Por Pedro Donoso / @pedrodonoso80

En el Ecuador electoral, cada voto que los candidatos consiguen puede convertirse en un punto menos de capacidad de gobernanza, pues, alejados de sus planes de gobierno originales, lanzan ofrecimientos poco viables y altamente peligrosos, que alimentan al mayor enemigo de los políticos: la expectativa ciudadana.

El candidato por la alianza CREO-PSC, Guillermo Lasso, ha ofrecido inmunizar contra el Covid-19 a 9 millones de personas en 100 días. ¿Podrá hacerlo cuando el proceso de producción de las vacunas no está bajo su control, sino que depende de factores exógenos?. Asimismo, Andrés Arauz, identificado con el correísmo y representante de la alianza UNES, ha prometido entregar 1 000 dólares a 1 millón de familias en la primera semana de Gobierno. ¿Es viable su oferta, considerando que el déficit en el presupuesto general del Estado para este año podría bordear los 6 000 millones de dólares?

El cortoplacismo, la incapacidad de lecturas políticas profundas y sobre todo la creencia de que el fin justifica los medios podría provocar que el país sume a las crisis que ya experimenta una más: la de la ingobernabilidad, que podría decantar en una explosión social nunca antes vista, profundizando así la precaria situación.

Parecería ilógico que no sepan que gobernar un país con niveles de pobreza extrema similares a los registrados en 2007 (17,8% en el 2020 vs 16,5% en el 2007, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos) será una tarea, por decir lo menos, compleja. Pero, cada nueva oferta que suman en sus recorridos proselitistas hace pensar que están lejos de entender las dificultades de satisfacer la demanda de una población en la que solo 3 de cada 10 personas cuentaN con empleo pleno.

Lo anterior podría tener su origen en las estrategias de caracterización de ambos candidatos, comandadas por una especie de carrera contra el tiempo por ampliar la brecha de intención de votos y ganar la elección. Este efecto, de corto plazo, podría minar su capacidad de gobernanza a futuro; pero, además de la ingobernabilidad que las promesas incumplidas puedan generar, el fracaso de sus ofertas y de esta nueva caracterización en la fase II de la campaña, ya en el ejercicio del poder, podría provocar la muerte política de la tendencia a la que representan.

El liberalismo económico, con un halo de conservadurismo social, al que representa Guillermo Lasso; o el progresismo estatista con el mismo condimento de conservadurismo al que representa Andrés Arauz, se disputan algo más que la ganancia de una elección presidencial. El triunfador de la contienda, aun convirtiéndose en el huésped del Palacio de Carondelet, podría perderlo todo si fracasa en la administración del país. Arauz saludando desde el balcón presidencial podría dar paso a la muerte política del correísmo si la expectativa de la liquidez financiera en los hogares de bajos recursos no se cumple; y Lasso aun teniendo un espacio en la galería del Salón Amarillo podría encarnar la desaparición de la tendencia anticorreísta, que ha estado vigente desde el 2012 en el país.

Muchas veces, en política, el análisis profundo del contexto es más importante que el análisis de posibilidades de uno u otro candidato, pues las decisiones deberían encaminarse a entender que no toda victoria es una ganancia y que no toda derrota es una pérdida, y quizás ese es el elemento que le falta en este proceso, tanto a la una opción como a la otra.


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Pedro Donoso Müller es director general del Gabinete Estratégico ICARE. Licenciado en Ciencias Políticas y Jurídicas. Abogado y Doctor en Jurisprudencia. Experto en administración de crisis y análisis de contexto político.

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