Desde 2020, la ciudad de Tena, en las estribaciones andinas de la Amazonía norte de Ecuador, enfrenta el aumento de población derivado del auge de la minería que azota a la provincia de Napo sin regulaciones ni control estatal. A esto se suma la expansión del área urbana sin planificación, que provoca aumentos en la temperatura del suelo, el agua y el aire por la pérdida de bosques.

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Por Diego Cazar Baquero / @dieguitocazar

Dentro de su negocio de comidas y bebidas, en la terminal terrestre de Tena, Tatiana* se refugia del calor y recuerda que llegó a esta ciudad amazónica hace unos veinticinco años. Lo hizo junto a su madre, nacida en la provincia andina de Imbabura. “Cuando nosotros vinimos aquí, del puente carrozable se lanzaba la gente al río, a nadar. Ahora ese río se cruza y hasta la rodilla creo que le da”, cuenta la mujer treintañera nacida en Quito. El puente del que ella habla pasa sobre el río Tena y forma parte de la infraestructura turística del Malecón Escénico de esta urbe que crece con inusitada rapidez. 

En 1990 la gente de la Amazonía que vivía en ciudades era apenas del 6%. En 2010 ya constituía el 38%. En 2022 sólo en el cantón Tena la población había aumentado en casi 34% y sumaba 80 816 habitantes. Creció a un ritmo de 2,4% anual, mientras el país lo hacía apenas al 1,33% de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Durante el último medio siglo, otras ciudades amazónicas ecuatorianas como Lago Agrio, Shushufindi o Francisco de Orellana (Coca) se han expandido sin planificación, empujadas por la industria petrolera que se ha instalado en sus inmediaciones. 

Pero la pequeña ciudad de Tena experimenta un crecimiento más acelerado aún y en un tiempo más corto que las demás, gracias al avance de la minería de oro que desde 2020 ejerce gran presión sobre su área urbana. 

“Ahorita estamos con una problemática que es la minería −reconoce Jimmy Reyes, actual alcalde de Tena, en entrevista con el equipo de La Barra Espaciadora−, gobiernos anteriores fueron entregando concesiones”. Reyes asegura que la responsabilidad del avance de la minería no es de la Municipalidad sino del Gobierno central. “Yo presenté una carta indicando de que nos oponemos a que Tena sea un cantón minero y me dijeron que es política del Estado, que nosotros tenemos que actuar en base a nuestras competencias y que todo lo que corresponde al extractivismo, es decir, a sectores estratégicos, ellos lo manejan desde planta central con sus ministerios”.

−Es demasiado, se han secado hartísimo los ríos −se queja Tatiana. 

−¿Será la minería lo que está secando los ríos? −le pregunto.

−No sé, pero, imagínese, vea ahí −Tatiana señala una pared frente a su local, en donde hay varios anuncios pegados, y lee en voz alta−: ‘Oferta laboral. Minería’. Todos ofrecen porque es mucho dinero lo que se gana y ahora está Tena un poco corrompido también por la minería mismo. Hace poco mataron a un señor por el hospital. Ajuste de cuentas, dicen. Porque era minero.

En un muro de la terminal terrestre de Tena, se exhibe un anuncio de trabajo como “ayudante de minas y canteras”. Foto: Armando Lara.

El vertiginoso crecimiento de la zona urbana está provocando un inusual aumento de temperaturas de suelos, ríos y aire, y amenaza también a las áreas protegidas más cercanas, principalmente a la Reserva Biológica Colonso Chalupas, según investigaciones de la Universidad Regional Amazónica Ikiam, la Fundación Ecociencia, y de acuerdo con la constatación in situ de La Barra Espaciadora.

Algunas fuentes locales consultadas para esta historia pidieron aparecer solamente con nombres ficticios (*), debido al alto riesgo que enfrentan −según sus propios testimonios− por la presencia recurrente de actores criminales vinculados con la minería ilegal y el narcotráfico.

Las islas de calor de Tena

−¡Venga acá porque allá está el sol! −grita Tatiana*. 

La terminal terrestre donde está su negocio y la Plaza Cívica de la ciudad registran las más altas temperaturas promedio (37,9º C y 37,4º C, respectivamente), de acuerdo con una investigación que lleva adelante la Universidad Regional Amazónica Ikiam, bajo la dirección del ingeniero ambiental y catedrático Gabriel Gaona.

