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La paleta infinita de la piel humana

Angélica Dass fotografía seres humanos para demostrar que el color de la piel es siempre distinto entre uno y otro individuo. El proyecto Humanae adquiere por primera vez un tinte andino con su visita a Quito, durante la cual registró los rostros de varios curiosos quiteños que se unen a esta infinita gama de tonos de piel que pueblan el mundo. En el encuentro Hábitat III, en octubre, se exhibirá una selección de sus imágenes.

Angélica Dass speaks at TED2016 - Dream, February 15-19, 2016, Vancouver Convention Center, Vancouver, Canada. Photo: Bret Hartman / TED

Por Guillermo Morán

Ese domingo, durante un descanso de su extenuante trabajo fotográfico, mientras contemplábamos la gente pasar por la calle García Moreno, le pregunté a Angélica por qué decidió venir a Quito. “Me invitaron”, aclaró, sin más rodeos. Además, a pesar de que ya ha estado en otros países de América Latina (Brasil, Argentina, Chile), me explicó que “este es uno de los sitios de donde yo recibía cartas y mails de gente diciendo «yo no me veo en tus fotos, no has retratado a alguien como yo»”.

Cuando le preguntan a Angélica Dass cuántos colores de piel ha logrado registrar a través de su proyecto, dice que no sabe, y que tampoco le importa. Lo dice a pesar de que desde el 2012 su trabajo ha consistido precisamente en eso, elaborar un inventario de tonos de piel alrededor del mundo, el mismo que no finalizará “hasta que dejen de llamarme para hacer fotografías” o “hasta que consiga fotografiar a toda la humanidad”.

Del último país que abolió la esclavitud en América, Brasil -a través de la Ley Áurea, promulgada el 13 de mayo de 1888-, proviene esta fotógrafa que, a través de su proyecto Humanae, work in progress, ha logrado crear la paleta de colores de piel más grande del mundo, con el fin de destruir estereotipos acerca del color, la raza o el origen de las personas, al demostrar que los seres humanos poseemos miles de matices que no pueden ser simplificados con el negro, el blanco, el amarillo o el rojo.

El proyecto Humanae consiste en retratar a una persona, con un fondo blanco, procurando siempre generar las condiciones lumínicas similares (interiores, con el mismo equipo de iluminación y la misma cámara), desde la cabeza hasta el pecho. Posteriormente, la fotógrafa toma de la nariz un cuadrado de 11×11 píxeles, y con ese color, tiñe el fondo del retrato. Al final, la fotógrafa determina el color de piel de la persona utilizando el sistema de clasificación Pantone, estableciendo así una amplia gama de colores a través de todas las personas que han participado en su proyecto. Hasta ahora se han realizado más de 20 sesiones fotográficas alrededor del mundo y el proyecto contempla un catálogo de más de 3000 imágenes.

Mientras se hacía la prueba de sonido para un evento de música electrónica y se realizaban trabajos arquitectónicos en el Centro Cultural Metropolitano de Quito (CCM), Angélica realizó, durante la mañana y la tarde del domingo 24 de julio, una sesión de fotografías con quiteños interesados en ser parte de Humanae. Algunos venían porque conocían el proyecto desde antes, pero otras personas que simplemente pasaban por ahí, incluso trabajadores del mismo CCM, se unieron a esta paleta gigantesca de tonos de piel. Los retratos realizados se exhibirán en octubre como parte del evento Habitat III, en una amalgama donde los rostros de los quiteños se intercalarán con las de todo el mundo.

Angélica Dass fue invitada a Quito por Claudí Carreras, director del proyecto FLUZ. Desde hace más de un año, FLUZ ha intentado vincular a la fotografía con el cuestionamiento de la realidad, enfocados principalmente en el ámbito social. “Siempre me ha atraído la posibilidad de la fotografía para movilizar conciencias y para movilizar a la gente en torno a sus realidades. Creo que este factor está infravalorado todavía, la publicidad se ha adueñado de la imagen”, explicó Claudí. Considerando este factor, el trabajo de Angélica poseía los ingredientes necesarios para generar una discusión en torno al racismo y a la diversidad cultural. “El trabajo de Angélica me conmueve por su sinceridad. Disfruto cuando alguien refleja en su trabajo toda su vivencia, se nota que es el resultado de una digestión vital que genera una aproximación muy especial”.

Tanto Angélica como nosotros los ecuatorianos provenimos de territorios donde, durante cientos de años, el “blanqueamiento” fue un mecanismo de ascenso social, mientras que las personas de ascendencia africana y los indígenas fueron relegados a una condición, en muchos casos, infrahumana.

La tipología que actualmente realiza Angélica con Humanae es una reversión de otras que se han dado históricamente en nuestro continente. Solo tenemos que observar la clasificación que Efraín Castro Morales dio a conocer en su ensayo “Los cuadros de castas de la Nueva España”, una categorización propuesta en primer lugar por la obra de Juan Rodríguez Juárez, en 1746, que luego debía ser acompañada por unas pinturas de Luis Barruecos. No se trata de una clasificación oficial, pero sí habla de formas de concebir a las personas socialmente en ese entonces:

  • Español con india: mestizo
  • Mestizo con española: castizo
  • Castizo con española: español
  • Español con negra: mulato
  • Mulato con española: cuarterón
  • Cuarterón y española: salta atrás
  • Salta atrás con india: chino
  • Chino con mulata: lobo
  • Lobo con mulata: gíbaro
  • Gíbaro con india: alvarasado de Alvarado (id est según me explicó el pintor) lugar junto a Veracruz, en la costa
  • Alvarasado con negra: cambujo
  • Cambujo con india: sambaigo
  • Indio con mulata: calpamulato
  • Calpamulato con sambaiga: tente en el aire
  • Tente en el aire con mulata: no te entiendo
  • No te entiendo con india: ahí te estás

Hay que considerar que la palabra raza se originó justamente en España, como lo comenta Christian Geulen en Breve historia del racismo: “La palabra ‘raza’, derivada etimológicamente del árabe raz (“cabeza”, “jefe” y también “origen”) y del latín radix (“raíz”), en la época de su aparición en el siglo XV se usaba sobre todo en dos contextos: en la descripción de poderosas familias nobles o dinastías dominantes, y la cría de caballar”. No fue hasta 1492, fecha en la que se expulsa a los moros del territorio español, se prohíbe la religión judía y Colón llega hasta América, cuando este término empezó a usarse de manera peyorativa.

Para Angélica, América Latina es uno de los lugares en donde es más necesaria la discusión sobre el racismo, aunque las personas suelen tener miedo de hablar de este tema. “Siempre digo que aunque yo aparente ser únicamente negra, debo decir que soy orgullosamente indígena y orgullosamente blanca. Eso es muy importante en América Latina, que aceptemos que somos esta mezcla y que la respetemos en nosotros mismos”.

La mezcolanza de colores, rasgos y tonos dentro de la familia de Angélica ofrece un espectro interesante de la amplitud del mestizaje dentro de nuestra región. Como ella misma describe a sus familiares: su abuela es “blanca como la porcelana”, su abuelo “con un color entre yogurt de vainilla y de fresa”, su madre color canela y su padre, hijo de una sirvienta, con una piel muy oscura. Quizás el ejercicio lo podamos hacer la mayoría de los ecuatorianos.

Según lo ha narrado en diversas ocasiones, como por ejemplo en su charla TED Angélica Dass: The beauty of human skin in every color, el proyecto Humanae nació de la curiosidad acerca de cuál sería el color de su propio hijo, considerando el aspecto achocolatado de su piel en combinación con el color “de una langosta quemada por el sol” de su pareja de origen español. Esta curiosidad le remitió a su historia en relación con el color de la piel, las múltiples segregaciones de diversa índole que ha vivido, como pedirle que use el ascensor de la servidumbre (apenas desde el 2001 existe una ley en Brasil en contra de este tipo de marginación) o ser considerada una prostituta por salir a caminar por la playa con sus amigos europeos. Todos estos estereotipos son muy comunes, así que no es difícil imaginarlo.

Sandy, de 19 años, tiene un color de piel canela oscura y los rasgos de una afrodescendiente. Ella ha vivido en Quito toda su vida, su padre tiene el color de piel oscura pero su madre es muy blanca. Sus compañeros de clase siempre le cuestionaban acerca de por qué su madre es tan blanca, y creció con ese estigma. Por eso le interesó el proyecto Humanae y decidió acudir a la sesión fotográfica. “Me parece una experiencia asombrosa, porque así nos damos cuenta de que todos somos iguales. Nadie es más o menos por el color de la piel. Yo soy negra pero me gusta mi color porque nadie más lo tiene”.

Es evidente que lo que más le acaramela a Angélica acerca de su proyecto son las discusiones que se desarrollan a partir del mismo. “Me interesa mucho saber lo que la gente siente al ver las fotografías, al enterarse del proyecto, al cual lo veo también como una herramienta de discusión. Más que hacer la foto, es observar todo lo que genera”.

Distintas personas han tomado el trabajo de Angélica para llevarlo a otras disciplinas, como antropología, optofisiología, reconocimiento facial para el tratamiento de Alzheimer, entre otros. Cuando le pregunté a Angélica cuál era el campo de investigación que más le interesaba, me comentó que era el relacionado con la educación infantil. “En el mundo de la educación es fantástico como distintos profesores han encontrado una manera de trabajar sus clases con mi proyecto, y han utilizado muchísimo su creatividad”.

¿Por qué el Pantone?

Angélica usa el sistema Pantone, uutilizado para estandarizar el uso de colores, de manera que no importa cómo se vea el color en la pantalla, cuando se realice la impresión siempre dará el color exacto que se busca. Este procedimiento es muy importante en el manejo de marcas, para diseño, y demás. El sistema Pantone posee 1114 colores, que, si nos ponemos a pensar, de todas maneras son insuficientes para registrar los tonos de piel de los seres humanos.

¿Por qué Angélica utiliza este sistema, considerando una clasificación cromática de índole comercial? Ella afirma que se trata de una apropiación, y que esto es común en el mundo del arte. Incluso sirve para subvertir el uso del mismo y llevarlo a otros terrenos que no le pertenecían inicialmente. “Guardando las distancias, es como lo que realizó Andy Warhol con los enlatados Campbell’s”, explicó en una charla abierta acerca de su trabajo en el mismo Centro Cultural Metropolitano.

Si Angélica se lo propusiera, podría crear, con los registros que tiene hasta ahora, un nuevo sistema de clasificación de pieles mucho más exacto. Pero esto es lo que menos le interesa de su proyecto. “Yo solo utilizo la paleta de colores como una herramienta. Para mí lo que de verdad interesa es que nadie es blanco, negro, rojo o amarillo, sino que hay una variedad infinita de colores”.