Por María Isabel Yánez Tatés / @Doulamaisay

Rosa es una madre adolescente de escasos recursos y hemos protegido su identidad. Tiene 16 años, estudia en un colegio público de Quito y vive en Sangolquí. Me recibe en un pequeño cuarto arrendado en el segundo piso de una vivienda modesta donde vive con su hermana y su sobrina. Unas gradas de madera antigua me llevan a ella. Está en su cama debido al dolor.

Antes de la cuarentena, Rosa ya vivía su embarazo “con alegría y tensión, pero ahora es peor”, me cuenta preocupada. Es que durante el confinamiento, la atención médica pública cambió y asistir al control del embarazo se volvió aún más difícil. “Yo me atendía en el Hospital de la Policía, gracias al seguro de mi papá, pero ahora no puedo llegar hasta allá. Me tomaría más de 5 horas llegar a pie, no hay ni buses, si fuera por mí, me quedaría en la casa, pero me duele al orinar y en el centro de salud al que fui no me quisieron atender”, me confesó Rosa en mayo. 

Gracias a la ayuda de una fundación que apoya a madres adolescentes, Rosa recibió atención médica en casa, además de un ecosonograma obstétrico, luego de que sufrió una alerta por un posible parto prematuro. El apoyo que recibió ayudó para que su embarazo llegara a feliz término. Rosa ahora ya es madre en medio de la pandemia.

Como Rosa, muchas mujeres se han visto obligadas a buscar alternativas para controlar su embarazo y dar a luz durante los meses de aislamiento y distancamiento social, pues los centros de salud restringieron sus servicios para dar priodridad a los pacientes con Covid-19. Los protocolos debido a la emergencia han dejado a varias madres sin atención y en una profunda angustia.

Muriel Tremont es venezolana y vive en Guayaquil. Cuando llegó la pandemia ella cumplía 37 semanas de embarazo. Su plan inicial era dar a luz en el Hospital Guasmo Sur. “A la semana 38 de gestación me informaron que no podría dar a luz ahí porque allí llegó el paciente cero y sería hospital covid -me contó Muriel-; yo quería un parto respetado, a la final viví mi labor de parto en casa y di a luz en la maternidad del sur”.

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Imagen: G. Santa Rosa / Creative Commons.

Muriel dio a luz a una niña en la semana 40. Llegó a las seis y media de la mañana a la Maternidad del Sur, con nueve centímetros de dilatación. Su bebé nació a las siete. Luego de 24 horas de hospitalización, madre e hija ya estaban en casa. “Una entra al sistema de salud y queda incomunicada con el mundo de afuera, mi esposo no tenía noticias de nosotras, no sabía cómo avisarle que estábamos bien. Yo tenía mucha sed por la lactancia y no sabía que debía llevar mi propia agua. Mi esposo se vio obligado a pagar a alguien del hospital para que le tomaran una foto a mi bebé y saber que estábamos bien”, recuerda.

Para nadie es nuevo que en Ecuador, como en la mayor parte de países de la región, la decisión sobre el lugar para dar a luz depende mucho de la situación económica de la madre y de su familia. Sin embargo, durante la pandemia, las madres que pueden acceder a una atención médica privada tampoco están exentas de preocupaciones, pues no todos los hospitales o clínicas están libres de pacientes sospechosos de covid. Entonces, ¿qué sucede en este tiempo de pandemia con las mujeres que no pueden optar por el tipo de ayuda que tuvo Rosa? ¿Cuántas  madres como Muriel, a última hora, han tenido que redefinir el lugar donde dar a luz? ¿Cuáles son los lugares  a los que las mujeres en labor de parto pueden acudir con seguridad? ¿Qué deben hacer si requieren de un  control urgente durante el embarazo y qué hospitales son seguros? 

El virus, solo el virus

En Ecuador, como en el resto del mundo, los centros de atención hospitalaria han generado cambios en su infraestructura y dinámicas de funcionamiento nuevas, con el fin de dar prioridad a los pacientes con el virus, para evitar exponer a la población a un incremento de los contagios. Los directivos de los hospitales implementaron nuevos protocolos y planes de contingencia y se adaptaron áreas de atención en los exteriores de los hospitales.

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Imagen: Parto / Cortesía.