Son las 4:35 de la tarde. Los pequeños restaurantes de la terminal lucen vacíos, pero el ruido de los motores y las bocinas en la avenida 15 de Noviembre −principal arteria vial− dan la sensación de que el calor aumenta. La vecina del quiosco de al lado ha extendido un gran plástico sobre sus mesas para hacer algo de sombra y llamar a algún cliente. Mientras espera, un perro callejero camina lento, se refugia bajo una silla y jadea a ratos. 

Tatiana tiene la suerte de que a su local no llegan los rayos del sol, aunque el sopor del pasillo le escarcha de sudor el cuello y el pecho. No le va bien con la venta de comida a esta hora, excepto por una pareja indígena waorani que acaba de bajar de un bus y pide un par de secos de pollo, un agua de jamaica y un jugo de tamarindo para refrescarse.

Los datos históricos de la iniciativa MapBiomas Ecuador (1985−2023) muestran el proceso de acercamiento de la minería a la ciudad. De acuerdo con una interpretación de estos datos realizada por el científico Pedro Paulo Souza-Lopes, del Programa de Formación en Ecología Cuantitativa del Instituto Serrapilheira, de Brasil, a primera vista, no existe una relación de la minería con el aumento de temperaturas. La transición de uso del suelo mantuvo una tendencia aparentemente estable y una transición importante de suelo agrícola a bosque entre el 2001 y el 2023. Sin embargo, si se mira con detalle, la proporción de infraestructura urbana y minería aumentó considerablemente en el área de 10 kilómetros alrededor de la ciudad de Tena.

Gráfico, Mapa

El contenido generado por IA puede ser incorrecto.
Fuente del gráfico: Instituto Serrapilheira. Datos: MapBiomas Ecuador Colección 2.0

Un reporte del Monitoring of the Andes Amazon Program (MAAP), liderado por tres organizaciones no gubernamentales ambientales agrupadas en Amazon Conservation, advirtió ya en 2022 que entre 1996 y 2020 hubo un aumento de superficie minera de casi 210 veces en toda la provincia. En 1996 se detectaron apenas 2,6 hectáreas de explotación minera en Napo, pero para el 2020 ya había 556,8 hectáreas. El período de mayor actividad se concentró en apenas cuatro años: entre el 2016 y el 2020.

La primera detección de minería que muestra MapBiomas ya en la ciudad de Tena y sus inmediaciones ocurrió en 1998, con apenas 0,72 hectáreas, pero en 2023 la superficie tomada por la minería alcanzó 440 hectáreas de sus zonas circundantes, un crecimiento de más del 600% en 25 años. El Instituto Serrapilheira observa que las tierras agrícolas y los bosques son, precisamente, los que cedieron paso a la minería. De hecho, el proceso de transición muestra que una parte del bosque primero se transformó en tierra agrícola y después en minas.

Fuente del gráfico: Instituto Serrapilheira. Datos: MapBiomas Ecuador Colección 2.0

“Estamos perdiendo estos servicios ecosistémicos y, por ende, tenemos la elevación de temperatura en estos sectores”, explicó  Jorge Villa, especialista en sistemas de información geográfica y sensores remotos de la Fundación EcoCiencia, a este equipo periodístico. Dijo que esos servicios ecosistémicos que brindan los bosques son vitales cuando de temperatura se trata por tres razones fundamentales: emiten gran cantidad de vapor que las nubes condensan y que luego se convierten en lluvias, lo que funciona como “un regulador climático”; absorben la radiación solar que llega a la tierra, “no la reflejan, como sucede con las carreteras o el cemento, sino que [los árboles] utilizan esa energía para sus procesos biológicos”; ofrecen gran cantidad de sombra. Esto es lo que no existe en las zonas de minería, por eso, “tienden a subir su temperatura y como están al lado de los ríos, tienden a elevar también la temperatura de estos cuerpos de agua”.

Un posterior reporte de MAAP difundido en marzo de 2023 probó un incremento del 300% de la minería en Napo desde el 2015, y apenas el 17% de ese incremento se registró fuera de las concesiones mineras oficiales.

