Por Gabriela Arévalo Gallardo / @gabiare

“¡Encontramos un cóndor herido!”. La llamada telefónica de Luis Perugachi, un poblador de la comunidad de Iguiñaro, llegó a las 17:37 del 27 de abril. Primero había que comprobar que se tratara de un cóndor, así que de inmediato salimos hacia el lugar usando mascarillas y contemplando las calles y la carretera hacia El Quinche vacías. El miedo ya era parte de todo y ahora se sumaba el temor de hallar a un cóndor sin posibilidad de recuperarse.

Un disparo había sacado a esta ave de su hábitat. Sin la reacción inmediata y adecuada de tres moradores de la comunidad pudo haber sido uno más de los cóndores que mueren cada año en Ecuador. Durante los últimos 18 meses, al menos cuatro cóndores han sido envenenados o disparados. Los relatos de la gente que habita las comunidades andinas dan cuenta incluso de envenenamientos masivos y de la muerte de otros nueve cóndores más. Esto muestra la frágil relación que mantiene mucha gente con los ecosistemas de los Andes y con la vida silvestre en general. El cóndor es una especie que la gente conoce, representa un emblema nacional, pero esto no ha servido para frenar y enfrentar las amenazas que merman su población.

“Te invade una desesperación porque no se ha logrado crear una conciencia como sociedad de entender que cada uno de los animales tiene una papel importantísimo para la vida humana, ellos permiten que los ecosistemas funcionen y tengan un equilibrio, y pese a eso se los agrede de esta forma”, dijo David Mora, veterinario de vida silvestre del Zoológico de Quito.

La última imagen que pudimos captar muestra a Iguiñaro junto a una hembra de cóndor en la comunidad de Zuleta, en la provincia de Imbabura. Desde que Yann Potaufeu -biólogo que monitorea osos y cóndores en la Fundación Galo Plaza Lasso- contó que ya en el 2016 habían visto a este cóndor junto a una hembra, preocupaba que el reencuentro no pudiera darse después de la herida. Desde el punto de vista de la conservación, las parejas reproductivas de cóndores son indispensables para sostener a esta especie en peligro. Los cóndores son monógamos: mantienen una pareja durante toda su vida.

Alrededor de las siete y diez de la noche, tres personas del equipo del Zoológico llegamos hasta el lugar donde se encontraba Iguiñaro. A David le sorprendió que el animal no pusiera ninguna resistencia. Estaba muy débil y sentía mucho dolor. Estaba en el patio de una casa, rodeado de personas que lucían preocupadas. Varios niños y niñas lo llamaban ‘Alitas’. “Recupérate y vuela, ‘Alitas’”, dijo una pequeña, mientras subíamos el kenel con él al auto.

Inmediatamente lo llevamos al hospital veterinario MediPet, donde esperaba Alejandra, médica veterinaria del Zoo. Se realizaron todos los exámenes clínicos necesarios, radiografías y muestras de sangre para evaluarlo y las imágenes radiológicas revelaron que tenía un perdigón alojado en la zona muscular del pecho. A la madrugada fue trasladado a la clínica del Zoológico.

Martín Bustamente, director del Zoo, dijo que “el Iguiñaro llegó en un momento de cansancio, de confusión, de estar aproblemados, pero desde el primer momento impuso una sinergia, una energía en torno a él.

Foto: Zoológico de Quito.

En julio del año pasado llegó al Zoológico de Quito un polluelo de cóndor con la cola destrozada, traído por la Policía Ambiental. Lo llamamos Kayambi. Siempre que un animal silvestre llega a la clínica existe la pequeña esperanza de que pueda ser reinsertado en su hábitat. Con Kayambi, el equipo del Zoo trabajó durante meses pero no pudimos liberarlo. Eso es lo que ocurre con la mayoría de animales que son despojados de la vida silvestre cuando son apenas unas crías.

“Uno espera que el anterior caso de rescate haya sido el último -me dijo David-, siempre es bastante frustrante y te da mucha ansiedad el pensar cuál va a ser la condición clínica en que se va a encontrar al animal. No sabes qué vas a necesitar para estabilizarlo”.

La primera parte de la recuperación de Iguiñaro fue en la clínica veterinaria del Zoo, donde fue monitoreado constantemente. Una tomografía permitió a los especialistas determinar que el perdigón no afectaba órganos vitales, así que fue trasladado a un recinto de aislamiento para que su recuperación continuara.

El conocimiento que la ciudadanía tiene del cóndor es superficial. No se sabe a profundidad sobre esta especie, sobre su aporte a los ecosistemas, su relación con el agua y con los páramos, el peligro constante en el que vive y su posible pronta extinción.

A escala nacional, es indispensable renovar el compromiso de las autoridades ambientales y los actores principales en el ámbito de la conservación, para evitar el riesgo irreversible para la población de cóndores.

El Plan de Acción para Conservación del Cóndor plantea algunas estrategias clave:

Mejorar las condiciones de hábitat en áreas críticas para la conservación de la especie (como las parroquias orientales de Quito).

Reducir la competencia por alimento que plantean los perros ferales y domésticos asilvestrados, mediante campañas de esterilización en comunidades, así como el control y erradicación de perros en el hábitat del cóndor.

Limitar actividades en áreas vitales para el éxito de anidación o descanso de estas aves.

