Por Milagros Aguirre A.

Hace unas semanas llegaban a las redes sociales fotos de la contaminación en Limoncocha, uno más de los miles de desastres ambientales causados por el petróleo y por las malas prácticas de las empresas, sobre todo, de la empresa estatal Petroecuador. También llegaba otra foto del incendio en una de las instalaciones de Shushufindi, ahí, donde queman los mecheros de gas.

Los gobernantes siguen creyendo que el oro negro nos va a sacar de pobres. Ahora el gobierno se ha puesto una meta de un millón de barriles diarios, ha expedido un decreto que permite el cambio de contratos y mayor participación de las empresas privadas en la actividad hidrocarburífera. En entrevista con el portal 4pelagatos, Guillermo Lasso dijo que si hay que ampliar la frontera petrolera, lo hará, sin dudarlo. ¿Y qué hacemos con la Zona Intangible? ¿Con los grupos aislados? Más de lo mismo…

Más allá de la discusión sobre si el Presidente ha tomado medidas neoliberales o no (a un gobierno neoliberal difícilmente se le puede pedir que no tome medidas neoliberales), la relación con las comunidades cuyos territorios están sobre las bolsas de oro negro sigue siendo deuda pendiente del Estado, con gobiernos llamados de izquierda, de centro o de derecha. La materia prima sigue desangrando a la selva.

Más allá del discurso binario de la privatización o estatización del petróleo, nunca entendí por qué, de la misma forma que se enjuició a la Texaco, que se expulsó a Occidental, Perenco y tantas otras, no se ha llenado de juicios la empresa estatal.

El remedio resultó tan malo como la enfermedad. Las comunidades tuvieron más posibilidades al reclamar directamente a una transnacional como Oxy, por ejemplo, por  incumplimiento de acuerdos estipulados en sus contratos, que al Estado fallido, a las instituciones que no dan ninguna respuesta a sus demandas mínimas. Es un pena pero es así. Si una comunidad necesitaba escuela, la empresa construía una. Y si la empresa ensuciaba todo con brea negra, se le ponía un juicio. Pero a ‘Petro’ no hay quien le exija cumplimiento de contratos —ni siquiera la firma de renovación de un contrato vencido, como ha pasado con El Edén— porque las comunidades deben lidiar con todo el aparato estatal: la empresa, la gobernación, los ministerios de Educación, Salud, Obras Públicas, Ambiente… sin que ninguna de esas instancias cumpla lo que promete. Si las comunidades protestan son acusadas de atentar contra el Estado y de las supuestas pérdidas que ocasionan sus protestas. Nada se dice de su legítimo derecho de reclamar y resistir frente a la empresa por su incumplimiento.

A los desastres ambientales, un derrame cada tres días, récord deplorable en los años de explotación petrolera, se suman los miles de millones de dólares en negociados, contratos fraudulentos, coimas, comisiones, subcontrataciones… mientras a las comunidades les ‘regatean’ los valores de los convenios y mientras se siguen muriendo de cáncer, sin un centavo para la atención médica, los habitantes amazónicos. Para muestra, los secoyas, que siguen llorando a sus víctimas: Delfín Piaguaje ha perdido ya tres hijos con cáncer.

Estamos a poco de que se acabe el petróleo y a poco de que valga nada, pues ahora el mundo le apuesta a las energías limpias y a los carros eléctricos. En el decreto 95 firmado por el Presidente, se habla de cambios de participación en las empresas, pero no de cambio de relación con las comunidades ni de la participación que ellas deben tener en las regalías. Parece que del petróleo solo salen malas noticias para las comunidades: no reciben regalías, no consiguen trabajo que no sea como mano de obra barata, pierden su territorio y, por si fuera eso poco, quienes reclaman o defienden a quienes reclaman son judicializados.

Tal vez el petróleo sea una bendición para las arcas fiscales, pero quienes viven en esos lares siguen siendo afectados. Los gobernantes siguen tropezando con la misma piedra, una y otra vez. Parece increíble que sigamos pensando que el petróleo va a acabar con la pobreza…


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Tropezón con la misma piedra Tropezón con la misma piedra Tropezón con la misma piedra Tropezón con la misma piedra Tropezón con la misma piedra Tropezón con la misma piedra Tropezón con la misma piedra Tropezón con la misma piedra Tropezón con la misma piedra