Mapa Base. Minería en la provincia de Napo, Ecuador. Datos: EcoCiencia.; ARCERNNR.

La población inmigrante -de dentro y fuera del país- y varios habitantes de la ruralidad del cantón Tena y del resto de la provincia de Napo se asocian de manera directa o indirecta con el avance desmedido de los focos de minería aurífera. Los datos del MAAP reflejan que la minería cada vez está más cerca de la zona urbana y, por lo tanto, repercute en sus dinámicas.

“Las islas de calor urbano se producen cuando las ciudades experimentan una mayor temperatura ambiental que las presentes en sus espacios periféricos y rurales colindantes”, dice el documento de presentación del proyecto de investigación Islas de calor en la amazonia noroccidental. El caso del gradiente urbano rural de la cuenca del río Tena, dirigido por Gaona. 

La infraestructura de la terminal de transporte terrestre de Tena es de cemento y hierro y no hay vegetación en ningún lugar de esa inmensa cuadra. “Es por el tipo de material que sube la temperatura”, insiste el científico. Por eso, la terminal ha sido catalogada como una de las principales islas de calor en la ciudad.

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En este gráfico, los valores de la temperatura superficial del suelo (LST, por sus siglas en inglés) se presentan como si fueran alturas cuando las temperaturas del suelo en los sitios señalados superan los 33 °C. El efecto visual es el de un archipiélago de calor. Fuente del gráfico: Universidad Regional Amazónica Ikiam. Diseño: Daniel Cazar Baquero / La Barra Espaciadora. 
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Imagen del satélite Planet a abril de 2025, que muestra la escasa distancia que aún separa a la ciudad de Tena del cantón Archidona. Entre las dos poblaciones se registra un inusitado crecimiento urbano y de actividad comercial, además del aumento de tránsito vehicular vinculado con la actividad extractiva minera. 

Así mismo, los más altos niveles de temperatura del aire registrados por Ikiam alcanzan los 45º C en el día y los 40º C en la noche. Ikiam mide la temperatura del aire cada 15 minutos, en varios puntos de la ciudad, a 1,5 metros sobre el suelo.

Para medir el efecto de calentamiento vertical, Ikiam se enfocó en tres usos del suelo distintos: bosque, zonas edificadas y pastizales, según me explica Pablo Meneses, quien también forma parte del equipo de investigación. 

Con sensores en drones, los científicos miden las afectaciones y analizan cómo esos cambios de temperatura afectan a las distintas especies de anfibios, pues estos animales son bioindicadores para comprender los cambios de temperatura. Meneses busca también comprobar si existen lo que él llama “recambios de especies” en estos gradientes, derivados de la expansión urbana, y advierte que el caso de Tena puede ser útil para analizar el fenómeno de islas de calor en otras ciudades amazónicas más populosas de Perú o Brasil. Su indagación científica se encuentra aún en proceso.

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En este gráfico, correspondiente a un análisis realizado en 2017 por el equipo de investigación de Ikiam, se señala en color rosa la temperatura del suelo y en color gris la temperatura del aire. Imagen: Universidad Regional Amazónica Ikiam.

−Venga, sí hay almuerzos, sequitos, vaya comiendo, venga, pollito asado” −insiste Tatiana, algo resignada. Está esperando “a que baje el sol para salir con los quimbolitos”. Su voz aguda se cuela entre la cumbia andina que suena en otro local.

−Venga, siga, sí hay puestos, vaya comiendo, vaya comiendo, venga…

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Un trabajador de la cooperativa de transporte Baños de Agua Santa aprovecha el tiempo de espera en la estación, en medio de una tarde sofocante, para limpiar la carrocería de la unidad que minutos más tarde iniciará otro recorrido. Foto: Armando Lara.
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Las tiendas y almacenes de la avenida 15 de Noviembre, en el centro de Tena, exhiben ventiladores en promoción y equipos de aire acondicionado. Los vendedores callejeros ofrecen también sus productos: pequeños ventiladores de juguete para los niños, bebidas refrescantes y otros. Foto: Armando Lara.
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Camila*, una niña de 8 años, decidió esperar en la vereda de un restaurante a que sirvieran los platos que su familia había pedido para almorzar. El calor dentro del local le resultó insoportable. Foto: Armando Lara.

