El pez nativo de África fue introducido en Ecuador hace ya más de 50 años. En ese tiempo, la tilapia pasó desapercibida. Décadas después, una crisis en la industria camaronera llevó a que su producción tomara vuelo.

Falta de información, de coordinación interinstitucional y de recursos para investigación científica abonan a que la presencia de la tilapia sea cada vez mayor en Ecuador, pese a que es una especie considerada invasora y, por lo tanto, podría poner en riesgo a especies nativas.

Ecuador no cuenta con protocolos de protección de ecosistemas vulnerables. Además, el presupuesto público para asistencia técnica en materia acuícola es escaso y no contempla proyectos alternativos de economías locales en poblaciones rurales, sobre todo en la Amazonía, que resguarden la biodiversidad y los ecosistemas frágiles.


Por Diego Cazar Baquero / @dieguitocazar

En 1998, la plaga de la mancha blanca o white spot atacó al camarón, protagonista destacado en las exportaciones de Ecuador. Eso le abrió el paso a la tilapia, una especie  nativa de África que ahora nada en varias regiones del país.

En el litoral, la boyante industria camaronera se sumió en una profunda crisis; quienes veían que sus piscinas camaroneras se volvían pozas inútiles comenzaron a instalar laboratorios improvisados para el cultivo de tilapia. Mientras tanto, en la región amazónica se instalaron piscinas para siembra del pez y, con el paso de los años, la dieta local también se transformó: los peces nativos como el paiche (Arapaima sp), la cachama negra (Colossoma macropomun), la cachama blanca (Piaractus brachypomus) o el sábalo (Brycon amazonicus) fueron reemplazados por especies de tilapia en sus platos tradicionales, pues su cultivo y su preparación son más fáciles, rápidos y, por lo tanto, más rentables. 

La tilapia puede llegar a pesar entre 1 y 1,5 libras en un período de entre 6 y 9 meses, dependiendo del tipo de alimentación y mecanismos de cultivo que se utilicen. Estas características ayudaron a que, en menos de diez años, su producción en la Costa ecuatoriana cubriera aproximadamente el 10% de los ingresos que antes recibía Ecuador por exportaciones de camarón, de acuerdo con datos del Banco Central. Así fue como este pez se convirtió en un producto de consumo doméstico muy apetecido. 

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Imagen tomada en un mercado de la ciudad de Jujan, en la provincia de Guayas, en mayo de 2018, que muestra varias especies de peces, entre ellos, tilapia para la venta. Foto: Daniel Laaz/Instituto Público de Acuicultura y Pesca.
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Campesinos de Santo Domingo de los Tsáchilas reciben alevines de tilapia de parte dle Ministerio de Agricultura y Ganadería. Foto: Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Ecuador es hoy uno de los países de América Latina que, junto con Colombia, Perú, Honduras, Brasil y Costa Rica, producen y exportan tilapia. 

En el 2021, Ecuador exportó 1 157 000 libras de tilapia por un valor de alrededor de 2,2 millones de dólares, a un costo de 1,84 por cada libra. Según la Cámara Nacional de Acuacultura (CNA), durante los dos primeros meses de 2022, las exportaciones a Estados Unidos representaron 105 641 libras a un valor de 1,71 dólares por cada una de ellas.

La expansión de este pez se ha impulsado desde el Estado sin que se haya dado una formación técnica o un acompañamiento permanente a los productores que habitan zonas vulnerables. 

Con la recuperación de la industria camaronera, a partir de 2006, los sucesivos gobiernos han priorizado al camarón como su principal producto no petrolero de exportación y eso ha generado un marcado desinterés estatal por regular la producción de tilapia y evitar o combatir, al mismo tiempo, la pérdida de especies nativas de peces que están siendo desplazados. 

En abril de 2013, el entonces Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGAP) entregó 10 000 alevines de tilapia a la comunidad de Santa Rosa, ubicada en la parroquia Talag, en el cantón Tena, capital de la provincia amazónica de Napo, “con la finalidad de promover la  producción, comercialización y fortalecer las actividades  ecoturísticas”.

