

Virgina Sotomayor y yo, las dos directoras del festival, somos feministas. Ambas ya teníamos experiencia organizando festivales de cine y sabemos del poder que tienen el cine y los festivales para generar empatía, transformar mentalidades y mostrar distintas realidades. Nos dimos cuenta de que no existía un festival de cine feminista en Ecuador y decidimos crear el primero como nuestro aporte a este movimiento tan necesario.

¿Qué diferenciará esta quinta edición de las ediciones anteriores?

Todas las ediciones se diferencian porque las películas siempre son diferentes. Siempre estamos trayendo contenidos distintos y tenemos mucho cuidado en tener una programación muy contemporánea: nuestras películas no tienen más de dos años de ‘vejez’. 

Pero, además, este año estamos organizando una retrospectiva de cine feminista latinoamericano de los noventa. Vamos a tener esa función en la Cinemateca, donde hablaremos sobre estas mujeres increíbles que nos antecedieron, que hacían cine en Ecuador, en Colombia y México, y a las cuales no se las reconocía como cineastas; ni ellas mismas se reconocían como cineastas feministas. 

Asímismo, por primera vez, tendremos el Laboratorio de Desarrollo de Cine Feminista, en donde tres expertas, dos de Francia y una de Colombia, vendrán a asesorar seis proyectos que están en etapa de desarrollo, con un enfoque feminista, sostenible y de respeto hacia las comunidades. Y dentro de este laboratorio, tendremos una clase magistral denominada Toda lucha merece una película, a cargo de Débora Da Silva, que es una de las productoras de impacto más importantes de Francia. De Europa, diría yo. Y esta es una charla abierta al público, el 18 de noviembre, a las 11:00, en la Alianza Francesa. 

¿Puedes contarnos sobre algunas de las películas más importantes que se mostrarán en el festival este año?

Claro. Todas las películas son importantes. Pero sí te puedo hablar de algunas joyitas para mí.  En general, yo destaco mucho los cortometrajes ecuatorianos. A mí me llena de orgullo ver que cada vez recibimos más cortos con enfoque de género y con enfoque feminista por parte de cineastas del Ecuador, y muchas de ellas estudiantes. Yo les recomendaría los cortos ecuatorianos y, además, este año vamos a estrenar Ave, el último cortometraje de Ana Cristina Barragán, una directora de cine ecuatoriana bastante establecida. 

Aparte, esta edición del festival se clausura con El Eco, de Tatiana Huezo, que es una directora de cine salvadoreña residente en México impresionante, con una trayectoria muy admirable, y nosotras tenemos la suerte y el privilegio de cerrar con su última película que, además, ganó el Festival de Berlín este año. 

Otra película destacada puede ser Power Ally, una ficción [de Lillah Halla] que habla sobre aborto, sobre el derecho a decidir y sobre las clínicas falsas de aborto. Asimismo, esta función estará seguida sobre un foro sobre aborto y los grupos antidrechos.

También vamos a tener una película muy interesante que se llama Stuntwomen [de Elena Avdija], un filme de Suiza que habla sobre las mujeres que son dobles de acción en las películas. Es interesante la perspectiva de género porque estas mujeres, que soñaban con ser dobles de acción para tener personajes épicos de guerras y de explosiones, en su mayoría tienen que interpretar a mujeres que son víctimas de violencia. Es muy curioso ver cómo el cine mira a la mujer siempre como una víctima de violencia y cómo el mayor trabajo de estas actrices como dobles de acción es actuar como mujeres golpeadas.

Podría hablar de muchas películas más. La verdad es que me encanta la programación que tenemos para este año. 

Equis

Este es el segundo año en que se incluyen las sedes satélite en el festival. ¿Cuál es la importancia de estas sedes dentro del objetivo del evento?

Las sedes satélite son una iniciativa hermosa que responde a la energía y visión feminista del festival. Empezó el año pasado, cuando al festival se nos acercaron centros culturales y cineclubes ubicados en todo el país y nos solicitaban la programación para proyectar nuestras películas en sus sedes. En respuesta, decidimos organizarlo de tal forma que sean parte del festival y lanzamos una convocatoria nacional el año pasado para que centros culturales, cineclubes y casas de acogida se inscribieran como sedes satélite. La respuesta fue abrumadora, y este año decidimos repetir la iniciativa.

Esta edición, son 13 sedes ubicadas en 12 ciudades distintas del país. Esto ha permitido que nuestra programación llegue a más lugares en Ecuador a los que, de otra manera, no podríamos haber llegado. Esta iniciativa nace con la idea de unir fuerzas para que el impacto de nuestras películas y el mensaje del festival lleguen a la mayor cantidad posible de personas.

Esta iniciativa es especialmente valiosa porque, además, cada sede satélite tiene autonomía para gestionar sus propias funciones. Tienen total libertad para decidir qué películas proyectar, en qué horarios, en qué fechas y para qué tipo de público. También tienen la discreción de determinar si desean cobrar por las funciones. Nosotras no intervenimos en su toma de decisiones, porque ellas conocen mejor su espacio y su audiencia local.

¿Puedes comentarnos acerca de los foros que acompañarán a las proyecciones y por qué es importante generar un espacio de debate?

El festival Equis es un festival de cine y de derechos humanos, lo que le hace bastante particular. Para nosotras, las películas son la excusa perfecta para hablar de temas sociales, de derechos humanos, feministas, de temas políticos. En sí, nuestro objetivo no es solamente quedarnos en la película como una obra de arte, sino como una obra social, una obra política. Por lo tanto, lo que hacemos en la mayoría de nuestras funciones es organizar cine-foros que permiten aterrizar lo que se vio en la película a la realidad ecuatoriana. 