“Más población, más necesidades” en la aspiracional metrópoli

Una de las premisas de las que partió la investigación de Ikiam sostiene que la Amazonía ecuatoriana ha sido la región con las tasas de crecimiento poblacional más altas de Ecuador durante las últimas décadas. 

El área del estudio de Ikiam corresponde a lo que denominan el gradiente urbano−rural entre Tena y Archidona, es decir, a la zona que conecta a Tena −la capital provincial− con el pequeño cantón de Archidona, ubicado a escasos cinco minutos de recorrido en auto. Entre estas dos poblaciones se encuentran otros pequeños centros poblados como Muyuna, Chambira y Alto Pano, donde se registran aumentos de temperatura considerables a nivel de suelo, probablemente relacionados con la llegada de nuevos vecinos a estas zonas y a estas nuevas urbanizaciones tenenses.

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Gradiente urbano−rural entre Tena y Archidona, dos pequeñas ciudades que parecen juntarse rápidamente debido a la expansión de infraestructura urbana y a la pérdida de cobertura vegetal. Foto: Universidad Regional Amazónica Ikiam.
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Jimmy Reyes, alcalde de Tena, en entrevista con La Barra Espaciadora. Foto: Armando Lara.

Jimmy Reyes, el alcalde de Tena, aseguró que el crecimiento de la ciudad se debe a la inmigración  proveniente de otras provincias del país que “vienen a buscar la Amazonía porque a Tena le ven como una opción y, obviamente, con más población [hay] más necesidad”.

La Municipalidad de Tena tomó los datos del INEC y aclaró que el incremento de inmigrantes entre 2010 y 2022 en el cantón fue del 210,25%, con una tasa anual de crecimiento del 9,89%. Se trata de personas de otras localidades de Ecuador y de fuera del país. “Por los efectos de la inseguridad −dice Reyes−, la gente, en especial del centro de la sierra, ya no está optando por ir a la costa sino que vienen para acá; hemos tenido feriados en los que la ocupación hotelera sobrepasa, ha tenido la gente que arrendar casas”. 

En el noroccidente de Tena, colina arriba, está el barrio El Buen Pastor. Los lugareños lo conocen como el 4X4, pues en esos terrenos hubo hasta hace poco dos pistas improvisadas para la práctica de ese deporte motorizado. Pero si comparamos el paisaje de este vecindario de inicios de 2025 con su apariencia en mayo del mismo año, resulta irreconocible. Sobre el espacio donde una de esas pistas funcionaba el Gobierno de la Provincia de Napo −con apoyo de la Municipalidad− levantó una cancha de fútbol profesional cuya construcción terminó el pasado febrero. A inicios de abril se terminó de levantar un templo católico a escasas cuadras colina arriba y en el sector se han abierto caminos monte adentro. Algunos no conducen a ninguna parte.

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Campo de fútbol profesional en el barrio El Buen Pastor. Foto: Armando Lara.
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Templo católico en el barrio El Buen Pastor, cuya construcción terminó en abril de 2025. Foto: Diego Cazar Baquero.

Luis Benavides −un albañil quiteño− baja a pie junto a su sobrino Santiago por una de esas calles de tierra recién abiertas. Ese jueves llovió “de milagro”, dice él, y no pudieron trabajar en la construcción de una vivienda para la que fueron contratados cuatro meses atrás. “Este lugar de acá es un barrio que está en crecimiento, de personas un poquito mejor acomodadas”, asegura Luis.

Para avanzar deprisa en la construcción de las nuevas viviendas, trabajan entre cuatro personas: dos albañiles, un peón y el maestro mayor o jefe de obra. Un albañil −cuenta Luis− gana 170 dólares por semana, o sea, 680 al mes. El jefe de obra, en cambio, recibe 40 dólares por cada día de trabajo.

En este vecindario se han multiplicado los rótulos de venta de casas y terrenos. Santiago nota que se venden rápidamente. Dice que algunos estaban en venta hace pocos días “pero ya han quitado los rótulos”. Una casa en este sector puede costar 48 000 dólares. Los terrenos tienen entre 250 y más de 1 000 metros cuadrados y cuestan hasta 10 000 dólares.