Hoy la cadena de acuacultura en la región amazónica depende de tres especies de tilapias: la roja, la gris y la azul. Peces nativos como el paiche, las cachamas, el sábalo y las distintas especies de bagres han sido casi completamente desplazadas.

Alentar la reproducción de una especie invasora

La tilapia es un pez de agua dulce del género Omichromis, originario de África. Según un reporte del mismo Ministerio de Producción, esta especie fue introducida a Ecuador en 1965 y se cultivó por primera vez en la laguna de Yahuarcocha, en la provincia de Imbabura, ubicada en la Sierra norte del país. “Años más tarde fue distribuida en un gran número de estanques localizados principalmente en las zonas del centro y sur”, indica el informe. 

Por ahora, la oferta exportable de tilapia se ubica exclusivamente en el perfil costero ecuatoriano, mientras que la producción en la Sierra y en la Amazonía todavía está destinada al consumo interno, al fomento turístico y de actividades productivas comunitarias. 

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Una mujer de la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas sostiene una tilapia en sus manos. Esta provincia ecuatoriana ha intensificado el cultivo de tilapia durante los últimos años, según el MAG, con el acompañamiento de personal técnico de esa entidad. Foto. Ministerio de Agricultura y Ganadería.
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Imagen tomada en enero de 2018 en el mercado de Salitre, ciudad ubicada en la provincia de Guayas, que muestra un recipiente con tilapias para la venta. Foto: Daniel Laaz/Instituto Público de Acuicultura y Pesca.

La tilapia es una especie considerada invasora incluso por las entidades estatales ecuatorianas. En un documento que la Dirección de Comunicación del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica de Ecuador (Maate) envió a Mongabay Latam y La Barra Espaciadora, se señala que “la especie Oreochromis mossambicus se encuentra dentro de la lista preliminar de especies exóticas introducidas e invasoras del Ecuador continental” y “podría ser una amenaza para las especies nativas por la competencia de alimento y espacio. Se ha documentado que los juveniles se alimentan de otros peces”.

Un estudio de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de San Marcos, en Lima, destacó desde 2019 el impacto “mundialmente documentado” que infringe la tilapia en los ecosistemas ecuatorianos. 

“Resulta justificada la preocupación por las probables consecuencias de los escapes ocurridos desde las instalaciones de acuicultura a las cuencas fluviales y ambientes salobres naturales en Ecuador —se lee en el documento—, aún más cuando muchas especies nativas de los ríos y esteros ecuatorianos son endémicas y probablemente no puedan competir con las ventajas ecológicas de la tilapia”. Otro estudio publicado por la Springer International Publishing y recogido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) determinó que todas las especies de tilapia tienen un alto potencial invasivo en las Américas y, a pesar de tener más tilapias en América del Norte, América del Sur y Central son más susceptibles a la invasión. Se indica que en América Central y del Sur se debe dar prioridad a la contención de los procesos de introducción.

Además, la tilapia también se incluye en el reporte de 2021 de la Global Register of Introduced and Invasive Species (GRIIS), que presenta una lista de 682 especies invasoras registradas para Ecuador entre animales, plantas, hongos y bacterias.

El asistencialismo institucional

En mayo de 2017, el entonces presidente Lenín Moreno Garcés decretó la creación del Ministerio de Acuacultura y Pesca separándolo del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca. Pero 16 meses después, en septiembre de 2018, decretó su transformación en una secretaría técnica y dos meses más tarde, en noviembre de 2018, creó el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca (Mpceip), encargándole esas áreas.

