¿Por qué los ecuatorianos nos enfrentamos al fin del mundo cada cuatro años, cuando somos obligados a ir a votar? ¿Qué pasaría si la destrucción del planeta dependiera del resultado de una elección hecha en Ecuador, cuyos candidatos son Jesús y un cura pedófilo?

Por Alexis Serrano Carmona / @alexserranocar

Tiempo después de publicar Tripa Mistic 1, su primera blasfemia, a Rafael Lugo Naranjo lo invitaron a un club del libro para que charlara con unas señoras muy católicas: catequistas, profesoras de la Biblia y cuestiones por el estilo. Recuerda especialmente a una cuyo enfurecido argumento fue que un buen escritor no escribe cosas así.

—La señora era una censuradora impresionante —dice Lugo y su rostro vuelve a teñirse de asombro—. Yo le preguntaba si ella decidía qué se debe escribir y qué no. Como era en plena pandemia, la reunión fue por Zoom. Yo pensé: por suerte fue por Zoom, porque, si no, me ponían Racumín en las galletas (ríe).

Pero Lugo quería seguir escribiendo cosas así. De modo que tres años después vuelve con Tripa Mistic 2, la segunda parte de su novela y su segunda blasfemia, que es aún más incisiva. El destino del planeta —su permanencia o destrucción— depende de una elección que se desarrollará en Ecuador. Jesucristo, en su afán de salvar el mundo, deberá enfrentarse en las urnas a un cura pedófilo autobautizado como Juan Cordero de Dios. Jesús tiene un antecedente en la política: la elección que perdió hace poco más de 2000 años frente a un tal Barrabás. En la campaña todo se vale: Jesucristo haciendo videos para convertirse en un influencer de redes sociales, lluvia de billetes desde un helicóptero robado para afectar su campaña, el Diablo de Tandapi metiendo cizaña entre los contendientes y hasta un par de milagros que dan votos.

En el camino, a punta de ese humor tan afilado, Lugo hace una crítica a casi todo: a la religión, a la política, a la historia, a la justicia, al sistema carcelario, a los deudores de pensiones alimenticias, a los ecuatorianos, a nuestra democracia, a nuestros mitos.

—Espero que no se haya salvado nadie —dice— y cuenta que se siente feliz. Algo que se sabe con cada carcajada, y por la emoción con la que ofrece cada respuesta durante esta entrevista.

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¿Por qué eliges una elección popular como una forma de salvarnos o jodernos?

(Silencio-gestos de ironía-carcajadas) Porque eso es lo que vivimos desde hace tiempos en esta democracia malentendida que tenemos. Equiparamos democracia a las elecciones y nada más. Hemos llegado a hacerle tanta mierda al concepto de democracia, como lo hemos hecho con todas las ideas que han llegado de afuera; los ecuatorianos hemos sido expertos en desdibujar cualquier buena idea que ha llegado de afuera, para convertirla en alguna payasada. Pensamos que la democracia es solamente votar. Por otro lado, la manera de explicar en qué país vivimos, usando una elección, no es falaz; ponerle al mundo en riesgo sobre el resultado de cómo votamos los ecuatorianos me parecía cruelmente chistoso.

La campaña es maravillosa. Milagros, billetes cayendo del cielo. Aquí sería una campaña exitosísima.

¡Claro! Serían campañas efectivas; pero, si analizas las motivaciones, te das cuenta de que es tenaz. El momento en que un tipo es capaz de subirse a un helicóptero y botarle plata al país, la gente no le va a ver al tipo, sino solo los billetes. Ves lo ridículo y, a la vez, inevitable que resulta ir a votar.

¿Por qué pusiste como rival de Jesucristo a un cura pedófilo?

El cura pedófilo es, para mí, el representante de toda esta estructura conservadora que existe en Ecuador. Que es potente, que se ampara en una idea mística para controlar al poder, para vivir en la impunidad, para decirle al resto cómo tiene que vivir porque, según ellos, es la ‘palabra de dios’ (léase con ironía). Hay gente que con tal de defender su dogma está dispuesta a apoyar a un cura pedófilo; así como hay gente que con tal de defender su dogma está dispuesta a defender a un dictador. El cura pedófilo es la muestra de que la mayoría de ecuatorianos están dispuestos a cerrar filas en torno a cualquier clase de monstruo, si es que ese monstruo lleva la bandera de su dogma.

“Ponerle al mundo en riesgo sobre el resultado de cómo votamos los ecuatorianos me parecía cruelmente chistoso”.

