Redacción La Barra Espaciadora

¿Qué hacemos si caemos enfermos y no nos basta el botiquín de primeros auxilios que tenemos en casa? ¿Quién atenderá a nuestra madre, a nuestro hijo o a nuestra abuela si sufren una recaída de salud y no tenemos suficiente dinero para cubrir las facturas de la clínica o del hospital? Con toda seguridad, nos hemos hecho estas preguntas más de una vez, y es lamentable que estemos obligados a pensar en la salud como en un gasto que podría quebrar nuestra economía en lugar de sentir que es un derecho que nos ampara.

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“Samir, no puedo respirar”, susurró la mujer al otro lado de la línea. Su hijo supo que era grave porque ella, que había gozado siempre de buena salud, le pedía ayuda con desesperación. “Yo dije: se me está muriendo”, recuerda ahora Samir Zeidan, un emprendedor de 44 años a quien en ese momento se le acabó la escasa paciencia que le quedaba.

Poco antes de cumplir 70 años, su madre había comenzado a sufrir varias complicaciones de salud que se incrementaron progresivamente. Tuvo que entrar a unidades de cuidados intensivos varias veces, le extirparon el colon debido a un cáncer y la humillación y el maltrato auemntaban. Pero este episodio, ocurrido en el 2016, fue determinante. En el hospital más cercano a su casa la recibieron, hicieron una retahíla de preguntas a los familiares porque nadie contaba con la historia clínica de la paciente, ordenaron exámenes que otros médicos ya habían ordenado días antes, le administraron un analgésico y tres horas más tarde los empleados de la caja entregaron a la familia la cuenta: 1 800 dólares. Ningún diagnóstico ni mucho menos un tratamiento que acompañe a la paciente ni que prevenga otras recaídas. Solo la factura.

«Se trata de movilizar a las personas para que las mismas personas velen por su salud». Samir Zeidan

Ese fue el detonante para que Samir -un tipo curioso de nacimiento, como él msimo se define- pensara en algo “que pusiera al paciente en el centro de la gestión”, es decir, que haga lo que manda el sentido común, pero que el Estado ecuatoriano no ha logrado. Así nació Goctors, una plataforma digital que reúne a cientos de médicos con distintas especialidades, centros médicos, laboratorios y farmacias para atender a sus miembros permanentemente y de inmediato, vía online y sin desfalcar a nadie. Una plataforma que permite que uno mismo gestione su propia salud.

El pasado 23 de noviembre, la empresa lanzó oficialmente su producto Goctors Plus, un plan que busca predecir y acompañar a los pacientes para llevar una vida controlada y evitar enfermedades crónicas que pueden hacer que el resto de sus vidas sea un infierno. El programa ofrece evaluaciones iniciales mediante screening molecular y un seguimiento personalizado con apoyo de varios profesionales especializados en distintos campos, combinado con inteligencia artificial. El costo mensual es de 8 dólares.

Goctors

Pero, ¿cómo funciona? Goctors brinda tratamiento sobre tres ejes principales: Medicina general, Atención psicológica y Nutrición. Los tres factores funcionan de manera integral, algo que el sistema de salud tradicional rara vez toma en cuenta. Todo empieza con ese screening molecular, que consiste en un escaneo general de la salud del paciente. Luego se inicia un proceso de acompañamiento por parte de la red de prestadores de servicios y por un médico guardián. Desde ese momento, Goctors le permite a la persona ser gestora de su propia salud, pues puede construir su propia historia clínica y puede acceder a ella y a su evolución en cualquier momento, un derecho que en la práctica del sistema de salud público, no se cumple. Las historias clínicas de todos los pacientes están centralizadas. Y, aunque la Ley de Protección de Datos Personales aún no está vigente en Ecuador, debido a negligencias que la mantienen entrampada en el Poder Legislativo, Goctors ha pensado en el buen uso de los datos de sus pacientes, y por eso se adscribe a estándares internacionales como el Reglamento General de Protección de Datos europeo. Además, aplica la anonimización de los datos, es decir, guarda la información desligada para que cualquier intento de robo se frustre por la imposibilidad de asociar los datos personales con las historias clínicas, a menos que quien busca acceso sea su titular.

Índices que alarman

Aunque la salud es un derecho humano, ni siquiera durante la pandemia se la ha respetado. En Ecuador más bien comprobamos que desde siempre nuestra salud ha sido un gran negocio para enriquecer a pocos a costa de la vida de la mayoría. Niños, niñas y adolescentes, mujeres y adultos mayores, pacientes oncológicos, pacientes con enfermedades catastróficas, raras o poco frecuentes han sido olvidados. El Estado no fue capaz de garantizar insumos médicos para atenderlos y prefirió ignorarlos.

