Por Sol Freire Figueroa / @SolFreireF

Nueva York-EEUU

Nueva York se preparó para estas elecciones como si la ciudad estuviera en guerra. Las famosas tiendas de la quinta avenida, cerca a la torre de Trump, dejaron su lujo a un lado para cubrirse de planchas de madera y clavos. Basándose en lo que pasó durante las protestas antirracistas del verano, sus propietarios y dependientes no escatimaron esfuerzos para evitar que fueran destruidas en posibles disturbios post electorales. Siendo Nueva York una de las ciudades más progresistas de los Estados Unidos, todos esperamos lo mejor, pero nos preparamos para lo peor.

Llegué hace cuatro años a Nueva York. Tengo grabado el día en que ganó Donald Trump. La ciudad estaba muerta y todos con quienes compartí el tren ese día miraban al piso. Una ciudad caracterizada por su ruido estaba callada. Siendo apenas mi segundo día de trabajo en una organización social, en la oficina no hicimos más que llorar y dejar salir toda la ira y la frustración. La tristeza era profunda y colectiva. Se aproximaban años difíciles e inciertos, especialmente para millones de migrantes, y nadie sabía muy bien cómo iba a enfrentarlos.

Durante estos años la ciudad se levantó. Comunidades blancas, negras, latinas, judías, asiáticas y otras más, se unieron para luchar en contra de la ola antiinmigrante y racista que vino con el gobierno de Trump. Mientras muchos decidieron esconderse por miedo a las redadas de deportación, especialmente en zonas como el barrio de Jackson Heights, en Queens, el condado mas diverso del mundo, otros se volcaron a la calle. La torre de Trump ubicada en Manhattan, se convirtió en el punto central de las protestas, y el Bronx eligió a Alexandria Ocasio Cortez, la congresista demócrata mas vanguardista dentro del partido.

Esto fue Nueva York durante los años Trump: una ciudad en constante estado de organización gracias al trabajo de movimientos sociales y coaliciones a favor de los derechos humanos.

El sábado 7 de noviembre, la noticia llegó como un alivio inmenso cuando al fin, cuatro días después de las elecciones, declararon oficialmente a Joe Biden como el presidente electo de Estados Unidos. Desde mi ventana, en un barrio con población mayoritariamente afrocaribeña, en Brooklyn, logré escuchar a mis vecinos gritar de alegría. El hombre que mientras fue presidente amenazó constantemente con mensajes misóginos, racistas y políticas antiinmigrante, finalmente perdió.

La gente salió a las calles a festejar, simplemente porque es una alegría que no se puede contener dentro de un pequeño departamento neoyorquino. “Es mi cumpleaños y además ganó Biden. ¡Este es el mejor regalo!”, dijo un vecino, bailando solo en la puerta de un edificio con una cerveza en mano.

En la plaza de Grand Army, la celebración estuvo alimentada por una banda callejera de vientos y tambores. Foto: Marcos Echeverría Ortiz (IG.: @marquee_o).

Después de la crisis del Covid-19, Nueva York desarrolló resiliencia y logró convertirse en uno de los lugares más seguros durante la pandemia. La curva de contagios bajó y a pesar de las manifestaciones del verano, Nueva York continúa siendo uno de las ciudades con menos casos en el país. Por esto no fue sorpresa encontrar a miles de personas celebrando en el parque más grande de Brooklyn, el Prospect Park.

El parque estaba inundado de personas bailando, saltando y gritando. Durante el verano, este espacio fue el lugar de escape de la pandemia para los habitantes del área. Aquí se celebraron bodas, fiestas de quince y cumpleaños cada fin de semana. Mientras unos se tomaban el carril de bicicletas para dar vueltas incesantes, otros encontraban un pedazo de pasto verde que representaba un poco de paz en medio del caos. Después de meses de celebrar en Prospect Park, no fue coincidencia que los habitantes de Brooklyn se volcaran a él.

Pero esto no se podía comparar con el verano. Nunca el parque estuvo tan lleno. Miles de personas se tomaron este espacio para sentarse con sus familias, encontrarse con amigos o bailar con extraños. En el centro, varias personas saltaban con los brazos arriba al son de una tonada que salía por un parlante. Muchos eran jóvenes en sus treintas, bailando hits pop que estuvieron de moda hace 10 años. El salto era colectivo, a un costado bailaba una niña con su mamá quien la abrazaba fuertemente. Cada cinco minutos el parque explotaba en una ola de euforia sonora. De pronto, el grupo explotó con el grito de “Black Lives Matter!”, y el baile continuó al celebrar la victoria de un presidente que no está en contra de la comunidad negra ni latina.

Como un río, esta masa de gente avanzaba a la plaza de Grand Army, cerca del parque y lugar de encuentro y salida para todas las protestas durante el verano. Una banda de tambores y tubas tocaba música sin parar, entre cientos de personas que bailaban. La policía había cerrado las calles y daban paso a cientos de personas que llegaban con letreros hechos a mano, camisetas del nuevo presidente y banderas LGBTIQ, o de Estados Unidos.

En medio del bullicio estaba Bill de Blasio, el alcalde de Nueva York, quien respondía a preguntas de algunos periodistas. Al mismo tiempo, diferentes mujeres al costado lo enfrentaban con preguntas en forma de gritos. “¿Cuándo vas a darle más dinero a nuestras escuelas y menos fondos a los policías?” “¡Necesitamos vivienda accesible! Nadie se detuvo a tomarse una foto con De Blasio ni le llamaron “señor alcalde.” Los gritos de reclamo fueron constantes porque De Blasio apoyó a la policía durante las protestas de Black Lives Matter, incluso cuando hubo evidencia de violencia policial en contra de movimientos pacíficos.

La gran alegría de hoy es temporal. Esta victoria no se podía haber dado sin la fuerza de las organizaciones sociales y su capacidad de movilizar a votantes en sus comunidades. A pesar de la victoria de Biden, esta ansiada libertad en un período post Trump dependerá de la lucha continua de los movimientos sociales y de sus comunidades. Joe Biden está lejos de ser el presidente perfecto, pero por lo menos no es Trump.

Luego del triunfo de Joe Biden, cientos de miles de personas se volcaron a festejar en espacios públicos alrededor de Nueva York. En Prospect Park, Brooklyn, este es el ambiente que Sol Freire registró.

Sol Freire Figueroa (Quito, 1990) es una periodista que trabaja en movimientos sociales y derechos humanos en la ciudad de Nueva York. Ha trabajado en campañas para cambiar las políticas de vivienda accesible, políticas de cambio climático y derechos de trabajadores en el estado de NY. Colaboró con la campaña de Cynthia Nixon en su candidatura para gobernadora del Estado de NY. Actualmente es estratega digital de United for Respect, organización que lucha para mejorar las condiciones de los trabajadores de Amazon y Walmart a nivel nacional.