Rafael Lugo

¿Tenías planificado desde hace tiempo que todo se definiera en unas elecciones?

Sí, eso estaba así desde el inicio. No lo puse en Tripa Mistic 1 porque iba a ser demasiado. Pero ya en el final de Tripa Mistic 1 se sabe que se llega a un acuerdo y que Jesús está pálido porque sabe en lo que se metió, y está pariendo y no se atreve a contarles a los panas lo que él tuvo que pactar con tal de detener la destrucción del mundo. Hasta ahí lo paré, pero yo ya sabía en la camisa de 11 varas en la que se metió ‘Jesusito’.

¿Sientes que esta parte 2 es mucho más incisiva?

Sí. Yo estoy mucho más contento con la 2. Estaba mucho más emputado con todo y me solté contra todo. Entre Tripa 1 y Tripa 2 creo que no se salvó nadie.

Es más incisiva: los diálogos de Jesucristo, el encuentro con el Diablo en el desierto.

Es que, mira, la Biblia —el antiguo y el nuevo testamento— es una inagotable fuente de ficción. Son miles de páginas de ficción y tú puedes ficcionar sobre la ficción hasta el infinito. Por ese lado la Biblia es deliciosa. Porque, aparte, como está tan metida en nuestro ADN, es fácil acudir a las referencias.

Entonces, la conclusión es que cada cuatro años nos enfrentamos al fin del mundo, ¿no?

Sí. Absolutamente. Salvo que haya una muerte cruzada; ja, ja, ja, ja.

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Rafael Lugo

En Tripa Mistic 2, el narrador está muy presente en el relato. De vez en cuando regresa a ver al lector, lo mira de frente, le habla, se nombra a sí mismo como ‘el narrador omnisciente’. Es capaz de hacer una broma o mandar al lector a googlear una palabra para entender del todo el final. Pero también, dotado del estilo del escritor, posa su mirada sobre todos los fangos de la sociedad ecuatoriana que Lugo quiere que miremos. ¿Qué tanto de la ficción es realidad? ¿Cuánta realidad hay en la ficción?…

¿Eres tú ese abogado arrepentido de no haberse convertido en cantante que asoma en el libro?

O sea, yo me arrepiento de ser abogado por lo menos unas dos veces al mes… y de no haber sido futbolista, cantante, streeper.

Pero el narrador tiene esos guiños con el lector.

Sí, me gustan esas cosas. Regresar a ver a la cámara me gusta. Ese estilo de lo metaliterario me gustó desde la primera temporada de Tripa Mistic, creo que es una superherramienta, de humor y de complicidad con el lector. Y me sale, honestamente, natural. No es algo que yo haya calculado, me parecía inevitable en este tipo de libro.

¿Y te gusta el resultado?

Bueno, si hay contacto con el lector, si el lector me ve a los ojos cuando yo estoy viendo a la cámara, estamos hechos.

A mí me mandaste a googlear al final de la novela.

Ja, ja, ja. ¡Qué bien!

¿Sientes que este libro es un ensayo narrado? Veo que hay mucho más de crítica a la forma en que nos enseñaron Historia, y sobre el sistema judicial, la política. ¿Sientes que a través de Tripa Mistic hiciste tu crítica a la sociedad?

Por supuesto, absolutamente. Creo que todas las novelas que he escrito han sido artículos bien largos de opinión, contados de una forma distinta. Y creo que me he quejado siempre de lo mismo; pero, dependiendo de mi estado de ánimo, a veces me he quejado desde una visión seria, desde un personaje agonizante, y en este caso me he quejado desde el humor y de un personaje ridículo, pero de lo mismo. Esta tendencia a hacer un ensayo narrado, es mi forma de escribir. Creo que todas las historias contadas por el ser humano son, al final del día, ensayos. Quizás eso en otros autores no se note tanto y esa puede ser una falla mía; quizá no debería notarse.

Hay un tramo del libro en el que hablas de la cuenta SUPA, de las pensiones alimenticias, de Uber, de los jueces y abogados yéndose de putas. Pero no sé si eso, en un punto, hace que se pierda el tono de humor.