En Quito hay hospitales en los que antes de la pandemia había atención en consulta externa en varias especialidades, pero hoy están destinados a recibir únicamente pacientes con covid-19 para hospitalización, y están ya saturados, como ocurre con el hospital Pablo Arturo Suárez, catalogado por el Ministerio de Salud Pública como hospital centinela para covid. Lo mismo ocurre con el Hospital de Calderón. El Hospital Gineco Obstétrico Nueva Aurora atiende a mujeres embarazadas con diagnósticos de alto riesgo y además sospecha de covid. La Maternidad Isidro Ayora recibe a mujeres embarazadas en labor de parto, sin covid, mientras que el hospital Baca Ortiz está habilitado para recibir a niños y bebés con sospecha de covid.

Hasta el momento no existe un plan de información oficial dirigido a las madres embarazadas con o sin covid. No existe un protocolo donde se señale a qué hospitales asistir. La única recomendación clara para todos es el distanciamiento social y quedarse en casa mientras la emergencia se mantenga. “A mí lo único que me dijeron es que espere hasta el día del parto, que me quede en casa y que llame al 171 en caso de sospechas de covid, o que llame al número de emergencia a pedir una ambulancia -cuenta Muriel-; empecé a buscar información y no encontré. Lo único que me ayudó fue el soporte que encontré en grupos de WhatsApp y redes sociales, doulas y otras mujeres que estaban pasando por lo mismo”.

Una mirada documentada

Durante la curva más alta de la pandemia, cuando no se sabía a ciencia cierta cuál sería el comportamiento del virus, se hicieron los primeros estudios para determinar que el parto natural y la lactancia no son riesgosos, aún si la madre fuera portadora del virus.

Según datos de la Organización Panamericana de la Salud, se recomienda el parto vaginal aún en infecciones de covid-19 y la cesárea solo cuando esté médicamente justificada. Las decisiones de parto de emergencia y de interrupción del embarazo son difíciles y se toman en función de la edad gestacional, la gravedad de la condición materna y la viabilidad y bienestar fetal.

Según los pronunciamientos de la Organización Mundial de la Salud, no hay casos de madres que hayan contagiado a sus bebés debido al parto natural o la lactancia. De acuerdo con resultados basados en muestras de líquido amniótico, sangre del cordón umbilical, flujo vaginal, muestras de garganta neonatales o leche materna, no se ha hallado evidencia del aumento de resultados maternos o neonatales severos. Únicamente se habla de casos en los que adquirieron el virus durante el tercer trimestre y se presentaron algunos casos de ruptura prematura de membranas, sufrimiento fetal y partos prematuros.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), 40 de cada 100 mujeres en el Ecuador han experimentado por lo menos un hecho de violencia obstétrica a lo largo de su vida.

Este año, la frase de la Semana Mundial del Parto Respetado fue “mi decisión debe ser respetada”. Según la guía del Ministerio de Salud Pública del Ecuador Recomendaciones para los profesionales de la salud para el manejo y cuidado de la salud de las mujeres durante el embarazo, el parto, puerperio, periodo de lactancia, anticoncepción y recién nacidos en caso de sospecha o confirmación de diagnóstico de Covid-19, la experiencia de parto segura y positiva implica el trato respetuoso y digno. La parturienta debe estar acompañada por una persona de su elección durante el parto, debe propiciarse la comunicación clara del personal del servicio de maternidad y debe haber estrategias adecuadas de alivio del dolor, movilidad en el trabajo de parto, de ser posible, y elección de la postura del parto. Pero muchas de estas recomendaciones no se cumplen. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), 40 de cada 100 mujeres en el Ecuador han experimentado por lo menos un hecho de violencia obstétrica a lo largo de su vida. La Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres dice que “se considera violencia obstétrica a toda acción u omisión que limite el derecho de las mujeres embarazadas, o no, a recibir servicios de salud gineco-obstétricos. Se expresa a través del maltrato, de la imposición de prácticas culturales o científicas no consentidas o la violación del secreto profesional, el abuso de medicalización, las acciones que consideren los procesos naturales de embarazo, parto y postparto como patologías”.

Por eso, con o sin Covid-19, es importante que se priorice siempre el bienestar de madre y bebé, y que la futura madre pueda sentir que se respetan sus decisiones, de manera que pueda vivir una experiencia de parto más respetada.

La partería, una opción invisibilizada

“Mi mamá es partera y yo era niña cuando me llevaba a apoyar los partos -cuenta Martha Arotingo, partera tradicional de Cotacachi-, nos ven como primitivas, cavernícolas que no sabemos pensar, eso es humillante para nosotras y nos quieren normar. Ya somos pocas, hay jóvenes que ya no se interesan en esto; ¿para qué?, les dicen, para eso ya están los médicos”.