Por citar un ejemplo, Ecuador no cuenta con una estadística oficial sobre pacientes con cáncer. En septiembre del 2020, en el foro virtual Enfermedades Catastróficas: ¿las olvidadas durante la pandemia?, organizado por la Universidad San Francisco de Quito, Código Vidrio, diario El Universo y la Universidad Tecnológica Equinoccial, el director de la Fundación Jóvenes Contra el Cáncer, Gustavo Dávila, reveló que de los 1.350 pacientes diagnosticados con cáncer de los cuales la fundación tiene conocimiento, “el 33% perdió continuidad en sus tratamientos, el 44% tuvo problemas en cuanto al retiro de medicamentos en los centros de salud, más del 85% presentó problemas de movilización y 65% de pacientes de provincia no disponía de albergues para alojarse en la capital durante su atención médica”.

Pero eso no es todo. De acuerdo con la Sociedad Ecuatoriana de Endocrinología y Diabetes, Núcleo Austro, el 7 % de los ecuatorianos tiene diabetes y otro 7 % no sabe que tiene diabetes.

Según los estudios realizados por el equipo de especialistas de Goctors, un 42 % de las personas adultas mayores de 30 años ya tiene prediabetes -casi una de cada 2 personas- y un 10 % sufre ya de diabetes tipo 2. El 30 % de la población adulta tiene la presión arterial alta, solo la mitad lo sabe y apenas el 20 % de ellos la tiene controlada. La presión arterial es un factor de riesgo para infarto de miocardio, infarto cerebral y deterioro de órganos como el cerebro, el corazón o los riñones. Además, alrededor de un 60% de la población ecuatoriana padece de dislipidemia o concentración de grasas en la sangre.

Pero, lo que causa aún más alarma es que más del 75 % de las y los ecuatorianos padece de sobrepeso y un porcentaje no mucho menor ya presenta obesidad. Estas personas son vulnerables a sufrir enfermedades que afectan al corazón o a los vasos sanguíneos.

¿Cuáles son las razones de estos alarmantes índices? El médico Marco Fornasini, director científico de Goctors, es tajante: el consumo de alimentos procesados, debido a su alto índice calórico, está envenenándonos. Snacks, bebidas gaseosas, caramelos y chocolates, comida rápida en general son alimentos que se han insertado en nuestras dietas e incluso han llegado a reemplazar casi por completo a los alimentos tradicionales. Esto, sumado a la creciente falta de actividad física o sedentarismo extremo, configuran una fórmula fatal de la que el Estado debería hablar, a través de campañas públicas, y debería actuar mediante políticas de salud eficaces. Pero no lo hace.

Fornasini explica que este sedentarismo se incrementa progresivamente con la migración del campo a la ciudad, pues en las ciudades la actividad física se reduce y las demandas de los migrantes para subsistir son mayores, de modo que el tiempo para hacer ejercicio y otras actividades de esparcimiento se convierte en un lujo prácticamente inalcanzable.

El sistema de salud en Ecuador usa un enfoque reactivo, curativo y de prevención terciaria -aclara Fornasini-, es decir que las personas acuden a una consulta médica ya cuando presentan sintomatologías, o sea, cuando ya están enfermas.

El especialista sugiere la integración de los sistemas de prevención secundaria (detección de dolencias o enfermedades de acuerdo con edad o sexo de los pacientes, principalmente a través de cribados o screening, para detección temprana de cáncer, diabetes, hipertensión arterial, etc) y primaria (promoción de salud, campañas de prevención, etc). “La detección se debe hacer en las fases asintomáticas. La medicina predictiva se administra antes de que el paciente tenga la enfermedad”, aclara Fornasini.

Es paradójico, pero el Estado descuida que su intervención en la salud con perspectiva de predicción y prevención resultaría en un inmenso ahorro de dinero e incluso los índices de esperanza de vida de la población se elevarían considerablemente. Pero, Ecuador no cuenta ni ha contado jamás con un plan integral en su sistema de salud. Mucho menos en cuanto a medicina que se anticipe a la posibilidad de que un paciente sufra una enfermedad. Estas deficiencias estructurales se expresan en los alarmantes datos y en el desencuentro creciente entre las personas y sus sistemas de salud.

En Ecuador, cerca del 16% de la población tiene un seguro privado y menos del 42 % está afiliado a la seguridad social. Con la pandemia, este último dato se disparó. El resto no tiene cobertura de atención médica. En este país, “más te vale tener una buena billetera o santiguarte todos los santos días para que no te enfermes”, dice Samir, quien cree que el Ministerio de Salud debería involucrarse con la empresa privada para desarrollar este tipo de políticas tan urgentes.

