Por Ana C. Alvarado / @ana1alvarado

La Amazonía, al igual que otras extensiones de bosque tropical alrededor del mundo, actúa como regulador del clima. Estos ecosistemas son claves para enfrentar el cambio climático, sin embargo, su importancia suele pasar desapercibida en la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tendrá su edición 27 del 6 al 18 de noviembre de 2022 en Egipto. Expertos en la Amazonía y en la Amazonía ecuatoriana señalan las deudas que tiene la COP con esta región, uno de los depósitos de carbono y biodiversidad más grandes del mundo.

“En primer lugar, existe una deuda ecológica con los pueblos y naturalezas de la Amazonía”, dice Ivonne Yánez, responsable de la Campaña Verde de la organización ambiental Acción Ecológica. La expansión de la explotación petrolera y minera, y de la deforestación atentan contra la existencia de los indígenas y de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAV), reconocidos por mantener y promover la biodiversidad de esta región a través de su conocimiento ancestral.

Los extractivismos están provocando una serie de impactos en el amplio sistema amazónico. “Sin embargo, el mayor [impacto] en la actualidad es la sequía”, asegura Nicolás Cuvi, profesor investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y autor líder del Sexto Informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, presentado en 2022. “Se requiere más inversión en actividades sustentables, que no degraden los territorios bioculturales y aumenten la calidad de vida de las personas de la región. Ecoturismo, mercados justos, agroecología, para que no sea solamente el Estado, sino las propias sociedades amazónicas, las que fomenten su bienestar”, dice el catedrático.

Estas son algunas de las deudas que tienen la COP y el Estado ecuatoriano con la Amazonía, de acuerdo con los expertos consultados:

Petróleo y minería

480 comunidades indígenas, de un total de 643, están superpuestas por bloques petroleros en Ecuador, de acuerdo con una investigación de Mongabay Latam y La Barra Espaciadora. De ellas, 402 están cubiertas al 100% por los bloques. Los derrames constantes, la quema de mecheros, la creación de piscinas de crudo y la destrucción del hábitat son algunos de los problemas que enfrentan los comuneros.

Como si lo anterior fuera poco, el uso de los combustibles fósiles es una de las mayores causas del cambio climático, motivo principal de la Conferencia de las Partes. No obstante, el Acuerdo de París, que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y firmado en la COP21, “ni siquiera menciona a los combustibles fósiles”, según Kevin Koening, director de Clima y Energía de la organización Amazon Watch.

Un informe de Amazon Watch y Stand.earth encontró que el 50% del petróleo producido en la Amazonía va a California. Ecuador, según ese mismo documento, es la fuente del 89% del petróleo que sale de la cuenca amazónica. “Los gobiernos industrializados del norte, que son los que inciden en la COP a través de instituciones, corporaciones, etc., tienen una deuda con los pueblos amazónicos”, asegura Yánez.

Ecuador es relativamente nuevo en la minería metálica, no obstante, las necesidades de la transición ecológica basada en minerales como el cobre han ocasionado conflictos socioambientales en unas 20 comunidades a lo largo de Ecuador. En la Amazonía, los proyectos Mirador, de la empresa china Ecuacorriente; San Carlos Panantza, de la también china Explorcobres, y Warintza, de la canadiense Solaris Resources, han provocado desalojos forzados, enfrentamiento entre comunidades y persecución a defensores ambientales.

Yánez y Koening coinciden en la urgencia de tomar medidas drásticas para disminuir y eventualmente parar la extracción petrolera y minera de la Amazonía.

Las deudas de la COP
Del tajo de la mina, que se encuentra al otro lado de la montaña, bajan los minerales o los desechos, que se acumulan en las relaves. Foto: Ana Cristina Alvarado

Sabanización de la Amazonía

El mito de la Amazonía como una especie de “El Dorado” no se ha caído. Con la construcción de carreteras para la extracción petrolera, que en Ecuador empezó en la década de los 70, colonos llegaron en búsqueda de riquezas y tierra. Poco a poco, se fue expandiendo la frontera agrícola y ganadera. Más tarde llegó la deforestación para plantar palma aceitera y en la última década, la tala de árboles tiene el objetivo de revelar minas de oro, cobre o plata.