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En El Buen Pastor y otros barrios altos de Tena, la compra y venta de terrenos o viviendas así como el aumento de la construcción de edificaciones es notorio. Estas imágenes corresponden al barrio El Buen Pastor y fueron captadas en abril de 2025. Fotos: Diego Cazar Baquero.

Muy cerca de ese barrio vive la madre de Tatiana. “Donde vive mi mami solo había tres casas y ahora todos son edificios”, cuenta.

“A raíz de que hay más población también hay más vehículos, la movilidad también ha ido afectando”, reconoce el alcalde Reyes y añade: “Hemos apostado a trabajar en lo que es servicios básicos insatisfechos, esa es la mayor problemática que tenemos en la parte urbana; y en la ruralidad: cobertura de agua, agua segura, sobre todo para la parte rural, porque ahí todavía tenemos un déficit de agua segura. De igual manera de alcantarillado, para proteger el tema ambiental y de los ríos; la vialidad también es una problemática todavía…”.

En efecto, durante el recorrido realizado por La Barra Espaciadora se comprobó que la densidad vial en las periferias altas de Tena es considerable. Vías recién asfaltadas, postes de alumbrado público y muchas propiedades en venta son los rasgos del paisaje. “Hay muchas vías que se abren en las propiedades privadas y hay propiedades de varias hectáreas de superficie”, explica Gaona. 

“Hay una visión de construir casas tipo ciudad en zonas que no son ciudad −dice el investigador de Ikiam−, en ese proceso de tratar de emular una ciudad donde no hay ciudad, se encarece el bien porque empiezas a requerir materiales como zinc o empiezas a usar materiales que no se producen en la ciudad como el cemento, combinado con materiales importados”. 

Otros polos de expansión de la ciudad son los que se dirigen hacia Archidona, Puerto Napo, Pano y la Reserva Biológica Colonso Chalupas (RBCC). “Con este boom de la migración hacia Tena, se han empezado a crear subespacios en terrenos grandes”, añade, para el arriendo o la venta de terrenos a personas inmigrantes.

La amenaza a las áreas protegidas también aumenta

Solo en Napo, el avance de la minería amenaza a cinco áreas protegidas: el Parque Nacional Cayambe Coca, la Reserva Ecológica Antisana, el Parque Nacional Llanganates, el Parque Nacional Sumaco-Napo-Galeras y -precisamente- la Reserva Biológica Colonso Chalupas, esta última ubicada en el flanco occidental de la ciudad de Tena y de la pequeña ciudad de Archidona.

Según Byron Lagla, director de Áreas Protegidas y Otras Formas de Conservación del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica, de entre 78 que conforman el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), la Reserva Biológica Colonso Chalupas es la más afectada por minería ilegal en todo el país. “Nosotros estamos sitiados por minería y petróleo -asegura Lagla-, el Plan de Manejo dice que no se puede hacer nada más [ahí] que no sea conservación, pero hay minería ilegal”. 

Ikiam comenzó a funcionar en octubre de 2014, orientada al estudio e investigación en Ciencias de la Vida y de la Tierra. Ese mismo año se creó la RBCC, con 93.246 hectáreas y al menos seis ecosistemas que sirven de laboratorio vivo para los proyectos de investigación.

Científicos de la Fundación EcoCiencia probaron que el aumento de las temperaturas que experimenta Tena repercute en el agua y que estos fenómenos ejercen presión también a la RBCC. Su zona de amortiguamiento es una de las áreas altas que rodean a la ciudad. En esas colinas es fácil ver espacios de bosque talados. “Abrir vías por cualquier lado genera una presión importante sobre esta zona de amortiguamiento −observa Gabriel Gaona− y, obviamente, sobre la reserva, entonces hemos encontrado que algunos corredores biológicos se han roto”. Este quiebre se debe a que la RBCC se ubica entre el Parque Nacional Llanganates y la Reserva Ecológica Antisana.

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Imagen ArcGis capturada del mapa de áreas protegidas del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate), que muestra la ubicación de la Reserva Biológica Colonso Chalupas, su vecindad con el Parque Nacional Llanganates y el Parque Nacional Antisana, que juntos conforman un corredor biológico amenazado, y su cercanía con Tena.