Nuestros cine-foros, además, siempre son alimentados por organizaciones y colectivos feministas que trabajan en el Ecuador.  

¿Cómo ha sido la respuesta del público ecuatoriano a lo largo de las ediciones anteriores?

La respuesta del público es bellísima. Para nosotras, la primera edición fue increíblemente conmovedora porque, si bien sabíamos que lo que hacíamos tenía un poder, no dimensionábamos cuánto poder era hasta que ya se hizo la primera edición del festival. La gente salía de las salas llorando o se nos acercaban a contar sobre una experiencia personal, o nos decían: ‘quisiera que mi mamá vea esta película’ o ‘quisiera que mis hijas la vean’. Ese fue el primer contacto del festival con el público y todos los años nos pasa eso. 

Además, en los cine-foros, por ejemplo, la gente hace un sinnúmero de preguntas. Y hay también varias personas que tal vez no se atreven a definirse como feministas, pero que están de acuerdo con lo que propone la película o lo que se dice en los foros. Y también hay personas que tienen dudas sobre qué exactamente está queriendo el feminismo y estos espacios son los escenarios perfectos para dialogar. 

Y ese es el objetivo. El festival busca conversar, generar un diálogo. No busca imponer ideas, sino aprender a entendernos desde la empatía. 

Precisamente, como ha sido enriquecedor ver la acogida que tiene el festival en su público, hemos tratado de diversificarnos en audiencia. Por eso en esta edición, si bien estamos en la Cinemateca, como siempre, nos hemos ido un poquito más lejos. De esta forma, estamos en Casa Somos Roldós, en el norte [de Quito], en Yaku Museo del Agua, que tiene un público bastante distinto, y en Cumandá, en el centro sur de la ciudad. 

Equis
Fotograma del filme Ave, de Ana Cristina Barragán, que es parte de la cartelera del festival Equis.

¿Qué mitos se construye alrededor del concepto de cine feminista? ¿O cómo crees que se concibe erróneamente esta categoría?

Lo primero que creen es que es cine hecho por mujeres y no, no necesariamente. Hay mujeres que hacen cine machista, así como hay hombres que hacen cine feminista. No depende tanto del género o de la persona, sino más de los mensajes que envía y promueve la película. Por lo general programamos películas hechas por mujeres, pero es porque las mujeres son las que más cine feminista hacen. Pero también hemos programado películas feministas hechas por hombres. Y también hemos visto películas muy machistas hechas por mujeres: lo uno no quita lo otro.

Asimismo, a veces creen que el festival es solo para mujeres, que el público sólo puede ser femenino. Pero no es así. Nosotras queremos que el festival llegue a la mayor cantidad de gente posible y, sobre todo, no queremos hablar entre convencidas: nuestro festival no es sólo para feministas, queremos llegar a un público mayor.

¿Cómo te imaginas el impacto a largo plazo del festival en la cultura cinematográfica y feminista en el país?

Una de nuestras principales misiones es que se haga más cine feminista en el Ecuador. Por lo tanto, siempre el festival, aparte de mostrar películas, ofrece actividades académicas, actividades paralelas que están vinculadas a promover la producción de cine feminista en el país.  Por eso este año creamos el Laboratorio de Desarrollo de cine feminista y el año pasado, nos enfocamos en la creación de cortometrajes de stop-motion con enfoque de género. Lo que deseamos es que cada vez se haga más cine con perspectiva de género, donde también se considere la relevancia de la sostenibilidad y el respeto a las comunidades retratadas. Ese es uno de los impactos que quisiéramos tener a largo plazo.

Y por otro lado, sabemos que no depende de nosotras y sabemos que no vamos a ser nosotras las que salvemos el mundo, pero estamos convencidas de que el festival es parte de un movimiento social y político más grande, y que de esta forma estamos contribuyendo a que temas tabú, como lo es el trabajo sexual, el aborto, las mujeres migrantes, la maternidad, sean temas que se vuelvan parte de una conversación normal. Es decir, poner dentro de la cultura general, del vox populi a estos temas que, si no es a través de la academia, no se hablan. Nosotras queremos que esto sea parte de la cultura popular; que, por ejemplo, hablemos de aborto sin tener miedo de hablar de aborto.


  • ¿Dónde puedo ir a ver el festival? La quinta edición Equis se inicia en Quito el martes 7 de noviembre, con una función al aire libre en el Parque Urbano Cumandá, a las 19h00. El festival arranca con la proyección de Daisy, la historia de migración de la familia de la protagonista. La entrada es gratuita. Al finalizar la proyección, se realizará un conversatorio con la directora de la película.
  • En la Cinemateca de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, sede oficial del festival, se ofrecerá dos funciones diarias desde el 8 de noviembre. Las entradas individuales se podrán adquirir únicamente el día de la función y tendrán un valor de 5 dólares para General y 2,50 dólares para personas con discapacidad y de la tercera edad. No obstante, también es posible adquirir el Pase Equis que, por un costo de 20 dólares, permitirá el acceso a todas las funciones programadas en la Cinemateca.
  • Sedes como el Parque Urbano Cumandá, Casa Somos Roldós y Yaku Parque Museo del Agua, en Quito, tendrán funciones específicas y contarán con acceso libre. En Cuenca, se ofrecerá cuatro funciones de acceso libre, en el Auditorio de la Alianza Francesa de Cuenca y Antigua Escuela Central. Toda la programación se encuentra disponible en la página web. 

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