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La Barra Espaciadora: a ustedes nos debemos

#LBE
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La Barra Espaciadora / @EspaciadoraBar

Sobre la mesa, un par de cafés, varias cervezas y muchos –muchísimos y variados- cigarrillos. La pinta del día es lo de menos, la mala jornada también. La carga que llevamos a cuestas es lo que convoca: un cóctel de incertidumbre y frustración, sin embargo, la certeza de que algo es posible. Ese algo –dos  años y pico después de aquella noche de julio del 2013, se llama La Barra Espaciadora.

Siguieron reuniones y decisiones de todo tipo. En el camino se juntaron voluntades alrededor de la urgencia de reinventarnos como periodistas, como comunicadores… La idea original de hacer un blog para contar historias –las que a los medios tradicionales no les daba la gana de contar– se fue haciendo carne en pocas semanas. Tres periodistas, un fotógrafo y un…, digamos, un man que sabía de internet y que iba a lanzar el sitio, estaban listos. A los pocos días, el editor salió de una charla en un bar. Poco después, el webmaster se unió con el único permiso que le daba su compromiso.

¡Salimos al aire, señores! Sucedió el 19 de agosto del 2013, más o menos cuando en el mundo Facebook tenía nueve años de vida; Twitter, siete; Instagram, tres… Al mismo tiempo, en Ecuador, unos pocos portales empezaban a caminar al margen (¿o a la par?) de la prensa convencional.

Así circularon los primeros artículos de La Barra bajo tres principios innegociables: el reconocimiento de la subjetividad como parte de la naturaleza de toda historia, la lucha a muerte por la independencia editorial y la puesta en escena de un espacio abierto, donde el derecho a expresarnos está a la mano de todos.

Nada de esto ha sido gratis. En el trayecto hay que aprender. Sudamos gotas de ignorancia y nos vimos obligados a reconocer la necesidad de varias dosis de humildad para entender que nos habíamos metido en una aventura inmensa que demandaba destrezas y lenguajes nuevos. Si para la prensa tradicional la idea de cambio ha sido casi una afrenta o una traición a la identidad forjada a lo largo de décadas, para La Barra este desafío ha sido entendido como parte de su sobrevivencia y de su razón de existir en estos tiempos volátiles.

¿Cómo se sube un archivo al Drive? Que la foto pesa… ¿pesa una foto? Tengo listo el artículo… ¿Y los links?, ¿y la foto?, ¿y el video? El diccionario se iba nutriendo de hipervínculos, términos multimedia, recursos de un escenario distinto. Cuando habíamos cuadrado más o menos la línea a seguir, nos enfrentamos al universo inagotable de las redes sociales, cuya eficacia como canales de distribución de contenidos depende de herramientas y conocimientos que nada tienen que ver con la inspiración ni con las buenas intenciones.

El desafío está en cada edición; la elección de un soporte digital para La Barra requiere de parámetros que cambian cada semana y para los cuales no queda otra que bajar la grada, aprender y, lo más importante, hacer. El ejercicio cotidiano de pensar y hacer La Barra para ponerla frente a sus ojos y a sus sentidos es, sin duda, un acto de amor que nos enorgullece y ahora, dos años después, nos premia con la complicidad que nos brinda su confianza.

Este escenario de transformación constante tiene un cable a tierra: se llama periodismo. Pero no cualquier periodismo, sino aquel que se puede sentir como se siente la vida diaria. Salir a la calle y contar cómo habitamos este planeta o dar cabida a los testimonios que, aparentemente aislados, configuran un relato del que todos hacemos parte, es tanto periodismo como la información pura y dura de las ruedas de prensa o las declaraciones del poder. Nosotros hacemos este periodismo porque cada historia merece su espacio, y lo hacemos convencidos de que es mejor comunicarnos que probar quién es el más fuerte.

Pero La Barra Espaciadora no habría sido posible sin el interés y las exigencias de nuestros lectores/usuarios y amigos que, en cada uno de los textos publicados, han sido y continúan siendo los mejores jueces. A ustedes nos debemos.