Probablemente, pero, en cambio, eso es lo que vives. Tengo un personaje que se va preso por alimentos; si tú te pones a hablar con abogados expertos y les preguntas qué pasa si tu cliente va preso por alimentos, cómo es la vaina de la sacada, te van a contar algo muy similar a lo que está en el libro. Aunque el libro, por supuesto, es una caricatura, hay exageraciones; pero no es diferente a lo que cualquier persona que se va al tacho por alimentos tiene que vivir. Probablemente, te suene fuera de tono porque es tan real, tan lejano de la ficción. En el libro tenemos personajes tan de ficción viviendo cosas muy reales. Si tú le bajas del Olimpo a un tipo y le haces vivir lo que vive un gallo, cualquier quiteño, resulta chistoso.

Otro tema que te apasiona y que está en el libro es la Historia. Tomas el personaje de Epiclachima para hacer una crítica del libro del padre Juan de Velasco. ¿Por qué te interesa tanto la forma en que nos han contado la historia?

Me interesa porque hay un montón de mitos en los que flotamos. Y lo gracioso en el tema de Juan de Velasco es que en los años 20 del siglo pasado ya se prohibió que se enseñara el tema de los Shyris, porque no hay ningún sustento científico para lo que él plantea sobre la existencia de un imperio Shyri; y, no obstante, tenemos la avenida De los Shyris, tenemos el cuartel Epiclachima y nos hacemos los giles. O el mismo hecho de que los Incas causaron un genocidio en Ecuador: es algo que no puedes decir porque te van a decir racista, pero los manes cometieron aquí un genocidio antes que los españoles.

“El cura pedófilo es la muestra de que la mayoría de ecuatorianos están dispuestos a cerrar filas en torno a cualquier clase de monstruo, si es que ese monstruo lleva la bandera de su dogma”.

Rafael Lugo

Justo leí hace poco Ñamérica, el último libro de Martín Caparrós. Y él señala que es cierto que los españoles cometieron un genocidio, pero nos hacen ver como que antes de ellos aquí hubiese sido una isla de paz en la que todos se llevaban como hermanos.

Es que a nosotros nos venden como si los aborígenes que los españoles encontraron aquí eran los de la película de Avatar: estos azulitos buena onda que hasta le pedían perdón al animal cuando le cazaban. Y llegan estos malos a destruirlo todo. ¡Pero no! ¿Por qué los cañaris les acolitan a los españoles? Porque 60 años atrás habían sido los Incas los que los arrasaron. Si vamos a ir a llorarle a la estatua de la Isabel La Católica, también deberíamos ir a llorar en Ingapirca. Ahí te das cuenta de que el racismo existe, pero no es algo exclusivo de los blancos o los mestizos. Es de todos contra todos.

Veo en este libro algo que no había visto antes en tus libros, y es esto de presentar ciertas partes como un musical. Hay muchos pasajes que se deben leer cantando, por las canciones cuyas letras incluyes como parte del relato, de los diálogos.

Esto va a funcionar muy bien con los que conozcan la música que incluyo. Ahí yo me he lanzado una apuesta. Hubo panas míos que revisaban la novela y en los primeros capítulos, donde está pura música chicha, algunos corregían la redacción de la canción. Y yo les contestaba: “Te falta calle, hijueputa; este es ‘JJ’”. Me decían que me estoy arriesgando; pero es mi riesgo. Mira, la música es parte de lo que somos y es parte de nuestra comunicación y, por lo tanto, es una gran herramienta narrativa. Además, sobre todo en la parte del Pasochoa, cuando está Epiclachima cantando con un puma, todas esas canciones son mis canciones favoritas. Yo quería hacer un homenaje a mis canciones.

Eso te iba a decir: eso es muy tuyo, ¿no?

Eso es mío, son mis canciones. No hay una sola canción en Tripa Mistic que a mí no me parezca del putas. Ni siquiera la del Juan Luis Guerra. Esa canción es espectacular, porque vos la bailas pupo con pupo con una pelada, pensando en las deudas para no experimentar una erección y, al mismo tiempo estás: “Jesús me dijo, que le dijera”… (risas) Esas cosas, ¿cómo van a pasar desapercibidas, pues?

¿Y no crees que es una novela ultra quiteña?

Probablemente. Aunque no creo, porque las redes sociales en un montón de cosas nos han igualado. Hay cosas guayacas que ya cachamos los quiteños gracias al Twitter, y seguramente a los guayacos y a los cuencanos les pasa lo mismo, porque hay una forma de convivencia que antes no había.

