Por Josué Araujo / Fluxus Foto

En Ecuador y en buena parte de América Latina, el Día de los Difuntos y de todos los santos reúne a la fe católica y cristiana con la ancestralidad indígena. La comida, la música y la familia extendida son elementos que perduran en la tradición.

Los habitantes de la parroquia quiteña de Calderón –originalmente llamada Carapungo, vocablo kichwa que significa Puerta de los Caras– conservan hasta hoy la costumbre de visitar el cementerio y compartir comida con sus antepasados. Cada 2 de noviembre, las familias se reúnen alrededor de los sepulcros de sus seres queridos a pasar el día, algunos piden que otras personas recen para las almas de sus muertos y, a cambio del favor, les ofrecen pan, colada morada y ushucuta –un plato cuyo nombre quiere decir granos tiernos cocidos con ají y que sería el precursor de la tradicional fanesca.

Hoy, la ushucuta incluye papa, arveja, carne de res mezclada con una base de maní, y registra muchas variaciones, según se disponga de los ingredientes en cada familia. Además, las familias llevan frutas, colada morada, guaguas de pan y uno que otro ‘gustito’ que haya tenido el difunto en vida, como un dulce o un vaso de cocacola.

La minga es otra de las tradiciones que Calderón revive cada 2 de noviembre. Madres, padres, abuelas, abuelos, hijos e hijas, nietos y nietas dedican la jornada a limpiar las lápidas de las tumbas, y las adornan con coronas y flores.

Foto: Josué Araujo / Fluxus Foto

De acuerdo con la cosmovisión andina, los difuntos este día están de fiesta, por eso también hay música. Algunos entonan yaravíes acompañados de una guitarra, como se acostumbraba durante la colonia; otros, más globalizados, prefieren el mariachi o las serenatas con tríos. «Para despedir bailando o con lágrimas, según sea la interpretación, ya que en vida el muertito disfrutaba esta música», nos comenta don José Farinango, de 53 años. Avanzada la mañana, don José ha visitado ya el cementerio de Llano Grande, ahora está en el de Calderón y luego acudirá al de Oyacoto, para seguir compartiendo canciones con su guitarra y con su familia.