Por Antonio José Paz Cardona

En los últimos años, Ecuador ha descrito constantemente decenas de anfibios, pero en lo que va de 2019 este país sudamericano ha sorprendido con muchas nuevas especies para la ciencia. Uno de los últimos descubrimientos literalmente puede ser catalogado como una lluvia de ranas: se describieron 11 nuevas en un solo artículo científico —P. atillo, P. chomskyi, P. gloria, P. jimenezi, P. lutzae, P. multicolor, P. nangaritza, P. teslai, P. torresi, P. totoroi, P. verrucolatus—.

La descripción de tantas especies de animales no ocurría en América Latina desde 1997, asegura el biólogo Santiago Ron, coautor de Systematics of Huicundomantis, a new subgenus of Pristimantis (Anura, Strabomantidae) with extraordinary cryptic diversity and eleven new speciesartículo publicado en la revista Zookeys.

Estas ranas se conocen comúnmente como cutín y pertenecen al género Pristimantis, uno de los más representativos, con 532 especies descritas. A su vez, este género contiene una gran cantidad de especies morfológicamente crípticas —que son difíciles de diferenciar— que se están descubriendo con la ayuda de evidencia genética.

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P. chomskyi. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.
Furukawa

Un trabajo largo y extenuante

Si describir una sola especie no es algo fácil, hacerlo con 11 es una tarea extenuante. Sumado a esto, el trabajo fue hecho por la hoy bióloga Nadia Páez cuando aún estaba en su carrera de pregrado, con asesoría del profesor Santiago Ron, ambos autores del artículo científico.

Utilizaron datos moleculares, morfológicos, bioacústicos y ambientales para evaluar las relaciones filogenéticas —estudio de la relación de parentesco— y determinar las especies que se distribuyen desde el centro de Ecuador hasta el norte de Perú. “Asignamos a este clado el nombre Huicundomantis y lo proponemos como un subgénero. Nuestros resultados muestran que Huicundomantis se compone de dos grandes clados (o ramas) que denominamos el grupo de especies de P. phoxocephalusy el grupo de especies de P. cryptomelasHuicundomantis está compuesto por 28 especies, de las cuales 12 han sido descritas y 16 son nuevas”, dice el documento.

Algunas de las 11 ranas eran confundidas con otras especies. Por ejemplo, los investigadores encontraron que poblaciones que habitan en el sur de los Andes de Ecuador se atribuían tradicionalmente a P. riveti cuando en realidad pertenecen a la nueva especie, P. lutzae.

“Algunas fueron descubiertas hace poco tiempo y otras se habían colectado por lo menos hace 25 o 30 años. Pensábamos que eran especies descritas pero cuando hicimos el muestreo genético nos dimos cuenta que eran especies nuevas”, comenta Ron.

P. teslai. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.

Para el investigador, las ranas cutín son interesantes debido a que son de desarrollo directo, es decir, que a diferencia de la mayoría de anfibios que ponen sus huevos en el agua y tienen renacuajos, estas los ponen en tierra y cuando eclosionan sale la rana totalmente formada, no en estado de renacuajo. “Eso es lo que hace que sean tan diferentes de otras ranas”, dice.

Nadia Páez afirma que de estos pequeños anfibios se sabe poco, sobre todo en el Ecuador, a pesar de ser un país tan biodiverso. “Mi mayor motivación fue llenar un poco el vacío de conocimiento que tenemos de este grupo”, comenta. También destaca que aún hay mucho por descubrir y que la mayoría de especies nuevas tienen datos insuficientes para ser catalogadas en un estado de conservación y se sabe poco sobre su comportamiento, fisiología y ecología.

P. atillo. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.

Las ranas cutín viven en los Andes, especialmente de Colombia y Ecuador. Habitan en bosques, páramos e, incluso, algunas especies se encuentran en áreas intervenidas como potreros.

