Por Ana María Carvajal / @anymini

De los 584 niños, niñas y adolescentes que han sido atendidos en el Hospital Pediátrico Baca Ortiz (HPBO) a causa de covid-19, hasta inicios de agosto del 2020, cuatro han muerto. Tres de ellos sufrían enfermedades preexistentes que afectaban su sistema inmunológico.  

Aunque la tasa de mortalidad en infantes y adolescentes tiende a ser menor al 1 % en todo el mundo, existen dolencias previas que vuelven vulnerables a las personas, independientemente de su edad. Del total de niños que acudieron durante los primeros cinco meses de la emergencia con síntomas sospechosos de covid-19 al Baca Ortiz, 219 han sido hospitalizados y otros 329 pacientes fueron atendidos en casa, aplicando indicaciones del personal médico. Este centro hospitalario recibe a diario a pequeños que enfrentan cuadros de cáncer, leucemia, insuficiencia renal y varios otros problemas de salud.

El Baca Ortiz tiene 34 especialidades para consulta externa y 12 para hospitalización. Sin embargo, debido a la covid-19 se han destinado áreas de Cirugía General, Clínica General, Infectología, Clínica de Especialidades, Neumología, Neonatología y Cuidados Intensivos para aumentar camas y tratar a los pequeños contagiados por el nuevo coronavirus. El incremento acelerado de casos en Quito hace que la capacidad del único hospital de especialidades pediátricas de la ciudad se vea amenazada.

Hasta febrero pasado esa casa de salud contaba con 267 camas distribuidas en especialidades como Oncología, Neonatología, Cirugía Plástica y Cardiotorácica, Cirugía General, Urología y Traumatología. Pero con la declaratoria de emergencia por la pandemia, en marzo pasado, se aplicaron normas de distanciamiento, y ahora, el Baca Ortiz únicamente dispone de 120 camas para todos sus pacientes libres de coronavirus.  

Sin embargo, las autoridades del Ministerio de Salud respondieron en un correo electrónico que “el Hospital Pediátrico Baca Ortiz tiene la capacidad de atender a los pacientes que han requerido hasta el momento”. Un médico que pidió no ser identificado asegura que las proyecciones sobre los contagios en Quito significan un grave riesgo para los niños, niñas y adolescentes que puedan contagiarse en las próximas semanas. Si se registra una saturación -lo cual podría ser inminente de acuerdo con la curva de crecimiento de contagios en la ciudad-, los pacientes oncológicos no tienen alternativa, pues Solca, el hospital especializado en atención a personas con cáncer, tiene la política de no admitir a pacientes pediátricos oncohematológicos positivos a coronavirus.

De hecho, de los cuatro pequeños fallecidos que el Hospital Pediátrico Baca Ortiz reporta, tres presentaban patologías oncohematológicas y uno tenía lupus eritematoso. La Barra Espaciadora consultó las edades de las víctimas, pero esa información no nos fue proporcionada.

Henry Caballero, director médico de Solca, nos explicó que este no es un hospital para atender a pacientes con covid-19 porque está especializado en el tratamiento de personas con cáncer, para quienes el virus implica un riesgo mayor. Los cuidados se extreman en Solca por tener pacientes más vulnerables ante el virus, por eso, se implementa desde marzo un plan de contingencia que busca evitar que quienes padecen covid-19 entren. Eso incluye un filtro afuera del hospital, en donde se toma la temperatura de forma manual y con cámaras térmicas, y se hace un screening. Quienes presentan síntomas respiratorios se quedan en el área externa, para ser evaluados y decidir cómo seguirá su tratamiento.

Caballero recordó que al inicio de la pandemia se ofreció a las autoridades de salud del Ministerio recibir pacientes oncológicos de la red pública que no estuvieran contagiados, para atenderlos en sus instalaciones y así liberar espacios en clínicas u hospitales que sí pueden atender a gente afectada por el coronavirus. Pero hasta ahora no se ha puesto en práctica un plan estatal para que esa medida se implemente sistemáticamente.

Solca también tiene un área aislada para asistir bajo medidas de bioseguridad a quienes den positivo hasta que puedan ser derivados a otros hospitales que sí atienden casos de covid-19. De 2 000 triajes realizados en el área externa hasta mediados de julio, unos 70 dieron positivo al coronavirus. Sin precisar la cifra, Solca respondió a La Barra Espaciadora que no registra “un número importante” de personal médico que haya dado positivo a este virus.

La baja rotación y un sistema saturado

Los pacientes hospitalizados y aún más quienes están en cuidados intensivos deben pasar varias semanas ocupando camas mientras el número de contagios aumenta y desborda el sistema hospitalario. En el Baca Ortiz -si se analizan los últimos cinco meses-, no es difícil comprobar que las condiciones se tornan adversas progresivamente. Según el mismo Ministerio de Salud Pública, hasta el pasado jueves 30 de julio, del total de niños hospitalizados por covid-19 en ese hospital, dos pacientes nefrológicos requirieron de cuidados intensivos y allí recibieron hemodiálisis. Otros siete niños con covid-19, vulnerables por padecer cáncer, también fueron hospitalizados en esa unidad.