Hasta antes del siglo XX, cuando se comenzó a institucionalizar y sanitizar el parto, parir era un acto ritual eminentemente femenino. De esta manera se generaban también las dinámicas e imaginarios sobre la cultura y la manera de habitar los territorios. En Ecuador, esta práctica se ha mantenido, sobre todo en la ruralidad, gracias a la figura de la partera tradicional. Mujeres acompañando a mujeres y juntas transmitiendo el conocimiento de generación en generación.

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Imagen: Senado Federal Brasil / Creative Commons.

“Con la sociedad capitalista, el proceso de producción para el mercado se separa del proceso de reproducción de la vida, este último se feminiza y se invisibiliza, no es reconocido como trabajo, así que las trabajadoras en las filas de la reproducción no son consideradas trabajadoras reales, no son pagadas, y para su sustento, deben ser sometidas a los hombres”, escribió Silvia Federici, en su libro Calibán y la bruja.

La partería fue un oficio y hoy es una práctica transgresora de un sistema en el que la mujer que va a parir no es la protagonista, y en el que sus deseos y necesidades son lo último que se toma en cuenta. Al ingresar a la sala de partos de un hospital, generalmente se queda sola, dejando atrás a su familia o comunidad. Es que el parto, durante mucho tiempo, fue una vivencia colectiva, con un acompañamiento cercano de las familiares de la parturienta y la partera. Lo singular de este complejo sistema es que la Organización Mundial de la Salud dice que “la partería abarca la atención dispensada a las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio, así como la atención que recibe el recién nacido. Incluye medidas destinadas a prevenir problemas de salud en el embarazo, la detección de anomalías, la búsqueda de asistencia médica si es necesario, y la aplicación de medidas de emergencia en ausencia de ayuda médica”. No obstante, esto no ocurre en el sistema de salud público y privado del Ecuador.

La partería ancestral necesita ser reconocida como una opción para todo tipo de mujeres y como una práctica  con autonomía para atender el parto desde ese aprendizaje milenario y sagrado en cualquier ámbito de la sociedad. Hoy más que nunca, las mujeres en la ciudad buscan otras opciones para su alumbramiento y el parto en casa se convierte en una alternativa.

¿Por qué hay mujeres que deciden dar a luz en casa?

Muchas mujeres eligen parir en casa por el deseo de dar a luz sin medicamentos para el dolor, sin la intensificación o inducción del trabajo de parto, o monitoreo excesivo de la frecuencia cardíaca fetal. También lo eligen para evitar tactos innecesarios o ser tratadas como sujetos de aprendizaje.

Muchas mujeres prefieren parir cerca de su familia y evitar la insatisfacción que sienten con la atención hospitalaria. Algunas quieren sentir libertad y control en el proceso de parto, otras lo deciden por sus convicciones culturales o religiosas y algunas más por falta de acceso a transporte y por el menor costo.

Parir en casa es una opción en la que es menos probable que una mujer se sienta obligada a renunciar al contacto piel con piel, al alojamiento conjunto, o incluso a la lactancia.

El mejor sitio y la mejor manera de dar a luz

El mejor sitio y la mejor manera de dar a luz son elección de la mujer. Donde se sienta segura, cómoda y tranquila, en donde sienta que sus decisiones son respetadas. Las decisiones informadas son importantes y beneficiosas para la madre y su bebé. Esta es una decisión de cada madre y nadie debe juzgarla. Está claro que las decisiones informadas contribuyen a una baja del porcentaje de cesáreas innecesarias. En Ecuador, los porcentajes de cesárea sobrepasan el 15 % recomendado por la OMS. Según algunos estudios, en Guayaquil sobrepasa el 70%.

En Ecuador existen pocos hospitales privados que busquen adaptar sus espacios y protocolos al paradigma del parto respetado. A nivel público, una opción poco conocida son los Centros de Salud tipo C, que son espacios en donde existe consulta externa, laboratorio, servicio para emergencias y salas de parto, UTPRS Interculturales, cuyo equipamiento facilita el parto en libre posición. Sin embargo, por poca difusión o falta de conocimiento, una mínima parte de las mujeres decide dar a luz en casa o en una unidad tipo C del Ministerio de Salud Pública.

En Ecuador, los porcentajes de cesárea sobrepasan el 15 % recomendado por la OMS.

