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Alfonsina, a quien Mercedes canta

Al menos una vez escuchamos a Mercedes Sosa cantar Alfonsina y el mar, la famosa zamba compuesta por Ariel Ramírez, con letra de Félix Luna. Pero, ¿quién es la mujer que se adentra en las aguas en busca de versos? Alfonsina Storni es uno de los íconos latinoamericanos de la literatura posmodernista. Tuvo una vida intensa que terminó con su suicidio en Mar del Plata, en 1938. Su poesía está impregnada de lucha, audacia, amor y feminismo.

Imagen del sitio artesycosas.com

Por Yalilé Loaiza / @yali_loaiza

Alfonsina y el mar es una de mis canciones favoritas. La zamba interpretada por Mercedes Sosa cuenta la historia de un suicidio. Una mujer se sumerge en el mar, va a buscar poemas y se lleva con ella penas; eso dice la pieza compuesta por Ariel Ramírez y Félix Luna. La canción cuenta que “Alfonsina no vuelve”, que “se va con su soledad”.

Alfonsina nació en Suiza pero vivió en Argentina. Alfonsina Storni fue escritora, poeta, actriz y maestra. Es considerada uno de los íconos de la literatura postmodernista. Los temas de su trabajo son la lucha, el amor y la reivindicación de la mujer. Fue amiga del escritor uruguayo Horacio Quiroga y de la poeta chilena Gabriela Mistral.

En 1880, la familia Storni se radicó en San Juan, Argentina. Fundaron un pequeña empresa cervecera –Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía.– y, para 1891, regresaron a Suiza. Un año más tarde nació Alfonsina. Su familia regresó a San Juan en 1896, allí Alfonsina crea sus primeros recuerdos y este, además, resulta curioso por la similitud con una anécdota de ese otro argentino célebre que es Macedonio Fernández (1874-1952):

«Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta».

La mudanza de los Storni a Rosario fue el inicio de una vida llena de altibajos para Alfonsina.

Luego de viajar con la compañía de teatro de José Tavalli, en 1909, Alfonsina decidió ingresar a la Escuela para Maestros Rurales. La nombraron celadora y el sueldo que recibía era de cuarenta pesos. Sin embargo, invertía veinticinco de ellos en pagar el cuarto donde vivía. Según la biografía escrita por Josefina Delgado, en 1910, Alfonsina viajaba los fines de semana pero nadie conocía a dónde iba. Coincidencialmente, empezó a tener mayores ingresos.

Ese mismo año, en un evento donde se conmemoraba la Batalla de San Lorenzo, mientras Alfonsina cantaba en el escenario, alguien dijo que era “la muchacha que cantaba en Rosario, en un lugar de dudosa reputación”, a lo que el público respondió con risas. Luego de esta escena, Alfonsina escribió: “después de lo ocurrido no tengo ánimos para seguir”. La esposa del comisario del lugar fue quien encontró la nota, y luego empezaron a buscar a Alfonsina. La encontraron llorando en un barranco. Si bien unas horas más tarde recuperó la calma, esta anécdota pudo ser un presagio de lo que sucedería 28 años después.

En 1911, Alfonsina se trasladó a Buenos Aires. Un año más tarde, en abril, nació su único hijo: Alejandro. La identidad del padre es desconocida. Luego del parto empezó a colaborar en revistas como Caras y Caretas.

Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,
que yo no pude ser como las otras, casta de buey
con yugo al cuello; libre se eleve mi cabeza!
Yo quiero con mis manos apartar la maleza.

Durante ese periodo, Alfonsina encontró un anuncio de la empresa Freixas Hermanos donde se solicitaba un “corresponsal psicológico”. Fue la única mujer en aplicar para el puesto, así que insistió hasta que le permitieron rendir la evaluación para el cargo. Unos días después le indicaron que el trabajo era suyo. Por ser mujer, el sueldo que percibía era de doscientos pesos –el empleado anterior ganaba cuatrocientos–.

Si bien Alfonsina tuvo varios oficios, nunca dejó de escribir. Esto le permitió conocer a otros escritores, entre ellos a Horacio Quiroga. En su correspondencia, el escritor uruguayo se refiere a Alfonsina con respeto. Se sabe que ambos acudían al cine y escuchaban las piezas de Wagner.

Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.

Al revisar la obra de Quiroga, encontré su cuento El Espectro. En él, Quiroga cuenta la historia de una pareja que acude a los estrenos cinematográficos en el Grand Splendid de Santa Fe. Tal vez, el escritor se inspiró en su amistad con Alfonsina para describir ciertos aspectos de la historia de los protagonistas, pues narra un ‘amor imposible’.

La amistad de Alfonsina con Horacio duró hasta que él conoció a su segunda esposa, en 1927. Sin embargo, cuando este se suicidó, en 1936, Alfonsina le dedicó unos versos donde se presagiaba, una vez más, el que sería su final:

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…

Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías…
Allá dirán.

Alfonsina tuvo cáncer de mama. Ella conoció su diagnóstico luego de un paseo en la playa, donde recibió un golpe fuerte en el pecho. Entró a cirugía en 1935, pero lo que se creía era un tumor benigno tenía ramificaciones. Se cree que el dolor que el cáncer le producía fue una de las razones por las que decidió suicidarse.

En 1938 viajó a Mar del Plata, llegó un 23 de octubre y partió para siempre dos días después. Durante su corta estadía, escribió una carta a su hijo Alejandro y también escribió “Voy a dormir”, un poema de despedida que envió al diario La Nación. En la madrugada del 25 de octubre, Alfonsina salió de su habitación y saltó al mar. Su cuerpo fue encontrado por la mañana.

Voy a dormir

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides… Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…

Su vida intensa hizo que en 1957 se estrenara una película dirigida por Kurt Land, que retrató su historia. Asimismo, la zamba que canta Mercedes fue inspirada en el poema de despedida y convirtió su suicidio en un mito romántico.

Alfonsina, su vida y su obra demuestran que fue “un alma desnuda” en sus versos, que se convertía en una “loba” cuando se trataba de defenderse y de tomar decisiones y que, sin duda, estaba soñando embelesada como cuenta en su poema “Esta tarde”. La poeta del mar vivió con la misma intensidad con la que escribió sus versos. Ahora, la zamba cobra mayor sentido, pues cada palabra nos permite entender quién es Alfonsina a la que Mercedes canta.

https://www.youtube.com/watch?v=xts23a1u_fo