Desde el inicio del startup, sus creadores buscaron el acercamiento con el Estado, pero las respuestas no llegaron a tiempo: “No hemos logrado todavía un match entre los indicados tomadores de decisión y nosotros”, cuenta, pues la estructura burocrática lo ha impedido.

Goctors obtuvo el tercer lugar en la competencia local de Seedstars en Ecuador, como parte de la Seedstars World Competition 2020/21. En Latinoamérica participaron más de 800 startups, quedando 75 finalistas en 15 localidades.

Al inicio también, tocaron la puerta de al menos 2 000 consultorios médicos durante los primeros tres meses. Obtuvieron respuesta de menos de 50. Samir lo explica usando el concepto de la campana de adopción de la innovación, que consiste en que las personas, por lo general, rehúyen de los cambios y prefieren permanecer en el aparente estado de confort que otorga lo conocido.

El 1,5 % de la población cumple con el perfil del innovador -dice Samir-, alguien que busca hacer las cosas de maneras diferentes, quien no le teme a los cambios. El 13,5 % de la población, en cambio, son los early adopters, quienes adoptan en etapas tempranas la innovación. Los demás -que son la gran mayoría- tienen condiciones previas que determinan su decisión de dar un paso adelante, por ejemplo, que ellos no sean los primeros en probar el cambio. Así se ha manejado la política pública de salud, tanto que el equipo de Goctors ha tenido que enfrentar, incluso, actitudes de celo por parte de operadores de la salud, con respecto a las historias clínicas de los pacientes, es decir, a información que no les pertenece. La industria de la medicina también ha sido víctima de la inercia con la que opera toda la estructura del Estado.

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Pese a los estragos económicos que causa la COVID-19 en la región, muchos países están asignando fondos a la investigación científica y tecnológica de la pandemia. Ecuador no lo hizo. Crédito de la imagen: Marcel Crozet / OIT bajo licencia Creative Commons 2.0.

A pesar de todo, cuatro años después de haber arrancado con la iniciativa, Goctors vio los primeros resultados. Ahora, «hay varias centenas de profesionales que se van alineando a una nueva forma de hacer las cosas”, explica Samir.

Al cierre de este informe, Goctors cuenta con más de 700 médicos independientes, mas de 20 centros médicos que albergan a docenas de médicos a su vez, y todos han adoptado esta nueva manera de brindar servicios de salud. Más de 30 personas conforman el equipo nuclear, en el que confluyen 9 nacionalidades, y el 60 % del equipo de desarrolladoras web son mujeres. “Esperamos que en algún punto ya lleguemos a que con el mayor interesado en la salud de la población ecuatoriana, que debería ser el Estado, encontremos una vía de disponer la tecnología para todos los ecuatorianos”, dice Samir.

La salud como agenda prioritaria

Goctors es una startup de salud preventiva y predictiva, no solo reactiva. “Prevenir cuesta una décima parte de lo que cuesta curar -asegura Samir-, una vez que ya estás detectado en etapas tardías no hay retroceso, ya estás tarde para evitar gastar y para tratar de tener una vida normal”. Los estudios que sostienen esta startup revelan que el Estado podría gastar diez veces menos en salud si transforma su sistema de gestión y vincula predicción, prevención y reacción.

Todos coincidimos en que un buen diagnóstico y una intervención oportuna y multidisciplinaria hacen la diferencia. Pero las deficiencias del sistema de salud ecuatoriano, la corrupción y la falta de decisión política han devenido en un desencanto colectivo. En el trayecto, hemos olvidado que la salud es un derecho que nos abriga y nuestros cuerpos merecen gozar de bienestar en todo momento. Es común que un paciente promedio ignore sus dolencias y espere demasiado para visitar a un médico, sea porque no cuenta con el dinero suficiente, porque teme un diagnóstico que resulte muy costoso o porque confía en que puede soportar más tiempo. Por lo general, cuando decide acudir a un médico, ya es muy tarde.

Goctors

El pasado 14 de diciembre, la Agencia EFE presentó el foro virtual La transformación de los sistemas de salud: retos y oportunidades. En el encuentro, varios expertos coincidieron en que la pandemia evidenció la necesidad urgente de una oportuna transformación del sistema de salud ecuatoriano para dar prioridad a tres ejes fundamentales: salud, educación y digitalización. “Hay mucho camino por recorrer -dijo Ernesto Krüger, CEO de Krüger Corporation-, hoy las tecnologías exponenciales permiten abordar desde varios puntos el manejo de la salud remota, donde la higiene y la salud son fundamentales, sobre todo desde el punto de vista de una sociedad más sensible y humana”.