El parto con pertinencia intercultural es un mandato constitucional en Ecuador, y es que la atención integral de salud consta en el Artículo 360 de la Constitución y, en casos de embarazo, parto y nacimiento debe contemplar tanto a la madre como al niño. Esta atención se inicia desde el momento de los controles prenatales a la madre. En ellos se le previene sobre las señales de peligro durante el embarazo, enfermedades preexistentes o ciertas condiciones como la edad de la madre sobre los 35 años, la adolescencia, el elevado número de partos previos, entre otras. Durante los últimos controles, se utiliza un modelo reducido de plan de parto.

Aquí varias ideas de plan de parto de la organización española El Parto es Nuestro. 

En el momento del parto, en los centros de Salud tipo C, la atención debe brindar una intención humanizada. El permitir deambular a la parturienta, que tenga acompañamiento, que pueda beber líquidos, que pueda elegir la posición del parto o usar la vestimenta adecuada a su cultura son opciones que inciden en la seguridad de la madre y en la reducción de complicaciones obstétricas. Las llamadas prácticas integrales de parto, como la lactancia materna durante la primera hora de vida, el apego piel con piel y el pinzamiento oportuno del cordón umbilical garantizan un inicio de vida adecuado tanto para el bebé, como para afianzar el vínculo de la madre con el bebé. 

En Ecuador, según datos del MSP, desde el 2015 hasta hoy se han atendido más de 13 785 partos en libre posición y más de 26 804 partos tuvieron el acompañamiento de un familiar elegido por la parturienta. El acompañamiento a la parturienta durante la pandemia ha sido limitado, debido a la implementación de los nuevos protocolos, no está permitido el ingreso al padre ni a ningún acompañante. Las Unidades de Trabajo de Parto, Parto y Recuperación del primer y segundo nivel de atención del sistema de salud ecuatoriano han sido readecuadas hace más de 10 años, con la infraestructura y equipamiento necesarios, como pelotas, colchonetas, barras sujetadoras para trabajo físico durante la labor, sogas o fulares de tela para sujeción durante la etapa de pujo y sillas de parto vertical. Estas salas adoptaron colores cálidos, como también  equipos de audio para que la mujer junto a su acompañante puedan escuchar música relajante. El objetivo de estas salas es ofrecer un ambiente cálido y amigable, garantizar que las mujeres reciban atención respetuosa y con pertinencia intercultural, pues, por un lado, el ambiente menos hospitalario favorece la segregación de las hormonas necesarias para la evolución del parto, y por otro, también permite a las mujeres optar por diferentes posturas al momento del nacimiento de su bebé, según la Guía de uso de equipamiento de las unidades de trabajo de parto, parto y recuperación.

En Guayaquil al inicio de la pandemia, muchos centros de salud fueron cerrados. “El centro de salud Guangala lo cerraron durante dos meses porque dijeron que no estaban en condiciones de recibir gente», cuenta Muriel. Ahora ya está abierto para vacunas y pruebas de talón. Según funcionarios del MSP, todos los centros de salud tipo C no han dejado de funcionar durante la pandemia.

Recomendaciones

Para empezar, es necesario saber que en Ecuador, el parto en casa no es ilegal. No hay una normativa que lo califique como tal. Más bien la Constitución prioriza el derecho de la madre para elegir libremente el lugar donde dará a luz. Entonces, si eliges esta opción, sigue estos pasos:

  • Asegúrate de conseguir personas calificadas, seguras y de confianza. Puede ser un obstetra, un médico especialista o una partera ancestral. En fin, es siempre recomendable que reúnas a un equipo responsable y probo.
  • Busca una Acompañante Perinatal-Doula Certificada, quien te acompañará en todo el proceso de tu maternidad: antes, durante y después de la gestación. Las doulas no atienden partos, pero los acompañan y pueden apoyarte con medidas de confort durante tu parto en casa o en el lugar que elijas.
  • Asegúrate de que durante el trabajo de parto en casa, haya un proveedor de atención médica que vigile periódicamente tu temperatura, pulso, presión arterial y la frecuencia cardíaca del bebé.
  • La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda que esté presente al menos una persona entrenada cuya responsabilidad principal sea el cuidado del recién nacido.
  • Pide al proveedor de atención que elijas, que haga arreglos con un hospital cercano para asegurarte de que puedan trasladarte y tratarte rápidamente si fuera necesario.  Que disponga de equipo de monitoreo, ambulancia con todo el equipo necesario para atender una emergencia.
  • Crea un plan para el parto.¿De qué manera quieres que sea el parto? ¿Amamantarás a tu bebé inmediatamente después del parto? Analiza tu plan de parto con el proveedor de atención y pregúntale sobre los suministros que necesitarás, tales como recubrimientos protectores para el piso o para el colchón.