“Los Estados siguen utilizando esas industrias supuestamente a nombre del desarrollo. Sabemos que este tipo de desarrollo ha sido un mito y ha concentrado riqueza en manos de las mismas corporaciones, no en la gente que vive en esa zona”, opina Koening.

Con la deforestación, “se sustituye con pastos la vegetación que permite la autorregulación [climática]. Los pastos no ayudan al equilibrio climático y aumenta la temperatura local”, explica la experta de Acción Ecológica. Pero los bosques “no son solo sumideros de carbono”, dice Yánez. Al eliminarlos, también se afecta la biodiversidad.

“El efecto combinado del cambio antropogénico del uso del suelo y el cambio climático aumenta la vulnerabilidad de los ecosistemas terrestres a los eventos climáticos extremos y los incendios”, es la conclusión del informe del IPCC. Y esto ya se ha reflejado en la Amazonía, que es amenazada por “sequías sin precedentes y las temperaturas más altas observadas”, según el IPCC, “que se atribuyen en parte al cambio climático”.

Para hacerle frente a estos daños, la Cordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) presentará en la COP27 su plan de acción climática de emergencia por la Amazonía, adelantó Gregorio Díaz Mirabal, coordinador general del Coica. Este plan, llamado Amazonía por la vida, exige “parar la deforestación y el extractivismo y todas las actividades que están llevando a la Amazonía a un punto de no retorno”, de acuerdo con el líder indígena. “A partir del 2025 debe haber indicadores políticos económicos, climáticos, sociales y culturales que permitan garantizar nuestro sueño de salvar en 80% nuestra Amazonía”, exige.

Las deudas de la COP
Imagen captada en julio del 2007, durante una misión de verificación de la organización Acción Ecológica. La destrucción de bosques fue el paso inicial que dio Palmeras de los Andes para luego plantar palma aceitera. Foto: Julianne A. Hazlewood.

Pueblos indígenas y defensores ambientales

Los pueblos indígenas, quienes están en mayor contacto con la naturaleza a través de sus territorios ancestrales, no han tenido un papel protagónico en la Conferencia del Clima. En las calles de Glasgow, durante la COP26, la presencia de representantes de los pueblos indígenas y negros fue abrumadora, por lo que se espera que su voz tenga cada vez más espacio.

En el caso de la Amazonía, el primer paso, dice Yánez, es reconocer que “los amazónicos han mantenido forestas, bosques, y, en general, todos los ecosistemas amazónicos”. “La razón de que haya áreas de la Amazonía intactas es por el trabajo y el cuidado de los pueblos indígenas. Son ellos los que saben cuáles son las soluciones verdaderas. Pero solo recién estamos empezando a escucharles”, expresa Koening.

Los indígenas deberían tener un papel fundamental en la toma de decisiones para conservar la Amazonía, porque son quienes habitan esos territorios desde hace milenios, de acuerdo con Cuvi.

A pesar del rol de los pueblos indígenas en la conservación de los ecosistemas, los defensores ambientales no cuentan con la protección de los Estados. En el 2020, Global Witness registró 227 defensores del ambiente asesinados en el mundo. En Latinoamérica se registraron tres de cada cuatro asesinatos. Aunque Ecuador no aparece en este informe, el país no está libre de la persecución a los defensores.

En la Amazonía, Josefina Tunki, presidenta del Pueblos Shuar Arutam, denunció amenazas de muerte; defensores como José Esach han sido criminalizados; lideresas como María Taant no han recibido la protección reforzada a la que tienen derecho, y líderes como José Tendetza fueron asesinados.

Si los pueblos indígenas que luchan por hacer escuchar su voz no han sido escuchados, aún menos ha sido respetado el mensaje implícito de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAV). “Este tema es invisible en las COP”, asegura Koening. En Ecuador, hay dos PIAV: Tagaeri y Taromenane, quienes han sido rodeados por bloques petroleros y carreteras. “Estamos ante un proceso de exterminación y contacto a la fuerza. Las industrias están empujándolos a una muerte segura”, finaliza el experto de Amazon Watch.

Las deudas de la COP
José Esach, líder shuar perseguido por defender los territorios de su nacionalidad, posa en un paraje entre las cordilleras del Kutukú y del Cóndor. Al fondo se divisan elevaciones en territorio peruano. Foto: Armando Prado.


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