Desarrollar un plan de educación ambiental a escala nacional, centrado en la conservación del cóndor.

Para Alan García y Tania Rojas, zoocuidadores que estuvieron a cargo de su cuidado, la rutina con Iguiñaro fue bastante dura porque debían ser muy disciplinados a la hora de alimentarlo y de observar su evolución evitando contacto con el ave. Debían permanecer durante más de 20 minutos inmóviles para observarlo desde lejos, evitando realizar cualquier ruido porque el oído de los cóndores es muy sensible y no querían intervenir en su comportamiento mientras lo monitoreaban. “Fue muy bonito ver cómo Iguiñaro fue mejorando, en un inicio era muy pasivo y estaba totalmente en shock por todo lo que pasó. Al pasar los días fue recuperando movilidad, reconocía todo lo que pasaba dentro de su ambiente, extendió sus alas, nos iba diciendo con su comportamiento que cada vez estaba más listo para volar”, contó Alan.  

Pasados algunos días, Iguiñaro abrió nuevamente sus alas. En el recinto se movía de un lado a otro sin dificultad, ganaba peso, clínicamente evolucionaba exitosamente. En ese momento, casi cuatro semanas después de su rescate, el equipo del Zoo decidió alistarse para su liberación. En esa misma semana, junto a Fundación Cóndor Andino, se le colocó la banda alar número 16 y un rastreador satelital.

Este rastreo nos ha permitido conocer su trayectoria desde que fue liberado en la Reserva Chakana y llegar, pasando por el Cerro Puntas (cerca de la zona donde fue encontrado) y el nevado Cayambe, hasta Zuleta.

Mapa del recorrido de Iguiñaro desde el día de su liberación.

Sebastián Kohn y Fabricio Narváez, de la Fundación Cóndor Andino, vieron que Iguiñaro no mostraba movimiento a través del seguimiento que realizan a diario del rastreador satelital. Durante días el cóndor no se movía de Zuleta, así que decidieron ir hasta la zona donde lo hallaron junto a su pareja.

La Reserva Chakana –donde fue liberado Iguiñaro- es considerada el santuario de los cóndores del Ecuador. Fue creada por Fundación Jocotoco, en 2011, con el objetivo de proteger los dormideros y los sitios de anidación más importantes del país para esta especie. Para Michaël Moens, director de la fundación, “es simbólico que a un cóndor rescatado en El Quinche se lo libere en un sitio donde está la mayor confederación de cóndores del Ecuador. A esta área se la conoce como el aeropuerto internacional de los cóndores, porque curiosamente cóndores que se han visto en Cotopaxi, e incluso en Colombia, han llegado a esta reserva”. Esto, debido a características como sus corrientes ascendentes de aire caliente, disponibilidad de alimento y por ser un hábitat protegido.

Iguiñaro, un rostro inolvidable

En medio de una de las crisis más difíciles que ha vivido el mundo moderno, este cóndor andino recuperó su libertad. El rostro de Iguiñaro nos recuerda que no se puede permitir más cóndores cazados o envenenados. Cada animal es un rostro, una historia, una enseñanza: “Iguiñaro es un viejo que sabe mucho, que comprendía en dónde se había metido y qué era lo que le había pasado. Un viejo que había recorrido los caminos de su vida y que al momento de llegar con nosotros estaba totalmente aferrado a volver”, dijo Alan.

“Yo lo veo y lo recibo como una herencia -dice Martín sobre Iguiñaro-, una figura de cóndor añoso, que se ve físicamente y en su forma de dejarse tratar, y de tolerarnos a los humanos. Es como paradójico. Es un ser que vino con una enseñanza que nos cambió la rutina de esos días. El haber podido ultimar todos los esfuerzos por él le dio razón al zoológico, al trabajo que hacemos”.

Durante cerca de cinco semanas, el cóndor Iguiñaro estuvo en la mente de mucha gente. Lo vimos sanar de su herida de bala, luego lo vimos recuperar su libertad y a algunos nos dejó el deseo de sentir su vuelo. Él recuperó su vida entre los páramos, nosotros continuamos en nuestro encierro.

Luis Perugachi, Pablo y Marco Vega, los tres rescatistas de Iguiñaro. Foto: Zoológico de Quito.
Imagen de Iguiñaro en el momento en que desplegó sus alas para emprender el vuelo durante su liberación. Foto: Zoológico de Quito.

Gabriela Arévalo es comunicadora y educadora ambiental. Feminista. Le mueve la conservación, le apasionan los museos y el tránsito por el mundo del teatro. Es parte del Zoológico de Quito (@Zoo_quito) y de @SciDevNet_AL. Este artículo es parte de la alianza entre La Barra Espaciadora y el Zoológico de Quito.


1 COMENTARIO

  1. Esperanza de libertad viendo esta ave majestuosa surcarl los espacios que son de ellos.Y lagrimas de emocion y agradecimiento por estos seres humanos que dan todo de si por el placer de recuperar una criatura del Creador, eso es lo que he sentido , sumado al orgullo y alegria de este reportaje realisado con amor y profesionalismo por mi querida sobrina Gaby.Sigue adelante , con tu carisma y alegria , tienes el amor y el afecto de tus padres y toda la familia.Que Dios les pague por todo lo que hacen.

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