No olvides que durante un parto planificado en casa es posible que tengan que trasladarte a un hospital para controlarte o tratarte si se presentaran complicaciones. Tu proveedor de atención médica podría recomendar una transferencia al hospital:

Si el trabajo de parto no avanza

Si el bebé presenta signos de sufrimiento fetal

Si el bebé no está colocado de cabeza

Si necesitas aliviar el dolor

Si tienes presión arterial alta

Si tienes sangrado.

¿Cuándo no dar a luz  en casa?

La American College of Obstetricians and Gynecologists aconseja no tener un parto planificado en casa:

  • Si tu embarazo es considerado de alto riesgo. 
  • Si tienes un embarazo múltiple
  • Si tu bebé no está colocado en posición de cabeza para el parto
  • Si anteriormente te practicaron una cesárea. Recuerda que si es posible un parto vaginal después de una cesárea pero de preferencia en una clínica u hospital.

¿Un parto en casa es peligroso?

Aunque la gran mayoría de las mujeres embarazadas que deciden tener a su bebé en casa tienen partos sin complicaciones, vale la pena tener todas las precauciones necesarias, pues tener un parto en casa no significa dejar de lado un plan preventivo en caso de que la labor, el parto o postparto inmediato cambien de comportamiento con respecto a lo esperado.

El parto en casa representa un riesgo cuando quienes lo atienden o acompañan no están preparados ni cuentan con un plan cuidadoso y bien definido para los posibles escenarios. Los porcentajes de que salga algo mal en un parto vaginal son muy bajos, sin embargo, es mejor prevenir antes que lamentar.

En países industrializados y con un modelo de salud más eficiente, como Australia, Reino Unido, Holanda y otros, se ha demostrado científicamente que el parto electivo domiciliario, en mujeres de bajo riesgo, es seguro.

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Daniela de la Torre tiene 21 años, está en su semanas 32 de embarazo y ha decidido un parto en casa. “Las mujeres sin información podemos ser presas del miedo -dice-, no hay suficiente información al respecto. El parto tiene que ver con la decisión de cómo mi hijo va a ser recibido en el mundo. Muchas cosas se marcan desde el momento en que los bebés llegan al mundo, por eso ahora siento seguridad, felicidad y me siento conectada con la idea de que mi bebé nazca en mi espacio  junto a mi familia”. Daniela como otras madres en este tiempo de pandemia ha tenido que dejar de lado todo lo que no ayude a su estado emocional.

Muriel  nos dice que dejó de ver noticias y tomó todas las medidas de seguridad cuando necesitaba salir. “Tuve que desprogramar mi mente del miedo que ha traído este tiempo de pandemia”.

Las madres que han dado sus testimonios para este artículo representan una fracción mínima de la cantidad de historias vividas en Ecuador, en este tiempo de emergencia sanitaria. El soporte de la familia y de la comunidad son importantes para maternar y criar a los hijos. La responsabilidad sobre los nuevos seres humanos que habitarán la tierra nos corresponde a todos. El momento de nacer genera una impronta en el cerebro humano que definirá a las sociedades.

La reconocida médico y psiquiatra infantil Ibone Olza cree que “es obvio que el momento del parto implica riesgo, que está naciendo una vida y, por tanto, es necesario protegerla al máximo. Pero con un poquito de imaginación y sentido común, tendría que ser posible que cualquier mujer, sin contar con el dinero para ello, pudiera dar a luz con seguridad, en un ambiente de respeto y confianza”.

Las decisiones informadas son fundamentales. Parir en casa es un derecho que, asumido con responsabilidad, puede convertirse en una de las mejores experiencias para la mujer y su familia. Dar a luz en casa podría representar una disminución de gastos y recursos en el sistema de salud de nuestro país. Por ello es esencial que el Estado le preste atención.

La ciencia no está divorciada de lo natural. Somos un país intercultural, multiétnico, y hablar de parto en casa implica que nos sintamos involucrados. Es importante recuperar lo que siempre nos perteneció desde la soberanía de nuestros cuerpos. El parto nos pertenece, como a Rosa, a Muriel, a Daniela y a todos los nombres de mujeres, madres que se sientan identificadas con la necesidad de buscar información y  nuevas opciones para traer a sus hijos al mundo, más aún en tiempos de pandemia.


María Isabel Yánez Tatés es Comunicadora Social, Acompañante Perinatal-Doula y Asesora de lactancia. Además, es Tecnóloga en Desarrollo Humano y Social, Diplomado en Psicología Gestalt y Duelo Perinatal.