Al inicio del azote de la pandemia en la capital, el hospital pediátrico tenía siete camas asignadas en hospitalización y ocho para cuidados intensivos de pacientes sars cov 2 positivos. Pero la baja rotación de camas por el incremento de casos demanda constantes ampliaciones en su capacidad hospitalaria.

El Ministerio de Salud confirmó que hasta la primera semana de agosto se habían dispuesto 68 camas del Baca Ortiz para este tipo de casos. Cinco de ellas son para neonatos que padecen la enfermedad, 48 para niños mayores y 15 para quienes requieren de cuidados intensivos.

Las 68 camas para pacientes covid-19 están repartidas en siete unidades: tres para niños positivos para coronavirus, dos son para sospechosos, una para cuidados intensivos para covid-19 y una para neonatos con la enfermedad. Cada niño está en un cubículo junto a su madre o tutor responsable en las áreas de hospitalización clínica. Si los pequeños están en áreas de Cuidado Crítico, los familiares solo pueden recibir información telefónica sobre su estado. El hospital destinó un área especial para los pacientes oncológicos y otra para pacientes nefrológicos con sospecha o diagnóstico de covid-19. Allí hay equipamiento para hemodiálisis y diálisis peritoneal.

Foto: Miguel Ángel Romero / Flickr.

Cuando hay casos sospechosos, los niños que lo requieren permanecen de tres a cuatro días hospitalizados en el área para este fin, hasta que se confirme mediante el resultado del hisopado. Quienes dan negativo pasan al área correspondiente del Baca Ortiz para atender sus patologías de base.

Pero los pacientes solo pueden recibir el alta si obtienen dos hisopados negativos, y antes debe analizarse su estado general. El problema surge debido a que el tiempo de hospitalización de cada niño es incierto y muchos , aunque hayan cumplido sus tiempos de aislamiento, continúan mostrando pruebas positivas para covid-19 debido a su inmunodeficiencia, y no pueden recibir el alta incluso un mes después. Además, cuando presentan comorbilidades o la familia no tiene posibilidades de atender al pequeño en casa, el internamiento puede prolongarse. Esto provoca limitaciones en otras áreas del hospital. El médico que nos pidió no ser identificado alerta que, de aumentar los casos, sería inevitable que pacientes sospechosos de tener covid-19 tengan que estar junto a aquellos que tienen diagnóstico positivo confirmado y de esa manera los contagios aumenten incluso dentro del hospital.

En un reporte que la Secretaría de Salud del Municipio de Quito presentó el martes 4 de agosto al Concejo Metropolitano, se informó de que en la ciudad había 105 pacientes en espera de una cama de hospitalización para covid-19, pero solo había 55 disponibles, 35 de ellas en el Baca Ortiz y en la Maternidad Luz Elena Arismendi. Tan solo una semana antes, según el respectivo reporte de la Secretaría de Salud, en la ciudad había 55 pacientes esperando por una cama de este tipo, lo que representa un incremento del 100 % en solo siete días.

En tres meses, entre el 29 de febrero y el 3 de junio, en Quito se confirmaron 3 842 casos de covid-19. Tras el cambio de semáforo a amarillo y en apenas 67 días, la cifra escaló en más de 12 000 casos. Con corte al 8 de agosto se habían detectado 16 019 y la capital se mantiene como la ciudad del Ecuador con más casos positivos del nuevo coronavirus. Cerca del 3% está en el rango de  edades que pueden recibir atención en el Baca Ortiz (entre 0 y 14 años, 11 meses y 29 días). Solo en la provincia de Pichincha, las muertes en exceso en relación con el promedio histórico pasaron de 775 en junio a 1 735 en julio.

Los niños y niñas en riesgo

En julio, una publicación de la revista científica The Lancet Child & Adolescent Health recogió los resultados de un estudio realizado por el Instituto de Salud Infantil Great Ormond Street del University College de Londres, Reino Unido, que concluyó que, en general, el covid-19 es leve en los niños. Del total de chicos que requirieron de atención médica, el 62% fue hospitalizado, el 13% sufrió complicaciones por las que necesitaron oxígeno y el 8% llegó a terapia intensiva. El estudio concluyó que la tasa de mortalidad en ese grupo de pequeños fue menor al 1%.  

Aunque toda la población puede infectarse por coronavirus, es menos frecuente que los pequeños se enfermen de covid-19 o presenten cuadros graves. Según un reporte de Mayo Clinic, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos determinaron que entre los 150 000 casos de esta enfermedad detectados en ese país hasta el 2 de abril, solo el 1.7 % fueron niños.

