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Sombras bajo un nuevo umbral

Pancho Prado y Nelson García, miembros fundadores del grupo quiteño Umbral, se propusieron un encuentro con la cantante e intérprete María Tejada y el guitarrista francés Donald Régnier. Permutaciones es el nombre del concierto. ¿Y el lugar?, el bar cultural La Estación, uno de los sitios más activos en la capital ecuatoriana en cuanto al fomento de la música. Esta es la crónica de un ensayo y al mismo tiempo es una historia comprimida de cuatro vidas entregadas a la música.

Foto: LBE.

Por Diego Cazar Baquero / @dieguitocazar

Yo que soy el que ahora está cantando
seré mañana el misterioso, el muerto,
el morador de un mágico y desierto
orbe sin antes ni después ni cuándo. Jorge Luis Borges

El piso más alto de un edificio de La Floresta huele a incienso. Hay libros, vino, madera y una vista amplia del sur de Quito de noche. Hay una mesa redonda y alrededor de ella se sienta la música. Huele a hogar.

I’m too old for this shit!”, dice el Pancho Prado, el de Umbral –esa banda que entre los ochentas y noventas instauró en Ecuador la ola de la canción urbana, con himnos como ¿A dónde vas? o Idilio. A su lado, Nelson García –el otro Umbral– se sienta al piano y el piano es otro pariente más a la mesa.

https://www.youtube.com/watch?v=3ul2-3h82Hc

–¿Cuál es la importancia de reunirse alrededor de una mesa hogareña –le pregunto a ‘Nel’–, para ensayar, compartir partituras, una copa, unas picadas, y hacer música como la elegida para este show en La Estación?

–Es importante porque no es necesario –me dice, apuntando con sus ojos a las teclas–, es un lujo, un regalito, un juego en el verdadero y profundo sentido de la palabra.

Entonces llega el guitarrista Donald Réigner, con su hijo, Isaac, a quien ha ido a ver luego de sus clases de artes marciales. Su madre, la cantante María Tejada, recibe al pequeño y enseguida se encarga de cambiar su ropa y de prepararlo para su noche. “Ninguno de los cuatro tiene necesidad alguna de hacer esto –continúa Nelson–, de ahí un poco la broma de ‘I´m too old for this shit’”.

La música huele a hogar.

***

Del otro lado del Umbral, acá, en la segunda década del siglo veintiuno, María Tejada es una de las voces femeninas más sólidas y relucientes de la música hecha en Ecuador. De una familia de artistas, criada por sus abuelos pintores, creció rodeada de música. “Mi madre fue mi primera maestra, me enseñó muchas melodías”, recuerda. Luego residió en Francia durante diez años y esa experiencia hizo de ella una mujer íntegramente musical. En 1999 conoció al francés Donald Régnier y desde entonces, sus dos universos empezaron a entretejerse con sonoridades. “Yo empecé a tocar música latinoamericana hace más de 20 años –me cuenta Donald–. Mi primer encuentro fue con la música brasileña cuando yo estaba estudiando computación en la universidad. Después de eso me conecté con la comunidad latina de mi zona, en Francia: músicos brasileños, cubanos, peruanos, chilenos, venezolanos. Pero fue con mi encuentro con María que descubrí la música ecuatoriana”.

En 1999, la pareja hacía música brasileña y cubana. Fue en el 2004 cuando los ritmos ecuatorianos se insertaron en su repertorio.

Donald mira la música latinoamericana desde afuera y ese es el valor que su mirada le imprime a cada interpretación. “Paso mucho tiempo escuchando, estudiando y transcribiéndola, pero el rato de tocar, hago algo mío con ella. Es un proceso muy natural para mí”. Donald lee una serie de partituras, las relee, pasa las páginas, se detiene, vuelve a mirar y luego se concentra en las cuerdas de su guitarra. Mira a los demás músicos alrededor de la mesa de su hogar y sonríe extático.

–La teoría musical no es más que la explicación de cómo componen e improvisan los grandes músicos. Pero la música viene primero y la teoría después, y no al revés –me aclara más tarde–. Para mí, no hay conflicto entre los dos. Sería como comparar un libro de cocina y un plato preparado por un chef. El uno explica al otro, pero no hay cómo confundirlos. La teoría explica la música, pero no se pueden confundir. Lo importante es la música, no la teoría.

Ahora, Donald y María son parte de esta caprichosa sombra bajo un nuevo umbral.

–Pancho, ¿cómo nació la idea de juntar a Donald y María en un reencuentro tan particular que incluye temas de Umbral?

–En el lanzamiento del último cidí de Umbral, El último balcón de Guápulo, compartimos con María y Donald un par de temas, y siempre hubo una gran química personal entre nosotros. Admiramos mucho su talento también y se dio una constelación de dos ‘matrimonios’. De un cuaternario arquetípico, que simboliza una totalidad, surgió la idea espontáneamente de hacer este proyecto, Permutaciones, que es una combinación de todas las posibilidades de actuación entre los cuatro.

–Veo que es tangencial a este show la idea del azar. ¿Cuál es el rol de ese azar y cuál es el papel de ese mismo azar en tu vida como músico?

–Luego se nos ocurrió que el factor azar podría ser importante en este encuentro y decidimos que el azar, a través del Tarot, sea el que elija en vivo el orden de los temas. En Umbral siempre las cosas se dieron por puro azar, y, personalmente, creo que lo esencial en la vida siempre ocurre azarosamente.

María se emociona. Evoca. Cuando canta y busca los tonos para continuar, lo hace con las cejas, con las manos, con la mirada a veces escondida detrás de los párpados, ocupándose de buscar la quintaesencia de la melodía. María recuerda sus años de colegio, cuando entre guitarreadas cantaba ¿A dónde vas? sin imaginar que años más tarde lo haría junto a sus mismos compositores y con su propia voz.

–Cantar junto a Umbral es algo muy emocionante. No salgo de la felicidad –me dice María–, saberme cantando y compartiendo música con ellos me conmueve sobremanera. Si alguien me hubiera dicho a mis quince años que algún día conocería de cerca a Pancho y a Nelson, y que tocaríamos juntos, no me lo hubiera creído.

Para el Nel, compartir escenario con el Pancho –su compañero musical de toda la vida– es un asunto que tiene que ver con la magia, “con esas conexiones más profundas”.

Donald piensa y siente. Siente y piensa: «Claude Debussy decía que la música está en todo lado, menos en el papel».

Nelson –las ponzoñas por manos sobre el teclado.

Pancho a la guitarra y a la voz.

María en el delirio aterciopelado de la palabra cantada.

Y estas Permutaciones creadas para un solo espectáculo, en La Estación, saben a hogar y parece que se repetirán.

Are you old for this shit?

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