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Rafael Lugo

Una de las principales preocupaciones de Lugo era que los lectores de Tripa Mistic 2 se rieran desde el inicio hasta el final. Se lo preguntó a cada amigo que leyó el libro durante el proceso de edición. Y la novela está llena de escenas en las que la risa es inevitable. Por ejemplo, aquella en la que van tan mal en las encuestas, que el equipo de campaña de Jesucristo le insiste en que debería salir a las calles a hacer milagros, que eso seguro le garantizaría la victoria. Y la respuesta es esta:

—Ya les dije que no voy a hacer milagros ni nada por el estilo. El que quiera creer que crea. Hace dos mil años reviví muertos, curé ciegos, hasta trago gratis di en una boda y el rato de los ratos me dieron la espalda. No voy a repetir la historia —exclamó Jesús casi tan enojado como cuando les reventó a fuetazos a los mercaderes del templo. 

Yo, porque te conozco, te reconozco en tu escritura. Leerte es para reírse como lo es conversar contigo. ¿Esa apuesta por el humor, por la joda, también te sale natural o tienes que estar tachando y retachando?

Yo no controlo el estado de ánimo con el que me quiero aproximar a mi historia, pero una vez que ya estoy metido en la voz, en el tono, por supuesto me corresponde trabajarlo. Trabajar el humor sí es jodido, porque si vos ofreces o planteas una comedia tienes que sostenerla. No puedes hacer un monólogo de dos horas, donde se te rían sólo al inicio y se te duerman después. Ya que te metiste a hacer la comedia, tienes que arreglártelas para que se sostenga.

Y para esto que acabas de decir, lo de sostener el humor, ¿necesitas muchas relecturas?

Sí, trabajar mucho, esto creo que fue la parte más difícil. Claro, hay veces que decae el humor, te sales de tono. Ponte, para mí era difícil aproximarme al cura pedófilo en una historia de humor y no aparecer como que estoy relativizando la pedofilia; o que estoy riéndome de la pedofilia. Y sé que es posible que alguien salga por ahí y me diga que me estoy burlando de la pedofilia, me cancele y pida que no compren mis productos (léase con tono sarcástico).

Te tocó meter la pandemia en tu novela. Anoté esta frase: “Algún día un seco de cuy va a causar el Covid-25 y van a arrepentirse”. No podías dejar de mencionar el Covid…

Claro, no. Era evidente que tenía que haber el Covid en nuestra vida. Pero también es una forma de decir que nosotros nos hacemos los salsas y nos creemos mejores que los chinos porque los manes hacen sopa de murciélago; pero nosotros hacemos seco de cuy. Entonces, dejemos de hacernos los bacanes.

¿New People es Pueblo Nuevo?

Claro, ja, ja, ja.

“No hay una sola canción en Tripa Mistic que a mí no me parezca del putas. Ni siquiera la del Juan Luis Guerra”.

Rafael Lugo

Tienes eso, lo del satélite Pegaso, a Durán Barba; es todo tan ‘made in Ecuador’…

¿Sabes una cosa que me cabrea rotundamente del ecuatoriano? Que niega la evidencia. Si la evidencia está en contra de lo que ya se acostumbró a creer, no existe. En cualquier cosa, con cualquier dogma. Y eso nos tiene sumergidos en la desgracia, con unos cuatro cojudos sapos aprovechándose de esa estupidez para siempre estar arriba. Y yo sí quería hacer un énfasis ahí, en esa masa crítica que no existe en Ecuador. Esto de que no hay la posibilidad de que mucha gente pueda discutir ideas, sin lanzarse piedras, sin volverse locos, sin querer entrar en la cancelación del otro, sin sentirse ofendido. Esta inexistente masa crítica es la que nos tiene aquí.

Siempre que uno acaba de escribir tiene una sensación de desahogo en algún sentido. ¿Cuál es tu sensación ahorita?

Estoy muy contento, satisfecho. Mi preocupación era: ¿te has reído? Y ya he tenido comentarios y todos han dicho sí. ¿Te has reído en todos los episodios? Y todos han dicho sí, me he cagado de risa. Y eso ha sido lo que yo quería. Porque no me gusta pontificar; no es que yo quiera que a través de Tripa Mistic la gente recapacite, que Ecuador vaya a cambiar… no, esa huevada no va a pasar. Ecuador nunca va a cambiar, va a ir cada vez para peor. Pero quiero que alguien al menos se ría un rato.

¿Tripa Mistic se acaba ahí?

Sí. No hay más Tripa Mistic.

Porque podría haber más…

Por supuesto, porque Ecuador no solo es una olla de cangrejos, sino que los cangrejos cada vez hacen más profundo el hueco.

Y siempre está la muerte cruzada.

Y siempre está la muerte cruzada ja, ja, ja.


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