En efecto, la pandemia nos obligó a involucrarnos con la tecnología como nunca antes lo habíamos hecho, pero cuando hablamos de salud, hablamos de la vida.

Por eso, en el foro surgió también la necesidad de que establezcamos conexiones de mejor calidad, no solamente técnica, sino también para ejercer nuestros derechos y exigir a las autoridades la atención de salud que merecemos. Se dijo, por ejemplo, que la digitalización se ha insertado ya en distintas prácticas cotidianas, pero cabe observar que en el sistema de salud ecuatoriano este proceso lleva un retraso sumamente peligroso. Ecuador no es un país que goce de conectividad en todo su territorio, y más grave aún, la población ecuatoriana dista mucho de ser una población alfabetizada digital.

El Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC) asegura que el 88,5% de la población ecuatoriana es alfabetizada digital. Sin embargo, el dato se basa en 3 factores: la falta de acceso a internet, el uso de un computador y tener un teléfono celular activo. Esto no evita en lo absoluto el analfabetismo digital.

En el sistema de salud reside una de las mayores muestras de lo anacrónico que es el funcionamiento de las instituciones públicas, pues toda la información de los pacientes a escala nacional está fragmentada, no existe un registro nacional digital que concentre las historias clínicas de los pacientes y nadie confía en que las instituciones públicas manejen con responsabilidad nuestros datos personales. La fragmentación de la data atenta contra el buen uso y administración de nuestros datos personales, pero la mayoría de ciudadanos en el país no lo sabemos. La información médica de cada persona le pertenece a esa persona, pero actualmente, “para obtenerla, es necesario rogar a distintos funcionarios”, reclama Samir. Por todo esto, la historia de su madre es la historia de todo un país.

“La comunidad y la igualdad de derechos nos va a permitir cambiar el estatus quo”. Leslie Jarrín.

Ahora bien, las personas que más padecen enfermedades en Ecuador son, precisamente, quienes menos acceso tienen a la tecnología y a ese sistema de salud. Esta paradoja refleja el estado de deshumanización en el que se halla nuestra comprensión de la vida humana.

“Una de las lecciones que nos deja la pandemia es la necesidad de priorizar la salud para enfrentar diversas situaciones, que en el caso de Ecuador particularmente, debido a la falta de insumos y experiencia, jugó un rol negativo ocasionando más de 40.000 fallecimientos en exceso en comparación con el 2019”, recordó en ese foro el doctor Fernando Sacoto, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Salud Pública.

Es que las cifras son frías y desde esa frialdad hemos tratado a nuestra salud. La pandemia evidenció la urgencia de transformar el sistema mediante la articulación de todas las instancias de la sociedad. Las alianzas público-privadas, la contratación pública sin restricciones ni secretismos, y sobre todo la participación protagónica de las y los pacientes y sus familias en las decisiones sobre sus cuerpos son primordiales para garantizar este derecho fundamental.

Un movimiento social, una comunidad

En el mejor de los casos, en medio del desencanto, los pacientes hemos delegado nuestra salud a los médicos y no cuestionamos cuando alguien habla de ella, de nuestro cuerpo, de nuestra vida. Por eso Goctors se considera un movimiento social, una comunidad en crecimiento que pretende llenar un vacío y, con el ejemplo, forzar a esa estructura estatal fosilizada a dar los primeros pasos hacia un cambio profundo. Leslie Jarrín, gerente de Innovación y Estrategia de Goctors, habla de generar un tipo de ola en la sociedad. “Cuando uno como paciente es activo, la historia del sector salud cambia”, dice.

Goctors

Enric Castillo, gerente de Aceleración de Goctors, cree que la startup es un ejemplo de “rebelión solidaria” que permite a las y los pacientes que enferman preocuparse únicamente por su recuperación y no de si su tarjeta de crédito tiene fondos, de si puede comprar o no los medicamentos necesarios o de que la mesa familiar quede vacía por atender su salud. “Un sentimiento de comunidad de personas rebeldes con ganas de romper el estatus quo (…) Somos pacientes trabajando por pacientes”, asegura este español residente en Ecuador.

“Mientras más somos, más vamos a poder ejercer nuestros derechos”, dice, de su lado, Samir. Se trata -aclara- de “mover nuestra indignación hacia lados positivos”.

Y tú, ¿también perdiste la paciencia?

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