Un reciente reporte del MAAP, publicado el pasado 4 de mayo, confirma que más de un tercio de la deforestación por minería en los nueve países amazónicos se ha registrado en áreas protegidas y en territorios indígenas, lo que constituiría suficiente prueba de su ilegalidad. El informe señala que “Ecuador se ha convertido en un importante frente de deforestación por minería”.

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Imagen proporcionada por el satélite Planet, a abril de 2025, que muestra la conexión y la proximidad entre la Reserva Biológica Colonso Chalupas, a la izquierda; el cauce de los ríos Napo y Anzu, afectados por decenas de focos mineros, en la parte baja de la foto; y la ciudad de Tena, cuyo trazado aparece en la esquina superior derecha.
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Comparación de los tipos de cobertura de la tierra (a la izquierda) con la temperatura en la superficie del suelo (a la derecha). La mancha más prominente corresponde a la ciudad de Tena. Imágenes de la Universidad Regional Amazónica Ikiam.

“Diablito, diablito, haz que encuentre oro…”

−¡Está tremendos soles! −exclama Marcelo*, un campesino sesentón de origen costeño que llegó a Tena cuando tenía 13 años−; nosotros ya pusimos aire acondicionado, ¡si aquí quema! Ayer no estaba tan fuerte el sol, ¡pero hacía un calor tremendo!

Marcelo es dueño de tres restaurantes en distintos puntos de Tena. Todos los días despierta antes de las 3 de la madrugada y emprende camino desde su casa,  también en El Buen Pastor, y se dirige hacia uno de sus locales en una zona céntrica de la ciudad, para cocinar y alistar todo lo necesario para la jornada. Casi medio siglo de vida en esta ciudad le ha hecho sentirse un tenense más. 

De sonrisa fácil y un acento montubio que evoca sus raíces, el hombre moreno y ancho nos invita a pasar y toma un lugar en nuestra mesa.

−Entonces, ¿no es normal sentir este calor acá? −le pregunto, sin darle tiempo a acomodar su corpulencia en la banca.

−No. Todos estos días ha estado muy caluroso, si nosotros que somos de aquí lo notamos −suelta.

−Pero, ¿a qué se debe?

−A lo que van tumbando las montañas, a la minería; imagínese cómo están aquí [los mineros] y la tierra va calentándose −asegura, con la certeza que da la experiencia.

Pocos minutos después, llega Sandra*, la esposa de Marcelo. La mujer se presenta con susurros. Parece introvertida, de pocas palabras, pero al escuchar nuestra conversación no tarda en ofrecerse para acompañarnos a hacer un recorrido hacia la comunidad de Yutzupino y a las orillas del río Jatunyaku. En ese lugar, en febrero de 2022, se realizó el operativo Manatí I, un espectacular despliegue de fiscales, autoridades de gobierno, militares y policías en el que se decomisaron 148 retroexcavadoras que habían destruido kilómetros de ríos y selva. Un operativo que, sin embargo, no detuvo la minería ilegal sino que, más bien, ayudó a dispersarla por el resto de la provincia de Napo, como nos lo confirmó el fiscal provincial de Napo, Diego Segovia, en una entrevista en su despacho.

“La provincia suma cerca de 60 000 hectáreas concesionadas −aseguró el funcionario−, ¿es minería legal o es minería ilegal −se preguntó−; la Policía Nacional no puede entrar a esos lugares, este rato hay balaceras en frentes mineros, hay desplazamiento de gente…

Entre los ríos más afectados por ese foco minero en la zona estuvieron el Jatunyaku y el Yutzupino, que corren a pocos kilómetros de la zona urbana. 

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La situación empeoró luego del operativo. Por eso, el 25 de agosto de 2023, el Concejo Municipal de Tena mantuvo una sesión extraordinaria por pedido del fiscal Diego Segovia, quien conminó al alcalde Reyes y a sus concejales a solicitar al gobierno del entonces presidente Guillermo Lasso una declaratoria de estado de excepción focalizado en los puntos donde existe presencia de minería ilegal “e inclusive de grupos armados”; la declaratoria de emergencia ambiental por la inminencia de metales pesados en los ríos, y la reversión de todas las concesiones mineras en el cantón Tena por no haberse realizado la consulta previa, libre e informada que manda la Constitución. Pero la solicitud nunca fue atendida.