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En abril de 2013, el entonces Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGAP) entregó 10 000 alevines de tilapia a la comunidad de Santa Rosa, ubicada en la parroquia Talag, en el cantón Tena, capital de la provincia amazónica de Napo, según aseguró su departamento de comunicación, “con la finalidad de promover la  producción, comercialización  y fortalecer las actividades  ecoturísticas”. Foto: Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Ahora, autoridades del Mpceip dicen desconocer la información sobre los riesgos que representa la producción no controlada de la tilapia. “No hemos tenido alerta [sobre la tilapia] como especie invasiva, ni por parte de los productores ni por parte del Maate”, respondió en una entrevista Axel Vedani, subsecretario de Acuacultura de esa entidad. 

El Mpceip administra cuatro centros de reproducción piscícola en el país: la Estación Piscícola Cacharí, el Centro de Reproducción de Cachama (Cerec), la Estación Piscícola Arco Iris (EPAI) y el Centro Nacional de Investigación Acuícola (Cenia). 

En la Costa, la Estación Piscícola Cacharí promueve desde el 2010 el cultivo de peces exóticos de rápido crecimiento, como la tilapia, mediante un convenio con el Municipio de Babahoyo y la Universidad Técnica de Babahoyo. Además, brinda asesoría técnica a medianos y pequeños piscicultores, tanto de la Costa como de la Amazonía, que reciben crías de peces “de calidad para su producción y engorde”. 

Entre 2017 y 2022, el Estado entregó 980 512 alevines o crías de tilapia a 2 099 pequeños emprendedores en la Costa. En mayo de 2022, el Ministerio de Agricultura y Ganadería, en coordinación con el Mpceip, realizó talleres de capacitación para cultivo de cacao y tilapia en los cantones de San Miguel de Los Bancos, Pedro Vicente Maldonado y Puerto Quito, ubicados en la región del Chocó Andino, una reserva de la biosfera declarada por la Unesco.

En las estaciones piscícolas Cerec y Tena, que están en la región amazónica, se entregan alevines de trucha a los pobladores, otra especie invasora que fue introducida en Ecuador desde América del Norte en 1932, y que está muy extendida en los campos de la Sierra andina. 

Ricardo Burgos, biólogo y catedrático de la Universidad Estatal Amazónica (UEA), considera a la trucha un precedente directo de la tilapia en cuanto a la introducción de especies invasoras que amenazan a la biodiversidad local. De hecho, la trucha ha ingresado a los hábitats de la zona andina y sus habitantes ya han naturalizado su presencia, tanto que la consideran una especie nativa.

De los estanques a los ríos 

La bióloga y activista ambiental Cristina Cely asegura que si las tilapias se escapan de las piscinas de cultivo pueden llegar a cuerpos de agua en donde acaparan la alimentación de otras especies. Burgos añade que cuando los ríos crecen, en época lluviosa, el aumento del caudal suele inundar los estanques de tilapia construidos rústicamente, sobre todo en las zonas bajas amazónicas, donde el terreno es más plano y se presta para construir piscinas más amplias. 

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En mayo de 2019, el Ministerio de la Producción difundió la noticia de la entrega de 8 850 alevines de tilapia que su personal hizo a la Asociación de Productores Agropecuarios La Papaya, de la parroquia Tenta, en el cantón Saraguro, al sur de la sierra ecuatoriana “como actividad de fomento acuícola”. Los alevines fueron trasladados a la comunidad desde la Estación Piscícola Cacharí, ubicada en la Universidad Técnica de Babahoyo. La donación fue parte de una acción interinstitucional con el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y se repitió en septiembre, pero en la localidad de Chaquinal, cantón Pindal, donde los organismos entregaron 10 mil alevines de tilapia roja. Foto: Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca.

“El problema —explica Burgos— es cuando metemos tilapia en comunidades indígenas achuar, cofán, waorani, comunidades cercanas al Cuyabeno o al Yasuní, de la parte baja del río Pastaza o del río Morona, porque son zonas donde la tilapia se puede adaptar mejor y ahí sí se convierte en una amenaza”.

