Por Luis Fernando Fonseca / @LuifinoFonseca

Soltó la frase al final de la entrevista, y fue lapidaria: “Me interesa más el arte que mi persona”. Es un Jorge Martínez que ya no podrá despegarse del adjetivo Ilegal ni de sus Ilegales. Es el tipo que llegó esta semana a Ecuador para recorrer un puñado de ciudades apareciendo en tantos medios.

El más reciente, donde soltó la frase “Castigo divino” es el que conduce Luis Eduardo Vivanco. Jorge no solo cinceló esa sentencia sobre el desgastado culto a la personalidad que siempre critica (“ese culto es una estupidez, lo verdaderamente valioso es la obra”), y del que el espacio mencionado se vale en YouTube cada tanto, sino que también cometió una osadía.

Como para darle cuerpo a su interés artístico nombró frente a Vivanco a Catulo, Marcial, Juvenal, “autores grecolatinos que probablemente eran más ácidos y demoledores que los Sex Pistols”.

Osadía porque también explicó que las anécdotas que pudiera contar sobre su vida callejera convocan menos interés que los cientos de obras que, del cine, la persona o la música se nutre una persona. Para la noche de jueves de la entrevista mencionada no se había enterado del todo sobre el reconocimiento que algunos miembros de la Casa de la Cultura Ecuatoriana planearon entregarle por su trayectoria, sin lograr un acercamiento con él y luego de haber convocado a decenas de músicos y colectivos a la casona.

Lo que más se persigue de Ilegales es una foto, video, autógrafo o saludo. Sería una necedad describir el consabido delirio que provocan desde su primera visita en 1987. Pero durante esta “gira de medios”, quizá Jorge Ilegal gastó más tiempo y energías (“tengo que cuidar esta voz de las entrevistas, para el concierto”) en atacar eso que llama culto a la persona. Y no miente. Respeta a la audiencia de una forma brutal: sin subestimarla.

Los que subestiman a toda audiencia, más bien, son los influencers de turno, que en esto del rock and roll se han atrincherado como legiones en sus fugaces mazmorras virtuales. Más que apuntar a un blanco, quieren pescar. Pescar likes a granel y es en ese propósito publicitario que las obras de cualquier artista parecen perder sentido.

También sería necio –volver a– describir lo que busca Castigo Divino (su propio presentador insiste: “Yo sí le doy valor a la anécdota”); pero siento que este programa cubrió el vacío de sentido que en la mayoría de entrevistas y ruedas de prensa padeció Ilegales esta semana. Un vacío que se explica por una incipiente industria de costumbres mercantilistas a rabiar.

La paradoja es que los likes todavía no se monetizan de forma deliberada, pero han logrado ya desplazar a los contenidos del periodismo cultural que, ¡claro!, no entretienen de la forma narcotizante en que lo hacen los espacios musicales de Facebook, tan parecidos en su formato a TikTok.

Releo esto que acabo de escribir y me siento viejo, como viejo es el rock. Incluso siento el aliento de la fecha de caducidad respirándome en la nuca, y me consuelo con el mantra que es decir “el rock puede estar viejo, pero está vivo”.

Aquí otra paradoja: el líder de Ilegales le atribuye la supervivencia de esta música a su capacidad para adaptarse a formatos más o menos comerciales y subproductos como camisetas, ceniceros o etiquetas de cerveza que sus vendedores llaman merchandising.

No me importa que lo venidero no sea comercial ni rentable. Antes de tener esas preocupaciones, estacionado en esta actualidad precaria, quiero que lo que nos queda tenga algún sentido (ya ni siquiera hablo de sentido crítico). A lo que me refiero es a que los contenidos sobre música en los medios y plataformas busquen más que un oyente que tararea un hit de memoria, que propaguen nuevas obras (algo que casi nunca hace La Metro), que te vuelen la cabeza.

Mantengo apenas la intención de comprar una entrada cara para juntarme a la predecible audiencia que demandará lo manido de un concierto de Ilegales. La mantengo porque me consta que a Jorge Ilegal y a los suyos les interesa el arte más que forrarse. Es decir, lo manido (“Soy un macarra”) lo exhalarán casi a regañadientes.

Sobrevive esa intención de escucharlos y verlos –pese a la grosera descortesía de quien vende los boletos– por un hito histórico: los que abrirán el telón del Ágora CCE el sábado serán Sal y Mileto, que ya han adaptado la letra de su Kuántiko hijueputa a Bankero hijo de puta: no me puedo aguantar las ganas de gritárselo a la policía.

Esto es así. Estamos viejos y acosados por likes, pero aún somos “chicos pálidos locos de rabia. / Si no hay odio no hay rock ‘n’ roll”.

Foto: Álvaro Pérez.

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2 COMENTARIOS

  1. Interesante cosmovisión del Rock and Roll Ilegal. Congratulaciones. Estupendo aporte para el periodismo Analítico -Crítico. Aunque a la postre somos demasiado viejos para el Rock and Roll y a la par demasiado jóvenes para morir . La Raza debe seguir rebelde con causa ! Hubiese sido vital e importante que la organización CK Concerts, vincule de forma igualitaria una gira de medios para nuestra banda SAL & MILETO. Sin embargo es pedir demasiado cuando existe un mediocre sistema de marketing, soporte , promoción y difusión del artista nacional. Solo al vislumbrar el Afiche se nota la desigualdad. Ojalá todo cambie en esta puta SOCIEDAD – SUCIEDAD !

  2. Interesante cosmovisión del Rock and Roll Ilegal. Congratulaciones. Estupendo aporte para el periodismo Analítico -Crítico. Aunque a la postre somos demasiado viejos para el Rock and Roll y a la par demasiado jóvenes para morir . La Raza debe seguir rebelde con causa ! Hubiese sido vital e importante que la organización CK Concerts, vincule de forma igualitaria una gira de medios para nuestra banda SAL & MILETO. Sin embargo es pedir demasiado cuando existe un mediocre sistema de marketing, soporte , promoción y difusión del artista nacional. Solo al vislumbrar el Afiche se nota la desigualdad. Ojalá todo cambie en esta puta SOCIEDAD – SUCIEDAD !
    Abrazo grande . Querido Tocayo. Luis Fernando Fonseca.

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