Por Jefferson Díaz / @Jefferson_Diaz

Existe un dicho dentro del periodismo: “Cuando tu mamá te diga que te ama, confírmalo con varias fuentes”. El mensaje de esa oración es claro: no informes sobre algún hecho antes de confirmar su veracidad. Cualquier persona que comunica -y en especial los periodistas- deben tener el contexto y contraste necesarios para difundir cualquier información.

Pero ese dicho, tal parece, está en desuso. Por no decir que la memoria colectiva lo olvidó. La mayoría de veces que leemos o escuchamos sobre temas relacionados, por ejemplo, con migración, no hay una confirmación responsable de los hechos. Y solo se titula e informa con el fin de generar muchas visitas en las páginas web y redes sociales de personas particulares, organizaciones civiles y medios de comunicación.

Presidentes, gobernadores, prefectos, alcaldes, asambleístas y voceros oficiales del organigrama gubernamental de Ecuador tampoco escapan a la falta de responsabilidad a la hora de informar sobre migración.

Durante las protestas de octubre de 2019, la exministra de Gobierno, María Paula Romo, con mucha vehemencia, informó en su cuenta de Twitter que se detuvo a un grupo de extranjeros -en su mayoría venezolanos- que venían al país «para desestabilizar». Sin un mínimo esfuerzo para medir sus palabras, agregó más zozobra a un ambiente caldeado e identificó a un chivo expiatorio a quien culpar de todos los males que aquejan a los ecuatorianos.

Se demostró -en los debidos organismos legales- que estos supuestos agentes desestabilizadores solo eran conductores de Uber. La exministra no confirmó con otras fuentes, no buscó contraste y tampoco contexto.

Por redes sociales se ha difundido desde 2018 que a los migrantes y refugiados venezolanos en Ecuador desde el gobierno central se les pagan bonos (en efectivo) para mantenerse en el país. Tanto el gobierno como organizaciones internacionales han desmentido esto. Tan falso es, que durante la pandemia la mayoría de los migrantes que viven en el país (no solo los venezolanos) quedaron fuera de las ayudas que ofreció el gobierno.

Otro ejemplo ocurrió hace pocos días: la desaparición de las hermanas Sara y Sofía Oviedo.

Sara y Sofía fueron a una tienda en el barrio donde viven, al norte de Quito, y desde entonces las perdieron de vista. Sus padres emitieron una alerta que fue recibida por las autoridades y comenzó la búsqueda. Aparecieron en Perú, cinco días después, sanas y salvas. Eso es lo importante: aparecieron vivas y sin daños físicos.

Pero lo que debemos ver es el tratamiento comunicacional que se le dio al caso: por redes sociales salieron voceros que se colocaron la etiqueta de informantes y organizaron entrevistas para, supuestamente, velar por el bienestar de las niñas y develar la trama de la desaparición. También salieron periodistas e influencers a dar datos y supuestas pistas que las autoridades no habían confirmado.

Las primeras horas después de la desaparición de una persona son las más importantes. Es en esa línea de tiempo cuando las autoridades tratan de trazar una ruta de la investigación. Una ruta que no debe ser entorpecida por los rumores que los mercaderes de la miseria quieren posicionar. Sí, mercaderes de la miseria. Que se alimentan de estos casos para aumentar sus seguidores en redes sociales.

Sara y Sofía están bien. Existen muchas interrogantes sobre su caso. Interrogantes que no deberían ser dejadas de lado por las autoridades.

Y a raíz de la cobertura mediática que se dio, hay que hacer control de daños: muchos preguntaron con exceso de malicia por qué no se le da la misma celeridad a la desaparición de otras personas. Se señaló al gentilicio de las muchachas como la única razón para encontrarlas. Comentarios desafortunados, llenos de xenofobia, dieron paso a más desinformación sobre la migración.

Además del dicho que mencioné al inicio, deberíamos recordar una frase de Jorge Luis Borges: “No hables a menos que puedas mejorar el silencio”. Un silencio activo, en el que antes de informar y afirmar, nos dediquemos a dar contexto, contraste, y a comprobar cada una de nuestras palabras.


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Jefferson Díaz es periodista venezolano-ecuatoriano radicado en Quito. Trabajó para el diario Últimas Noticias y para los medios digitales VivoPlay.net y elestimulo.com, en Venezuela; y para los diarios La Hora y El Comercio, en Ecuador. 

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