Vedani insiste en que la producción de tilapia en Ecuador se realiza en condiciones de ciclos cerrados, es decir, controlados, sin contacto con ecosistemas naturales. “Nuestro enfoque al tema del cultivo de la tilapia en el fomento acuícola lo hacemos a manera de una ayuda a las comunidades, a la sociedad y a quienes quieren ser pequeños productores”, dice el funcionario.

La mayoría de ciudades amazónicas en Ecuador se levantan junto al cauce de un río. La ciudad de Zamora, al sur, tiene al río del mismo nombre. Macas tiene al río Upano. Puyo, en el centro de la Amazonía ecuatoriana, tiene al río Pastaza y en el norte amazónico están el río Napo, que cruza la ciudad de Tena; el Aguarico, que baña la ciudad de Shushufindi, y el Coca, que baña el puerto de Francisco de Orellana (Coca). 

Ninguna de estas ciudades cuenta con un puerto dotado de tecnología para desembarque de pesca ni para registro. 

En las plazas y mercados amazónicos de alimentos se pueden hallar peces nativos amazónicos que se venden junto con la tilapia.

Desconocimiento sobre especies nativas 

En Ecuador, además, es muy escasa la investigación sobre la domesticación y producción de especies nativas, asegura Burgos. “Si manejamos bien la pesca y la acuicultura, vamos a controlar a la tilapia. No podemos trabajar solamente con la piscicultura de tilapia, tenemos que trabajar directamente con la pesca”, dice sobre la necesidad de financiar estudios que determinen tiempos de veda en coordinación con la creciente demanda del consumo de tilapia que ya se ha enraizado en las comunidades locales.

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Imagen tomada en febrero de 2018, en un mercado de Daule, ciudad ubicada en la provincia de Guayas, que muestra un recipiente con tilapias para la venta. Foto: Daniel Laaz/Instituto Público de Acuicultura y Pesca.

Investigadores de la Universidad Estatal Amazónica ya trabajan en este propósito. Esa institución abrió un curso dedicado a la piscicultura; además, cuenta con un laboratorio dedicado a la domesticación de especies nativas. 

Burgos considera que ese espacio “es muy rústico” y que carece de los recursos necesarios que deberían provenir del Estado central, de manera que sus esfuerzos resultan insuficientes. “Ecuador —explica el investigador— no ha tenido prioridad de inversión en domesticación de especies nativas, excepto en el Centro Nacional de Investigaciones Marinas (Cenaim) de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), que solo trabaja con especies marinas, no con especies de aguas continentales”.

Vedani, mientras tanto, resalta que “hay muchos productores que han recurrido a la subsecretaría” que él preside, solicitando el registro oficial de sus actividades productivas, pero reconoce que no existe un censo nacional que permita comprender a este sector emergente de la economía del país para generar políticas públicas sólidas e integrales. “Si bien no es un sector principal de exportación, no deja de ser muy importante para nuestra economía”, sostiene Vedani.

Burgos explica que en Ecuador, el cultivo y consumo de las especies nativas no se promocionan, entre otras razones, por las dificultades que algunas de ellas presentan a la hora de servirse en un plato, pues son especies con muchas espinas intramusculares. 

“Además, es más fácil reproducir tilapia”, dice. Los otros peces requieren de protocolos de uso de laboratorio e inyección de hormonas para inducir a la reproducción, sincronización del desove y otros procesos que necesitan de intervención manual y resultan muy costosos. 

Ninguna dependencia se hace responsable 

Ecuador cuenta con un Plan de acción decenal, vigente hasta el 2030, para la prevención, manejo y control de las especies exóticas en el territorio continental. Ese documento constituye la base para la coordinación interinstitucional tendiente a garantizar la  prevención, el manejo y control de especies exóticas, velando por la protección del medio ambiente y garantizando réditos económicos y beneficios sociales. Sin embargo, no menciona a la tilapia, aún cuando el Estado la ha reconocido como especie invasora.