“No es un tema de falta de voluntad de la Policía Nacional ni de Fuerzas Armadas −dijo Segovia en esa sesión−, lamentablemente, el Gobierno no destina los recursos que se requiere [para] una movilización a gran escala del personal policial y militar; entrar con 200 o 300 a esa zona prácticamente es entrar en una inferioridad numérica, poner en riesgo la salud y la vida del personal policial y militar”. 

Hechos recientes, como el asesinato de 11 militares del Grupo de Selva 19 Napo, el viernes 9 de mayo, confirmaron que el crimen organizado es parte de esta actividad y que el aparato institucional del Estado no ha logrado frenar su avance.

El 28 de mayo de 2025, el gobierno del presidente Daniel Noboa anunció la suspensión de cuatro concesiones mineras que estaban en manos de la empresa china Terraearth Resources en lo que se conoce como el Proyecto Minero Tena. Se trató de las concesiones Talag, Confluencia, Anzu Norte y El Icho, todas ubicadas a escasos minutos del perímetro urbano de Tena. 

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Uno de los accesos a la concesión minera Talag, otorgada a la empresa china Terraearth Resources y suspendida a finales de mayo por el gobierno ecuatoriano. En esta concesión no se interrumpió ninguna actividad después de la suspensión oficial. Foto: Diego Cazar Baquero.
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Parte de la concesión minera Talag, otorgada a la empresa china Terraearth Resources y suspendida a finales de mayo por el gobierno ecuatoriano. En esta concesión no se interrumpió ninguna actividad después de la suspensión oficial. Foto: Armando Lara.

Sin embargo, horas después del anuncio, Beatriz*, una mujer que habita en las riberas del río Jatunyaku, dijo a La Barra Espaciadora que la suspensión no se acató. “Acá en el sector de Talag no han suspendido nada -aseguró-, hace minutos entraron la maquinaria cerca de mi terreno para lavar oro”. Una semana después, a inicios de junio, los mineros en las concesiones suspendidas continuaban minando sin control alguno.

El argumento que presentó el Ministerio de Energía y Minas para sustentar la suspensión de las concesiones señaló que la empresa china incumplió el plan de manejo ambiental aprobado por las autoridades. Terraearth Resources es la concesionaria minera con más territorio asignado en Napo y ha enfrentado al menos cuatro causas penales, una de ellas relacionada con un contrato de arrendamiento de uso de suelo para exploración y explotación minera, que sigue en curso, y otro con daños ambientales mal remediados. En total, la firma cuenta con 10 900 hectáreas en concesiones, lo que equivale a 13 300 canchas de fútbol profesionales. Como la que se construyó en el barrio El Buen Pastor, de Tena.

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Junto a Sandra, salimos del centro de la ciudad en auto. En pocos minutos tomamos un camino de tercer orden que lleva a Yutzupino, bordeando el río Napo. Pasamos por la comunidad kichwa El Ceibo, desde donde aún se puede ver actividad minera sobre los restos que quedaron después del operativo Manatí. El agua, a lo lejos, luce amarillenta porque hay todavía mineros rascando la tierra y el río. Ocho minutos después estamos en Yutzupino. Hay guardias privados y garitas. Hay mineros trabajando a la vista de cualquiera. Hay retroexcavadoras, volquetas y máquinas clasificadoras tipo zeta (que sirven para concentrar y procesar oro aluvial a bajo costo). El rechinar de los armatostes se fusiona con el ruido del motor de una camioneta azul grande, sin placas y con vidrios oscuros, que cruza en sentido contrario.

Bajamos del auto y avanzamos a pie hacia donde las máquinas operan.

Hay un campamento minero improvisado, hay mesas, hay tanques de combustible apilados. Hay alguien durmiendo y una gran retroexcavadora estacionada.

Pasamos por el barrio Illuku, ubicado al borde de las minas. A medio kilómetro, aproximadamente, tres volquetas van por material y vuelven para depositarlo en las procesadoras.

El terreno luce como una inmensa playa con piedras de río. “Eso no es río −aclara Sandra−, es todo lo que minaron, ya el río no hay. ‘Diablito, diablito, ayúdame a sacar oro’, decían, por eso es que ya no vienen muchos [turistas] extranjeros acá porque ya está todo contaminado”. 