Sin embargo, algo que preocupa a los científicos es que todas tienen rangos de distribución muy pequeños. La mayoría son de menos de 3000 km2 y, además, tienen un endemismo muy alto. “Tienes una en un páramo y te mueves 100 km más al sur o al norte y ya encuentras especies diferentes. Eso genera preocupación porque por efectos climáticos, deforestación o destrucción de su hábitat estas especies podrían desaparecer”, cuenta Ron.

Recién descubiertas pero extremadamente sensibles

Si hay algo que llama la atención sobre este extenso trabajo de investigación es que sea producto de una tesis de pregrado, donde por lo general los trabajos son cortos y no muy complejos. “Aquí en Ecuador es muy raro que una de estas tesis llegue a publicarse en una revista científica internacional. Además, es un trabajo extremadamente largo y complejo”, destaca el biólogo Santiago Ron.

P. verrucolatus. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.

Para el experimentado investigador es muy valioso que una científica tan joven (Nadia Páez), que recién está empezando su carrera, haya hecho un trabajo “tan monumental”. Según dice, en Ecuador, hace más de 40 años no se había realizado una investigación en la cual se describieran tantas especies de anfibios.

Nadia Páez siguió añadiendo más datos y análisis a la investigación, incluso después de haber entregado su tesis. “En lo personal, lo más difícil fue encontrar tiempo para continuar con la investigación. Al haber tan poco financiamiento podía avanzar con esto solo en mi tiempo libre como investigadora independiente”, cuenta.

Describir especies de anfibios requiere bastante trabajo porque se deben hacer observaciones y análisis minuciosos, lo que implica estar horas en un estereoscopio observando y midiendo ranitas. Para que las especies sean reconocidas por la ciencia, la información debe estar publicada en una revista científica indexada, “por esta razón continué con la investigación, más allá de la tesis, para que esta información no se pierda”, comenta.

P. gloria. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.

Tiene claro que para los científicos la mayor limitación son los recursos. “Si hubiera más financiamiento y posiciones dedicadas a este tipo de investigación habrían muchas más publicaciones con descripciones tan numerosas como esta”, resalta.

El grupo de las ranas Huicundomantis incrementó su número de especies más de un 100 % después de realizado este estudio. Los investigadores creen que varios grupos de anfibios pueden presentar incrementos similares.

Las ranas cutín viven dentro de plantas que crecen en los árboles, conocidas en Ecuador como huicundos, de ahí que los científicos hayan propuesto que se incluyan en un subgénero al que denominaron Huicundomantis.

P. jimenezi. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.

Para Santiago Ron, el hecho de que haya tantas especies de anfibios descubiertas recientemente lo único que demuestra es que “todavía tenemos una ignorancia enorme en términos de la biología y la composición de las comunidades de anfibios en Centro y Sudamérica. Que se describan las especies no significa que se hayan originado hace poco, han estado ahí por millones de años y nosotros recién las estamos descubriendo”.

A diferencia de lo que ocurre con los mamíferos y las aves, que son grupos mucho más estudiados, apenas se le está dando nombre a muchas especies de anfibios. “Esos procesos en otros grupos se dieron hace 50 y 100 años”, dice Ron.

Lo que se está convirtiendo en una constante es que muchos de los nuevos anfibios se encuentran amenazados por la pérdida de su hábitat, “principalmente como consecuencia de la tala de bosques destinados a la ganadería, agricultura y minería”, afirma Nadia Páez.

P. torresi. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.

La bióloga lamenta que, en Ecuador, en lugar de crear más reservas para proteger sus especies se están permitiendo actividades extractivistas dentro de áreas protegidas. “El caso más conocido es el Parque Nacional Yasuní. El mayor reto es que ciudadanos y gobiernos reconozcan a la conservación como una prioridad y, en consecuencia, exista más financiamiento para proyectos de conservación y estudios científicos destinados a preservar la biodiversidad”.

En medio de este panorama, los retos en investigación no son exclusivos para los anfibios. Páez asegura que en otros grupos, como invertebrados y hongos, hay pocos científicos que se dediquen a estudiarlos y muy pocos puestos de trabajo con este objetivo.


Este artículo fue publicado originalmente en Mongabay y cedido para su reproducción en La Barra Espaciadora.