La legislación ecuatoriana dispone, por un lado, el impulso de la productividad con especial tratamiento a los pequeños productores, pero también vela por la protección de los recursos naturales y del equilibrio biológico. El artículo 16 de la Ley Orgánica del Régimen de la Soberanía Alimentaria establece que: “El Estado fomentará la producción pesquera y acuícola sustentable y establecerá las normas de protección de los ecosistemas; asimismo señala que el Estado protegerá a los pescadores artesanales y recolectores comunitarios y estimulará la adopción de prácticas sustentables de reproducción en cautiverio de las especies de mar, río y manglar”.

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En octubre de 2020, el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca, a través del Viceministerio de Acuacultura y Pesca, entregó alevines de tilapia y trucha e impartió talleres sobre cultivo de tilapia en reservorios con recirculación, cultivo de trucha en sistemas semiintensivos entre otras actividades. Los beneficiarios fueron 260 productores y miembros de asociaciones. Foto: Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca.

Esa misma norma también dice que el Estado “estimulará la adopción de prácticas sustentables de reproducción en cautiverio de las especies de mar, río y manglar”, y prohíbe “la explotación industrial de estas especies en ecosistemas sensibles y protegidos”.

Por su lado, el artículo 214 de la Ley Orgánica de Acuacultura y Pesca, en su literal i, dice que está prohibida la introducción de especies exóticas “en cualquiera de sus formas que afecte la biodiversidad y no cuente con autorización administrativa del ente rector”, es decir del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate).

Axel Vedani explica que el Maate les proporciona “un mapeo a través de una plataforma digital que zonifica los puntos de producción para evitar que se afecten zonas protegidas, reservas y otras áreas vulnerables”. Sin embargo, el Maate no entregó información a esta alianza periodística sobre esa supuesta plataforma. 

En un correo electrónico, la dependencia se deslinda de la responsabilidad sobre la zonificación y distribución geográfica de la producción de tilapia en el país, así como de los procesos sancionatorios y de control. 

Sobre la zonificación señala que la responsabilidad es del Ministerio de la Producción. Sobre los procesos de control, endilga la responsabilidad a los gobiernos autónomos descentralizados provinciales para sancionar cualquier violación a los Planes de Manejo Ambiental de los proyectos de cultivo de tilapia. “El Maate como Autoridad Ambiental Nacional tiene como responsabilidad la regularización y control ambiental de los proyectos de sectores estratégicos (minería, hidrocarburos, electricidad y telecomunicaciones)”.

Tilapias: ¿aumentar su producción sin control?

La función del Ministerio de Producción —continúa Vedani— es tan solo hacer acompañamiento “a los productores que deseen tener tilapia con buenas prácticas”. Aunque no explica en qué consisten esas buenas prácticas, el funcionario sí aclara que cuenta con un presupuesto anual de apenas 600 000 dólares para financiar “visitas técnicas” a las zonas en donde ven en al cultivo de tilapia como una alternativa para sostener sus economías domésticas. 

La conectividad ecológica, es decir, la conexión natural entre áreas y entre especies animales y vegetales evita desastres que podrían ser letales para la biodiversidad, por eso —dice Burgos—, es imprescindible proteger a las zonas sensibles de la ruptura de sus ciclos naturales y, al mismo tiempo, buscar mecanismos para no afectar a las familias que recurren al cultivo de especies como la tilapia o la trucha para su subsistencia. “Hay que darle promoción a especies nativas y eso significa incentivos”, advierte el científico.

El subsecretario de Acuacultura reitera que la producción de tilapia es un sector con proyecciones a futuro que, “eventualmente logrará posicionarse principalmente en Estados Unidos”. 

Burgos propone implementar controles. “No podemos dejar [de producir] tan fácilmente la tilapia, pero disminuyamos su siembra un 50% e implementemos sistemas de control de población, eso quiere decir control de calidad de alevines, y eso tiene que pagarlo alguien”.

 *Este reportaje es parte de una alianza periodística entre Mongabay Latam y La Barra Espaciadora. A continuación, puedes encontrar los reportajes del especial #EspeciesInvasoras








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