Juseth Chancay, hidrólogo e investigador que trabaja con la Fundación EcoCiencia, levanta datos y diseña herramientas basadas en información satelital y modelos globales hidrológicos para determinar los niveles de degradación de la calidad del agua derivados de cambios de uso de suelo. Chancay probó que la degradación provocada en el río Jatunyaku ha causado una variación de entre 2 y 3 grados en la temperatura del agua con mediciones hechas desde 2004 hasta mayo de 2025.

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Este cuadro muestra una línea de tiempo en un período comprendido entre 1995 y 2025, en el que se aprecian las variaciones de temperaturas de cuerpos de agua comparadas: la línea azul corresponde a la zona de control, es decir, a la zona de la Reserva Biológica Colonso Chalupas que todavía no ha sido afectada por la minería, pero que se ve amenazada. La línea roja representa las variaciones registradas en Yutzupino, uno de los focos mineros cercanos a Tena. Imagen: EcoCiencia. 

Los datos muestran que las temperaturas más bajas se encuentran en la cuenca alta del río Tena y dentro de la Reserva Biológica Colonso Chalupas, y aumentan mientras más se acercan a la ciudad. Algunos de los ríos monitoreados son el Anzu, Ahuayaku, Colonso, Jatunyaku, Misahuallí.

Los puntos que están aguas arriba de la cuenca muestran un promedio de 22,17ºC. La zona denominada control señala un espacio antes de sufrir un impacto, funciona como la zona de referencia y determina cómo se comportarían los ríos si no sufrieran impacto. 

La zona de influencia de Tena, específicamente las zonas de Muyuna y Chambira, en donde se registran polos de expansión urbana, muestran 23,67ºC, es decir, un incremento de más de un grado con respecto a la referencia. Mientras que la zona baja de Yutzupino refleja una temperatura promedio de 24,71ºC, lo que representa un aumento de más de dos grados.

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Imágenes proporcionadas por EcoCiencia para explicar visualmente este reportaje. 

Otra investigación de Ikiam, publicada por el geocientífico Josué Ponce Ramírez en 2023, probó la presencia de metales pesados como arsénico, cadmio, plomo, cobre, mercurio, cromo y zinc en el río Huambuno mediante la toma de 20 muestras, de las cuales más de la mitad (el 53%) superaron los límites recomendados por la CMME (el Consejo Canadiense de Ministros del Ambiente). El Huambuno corre a unos 6 kilómetros al noroccidente de la parroquia Ahuano, del cantón Tena, y es uno de los primeros afluentes del río Napo. Tiene una longitud de 20 kilómetros aproximadamente.

Una analogía curiosa que presenta Ponce señala que las muestras recolectados en el río Huambuno tienen una mayor presencia de metales pesados con respecto a la media de las muestras recolectadas en el río Amarillo, de China, donde se encontraron los mismos metales. Su aseveración se sostiene en un estudio del científico Pengyang Zhang. “El daño provocado en 13 años de minería a pequeña escala en el río Huambuno −afirma Ponce− supera la media de las muestras recolectadas en el río Amarillo, que es una gran población agrícola de milenios”. Alrededor del cauce del Huambuno habitan aproximadamente 2000 personas, casi todas de nacionalidad kichwa, y toda la parroquia de Ahuano cuenta con 7 476 habitantes, según el censo del 2022. Es la tercera más poblada del cantón Tena.

“Se ha evidenciado −dice el estudio− que, en algunas áreas urbanas, los suelos están generalmente contaminados con plomo, zinc, cadmio y cobre provenientes del tráfico vehicular, pintura y diversas fuentes urbanas”. 

En enero de 2023 la expansión de la superficie minera en el sector Huambuno se incrementó en un 86 % con respecto al mismo mes de 2022, según lo reportó el MAAP y tal como lo recogió Mongabay Latam. Entre enero de 2022 y enero de 2023 se destruyeron 110 hectáreas de selva y zonas agrícolas en este sector.

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Este reportaje es fruto de una colaboración entre periodistas y científicos latinoamericanos, impulsada por el Instituto Serrapilheira, de Brasil, y el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), para explorar cómo daños a la biodiversidad de la Amazonia perturban los distintos servicios ambientales que ésta proporciona al continente.


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Fabrizio Peralta Díaz

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