La pediatra, neonatóloga y docente de la Universidad UTE María Luisa Félix explica que en general los niños inmunocompetentes (cuyo organismo puede tener una respuesta inmunitaria normal) enfrentan al virus de modo favorable. En más del 90% de los casos presentan un proceso respiratorio leve o asintomático. Sin embargo, aunque la comunidad científica y médica sigue conociendo poco a poco al virus, se sabe que la mortalidad es mayor en bebés menores de un año o en niños inmunodeprimidos.

Esto último significa que padecen alguna enfermedad inmunológica primaria de base, como síndromes raros, que en general son pocos, pero su vulnerabilidad es mayor.  Otro grupo en riesgo son los pequeños que tienen cáncer o leucemia, al igual que aquellos que sufren de males autoinmunes como el lupus, la artritis, algunas anemias, etc. En todos estos casos, la medicación deprime sus defensas.

También están en riesgo los niños que tienen enfermedades de base cardíacas congénitas, de los pulmones, los riñones, neurológicos, como parálisis cerebral infantil o daños neuromusculares que no les permiten respirar con fuerza, o bebés prematuros con displasia broncopulmonar, que necesitan de oxígeno por mucho tiempo.

La complicación más frecuente por covid-19 en niños es la falla respiratoria. Pero hay otras muy distintas entre sí como delirios, convulsiones, ictus isquémicos (accidentes cerebrovasculares), falla  renal, lesiones en la piel, encefalitis y hasta lesiones en uñas y problemas psiquiátricos.

También se analiza el síndrome inflamatorio multisistémico, llamado Kawasaki like por su similitud con la enfermedad que inflama los vasos sanguíneos de todo el cuerpo. Es un síndrome raro que en la mayoría de pacientes requiere de hospitalización. “El virus puede dar manifestaciones desde la cabeza hasta los pies, no se puede encasillar en una sola cosa”, explica Félix.

En el Baca Ortiz, las complicaciones más frecuentes que se han atendido son Síndrome de Respuesta Inflamatoria, choque descompensado y PARDS (Síndrome de Dificultad Respiratoria Pediátrica). Además, desde que la OMS  lanzó en mayo una alerta sobre casos de Kawasaki like en pacientes afectados por el nuevo coronavirus, en Quito se han presentado seis de los 57 casos sospechosos en personas de 0 a 19 años, que se reportan en el boletín epidemiológico 007, del Ministerio de Salud Pública.

Los chicos tienen síntomas como fiebre durante tres días, inflamación de ganglios, urticaria, inflamaciones cutáneas y de mucosas, conjuntivitis bilateral, dolor abdominal, diarrea, vómito, taquicardia, hipotensión y shock.

La mayoría de casos relacionados con Kawasaki like en el país fueron niños de 1 a 4 años y de 5 a 9 años. Según la cartera de Salud, a 46 de los 57 chicos con sospecha de padecer el síndrome se les tomaron muestras para un examen de PCR  para determinar si estaban infectados con el sars cov 2. 25 de ellos dieron resultado negativo, 17 estaban siendo procesadas en laboratorio al publicarse el boletín, 11 requirieron de hospitalización y tres de cuidados intensivos.

Medidas sobre menores de edad

El director médico de Solca, Henry Caballero, advierte que “el Covid-19 no discrimina edad ni sexo, está comprobado que puede llegar a ser letal en niños y adolescentes. Es fundamental comprender la importancia de la prevención, fomentar hábitos de higiene constante, de distanciamiento social, uso de mascarilla, y sobre todo, el evitar la exposición innecesaria”.

Desde el punto de vista de prevención, dice la doctora Félix, hay medidas que en general son relativamente fáciles de cumplir para evitar que los niños con comorbilidades se contagien, como el aislamiento, el distanciamiento social, el lavado de manos y el uso de mascarilla.

Un niño vulnerable debe estar a más de dos metros de personas ajenas al ámbito familiar y siempre con mascarilla. Eso reduce las posibilidades de contagio, siempre y cuando los padres no rompan la cadena de prevención.

Un familiar que sale de casa nunca debe dirigirse sin mascarilla a un niño inmunodeprimido. Los pequeños menores de tres años ni van a tolerar ni deben usar mascarilla porque podrían asfixiarse, y por ello sus familiares deben esforzarse más en protegerlos.

Félix recomienda a los padres de niños de alto riesgo que reporten a su médico de cabecera cualquier sospecha, porque no es lo mismo un niño de cinco años inmunocompetente frente a un niño vulnerable. “Lo ideal es tener un sistema creado para que los pacientes de riesgo que ya son conocidos en un hospital público tengan un canal de comunicación y direccionamiento directo, como existe en el nivel privado, porque se puede hacer una teleconsulta para manejar la situación en casa cuando el niño está estable”. Sin embargo eso no existe.

“Al mismo tiempo que parece sencillo, debemos aceptar que lamentablemente no hay medicamento ni vacuna para que se pueda tomar algo cuando se estuvo en contacto con alguien infectado. Tenemos que aferrarnos a las medidas y ser expertos y más rápidos en su aplicación”, dijo Félix.