Por Sofía Cabrera Espín

¿Te imaginas no poder ir al colegio por ser mujer?, ¿ganar dos premios Nobel y que no te los quieran entregar por ser mujer?, ¿o que tu profesor te obligue a comportarte como hombre y te diga que reprimas tu ansiedad por conocer, solo por ser mujer? Matilde Hidalgo, Ada Lovelace y Marie Curie son mujeres que, aunque vivieron escenarios y épocas diferentes, tienen en común la lucha por visibilizar su trabajo en un mundo de la ciencia construido solo para hombres.

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Matilde Hidalgo. Fuente:  Jodie Padilla- Team Matilde

Matilde Hidalgo se graduó como la primera médica ecuatoriana en 1921. Su temple en la lucha por la igualdad de género la convirtió en la primera sufragista de América Latina, en 1924, luego de reclamar sus derechos como votante con una ley que no determinaba elección de género para sufragistas. Matilde es el ícono de la mujer profesional y política en Ecuador.

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Fernanda Gallardo representó a Ada Lovelace, en el recorrido teatralizado Súper científicas que no conocías, en el Museo Interactivo de Ciencias.. Fuente: Quinto Pilar.

Ada Lovelace fue hija de uno de los más famosos poetas románticos del mundo, Lord Byron. Su madre era una poderosa matemática, Anabella Milbanke. Ilusionada con la idea de volar, estaba decidida a inventar una máquina que le permitiera moverse por el aire. Se la considera la primera programadora de la historia, pero solo después de muchos años de su muerte fue reconocida por su gran labor en el mundo de la informática.

Marie Curie fue la primera mujer de la historia en ganar un premio Nobel. De hecho, lo ganó dos veces. En la primera ocasión, el Comité del Nobel buscaba excluirla por su condición de ser mujer, pero su esposo se opuso a recibir el premio si no la tomaban en cuenta. Fue de las primeras profesoras aceptadas a nivel universitario en París y sus descubrimientos han sido fundamentales para la medicina, por tratarse de aplicaciones para el tratamiento y el diagnóstico de enfermedades.

Como Matilde, Ada y Marie hay muchas otras mujeres científicas que han luchado por la desigualdad entre hombres y mujeres, y aunque hasta hoy esas brechas persisten, su legado las convierte en referentes indispensables.

El 15 de diciembre de 2015, la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas proclamó el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el propósito de visibilizar a la mujer en la ciencia y crear nuevas vocaciones científicas. En varios países se ha fomentado la conmemoración de este día durante un mes, hasta el 8 de marzo, para coincidir con el Día Internacional de la Mujer, que recuerda la lucha de las mujeres trabajadoras que murieron en una fábrica de camisas en New York, en 1857.

Aunque en Ecuador aún son altas las brechas de género en el mundo científico, el 18% de ellas puede acceder a cargos académicos directivos. Las mujeres han demostrado que unidas tienen voz y presencia para vencer a los estereotipos de ciencia aún presentes en el mundo académico y científico de Ecuador. Esta es la misión de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas. La reproducción de roles de género dentro de las instituciones de educación superior ­-por ejemplo mayor carga administrativa y logística es asignada a las mujeres en comparación con los hombres-, limita también la capacidad de las mujeres de generar y publicar sus trabajos académicos.

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Las científicas de la Escuela Politécnica Nacional se toman el Museo Interactivo de Ciencias, en Quito. Fuente: Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas. 

El impacto de las mujeres en la ciencia es cada vez más relevante, y aunque la historia ha olvidado su presencia, hoy hay diferentes estrategias de divulgación de la ciencia que promueven su conocimiento. Entonces, ¿cómo fomentar las vocaciones científicas en las futuras generaciones? La respuesta es crear estrategias dinámicas, interactivas y participativas en los espacios públicos y medios de comunicación frecuentados por niñas, adolescentes y jóvenes.