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Narváez atesora a su país en un disco

Narváez (Javier López Narváez) presenta su último disco, El país de las últimas cosas, con varios temas que son producto del viaje, el reconocimiento de las sonoridades diversas de un país, y de sus búsquedas personales.

Por Diego Cazar Baquero / @dieguitocazar

Tímido pero decidido. Con la mirada de quien espía inteligentemente el mundo que le rodea y con el gesto del hombre sensible, Javier López Narváez ha volcado su amor hacia un país. El país de las últimas cosas.

No es novedad que el viaje –imagen tan poética como tortuosa, experiencia interior y también física– nos proporcione revelaciones determinantes para la vida. Y quizás una de esas revelaciones sea la que llevó a Javier a hacer este disco que recoge, más que canciones, búsquedas personales y reconciliaciones con el misterio de sus propias raíces.

Se trata de una nueva fusión musical que incorpora ritmos tradicionales ecuatorianos con otros más globales. Sí. El mestizaje de la música es la vena principal. Pero, ¿qué puede haber de nuevo en eso?, Ya el gran Luis Humberto Salgado lo hizo en los sesentas y setentas, cuando elaboró obras bellísimas usando ritmos como el sanjuanito, para ser interpretadas por orquestas. ¡Quién no lo hace ahora en el pop, en el rock, en el jazz, y quién no se vanagloria de haber descubierto el agua tibia! ¿Qué es lo que distingue a El país de las últimas cosas de otros proyectos que también entrelazan las sonoridades locales con los ritmos comerciales?

Narváez presenta su disco El país de las últimas cosas el viernes 13 de enero, a las 
19h30, en el Auditorio Juan Cueva, de la Alianza Francesa, en Quito. Estará acompañado de su
 banda, El Distrito.

Narváez –como se bautizó este quiteño del 83– dice que el predominio del pop-rock en sus nuevas composiciones es una de las marcas de su disco. Y está convencido de que la presencia de este género no pretende atentar contra la esencia de ritmos tradicionales como el pasillo, el albazo o la bomba choteña, sino que, más bien, se vale de sus elementos para dar a luz algo fresco. Su defensa luce como una inocente excusa ante el presunto crimen que significaría para los puristas mancillar el alma de nuestros ritmos. Pero, vamos, ¡la música está viva! La música muta como le conviene, es síntoma, no delito.

El trabajo de Narváez peca de honestidad, si lo comparamos con otros proyectos que apuntan a quebrar las listas de los éxitos más oídos. A ratos parecería que de la médula de las letras y del corazón de ciertas estructuras armónicas brotara un dejo nacionalista, patriotero, pero no es así. Ocurre que El país de las últimas cosas se parece más bien a una deuda del alma ya saldada y convertida en regalo. “Yo siempre trato de alejarme del apelativo de ‘nacional’”, advierte Javier, y prefiere hablar de música tradicional que de música nacional. Este disco es, para él, un manojo de secretos confesados y se nota a la distancia ese afán casi infantil de mostrar lo logrado como en un acto de infidencia.

Los músicos que acompañan a Narváez en la presentación en vivo son: Gustavo Bedón (batería), Jorge Rojas (bajo), Juan Carlos Yánez (guitarra), Pato Vásquez (percusión, bomba), Erick Alarcón (teclados), Tito Ponguillo (marimba). En el disco: Esteban Portugal (bajo), Horacio Valdivieso (guitarra), Andrés López (batería), Aldrin Espinoza (requinto), Pablo Vicencio (percusión), Benjamín Vanegas (coros), Paco Godoy (acordeón).

Aunque nació en Quito, Narváez vivió los diez primeros años de su vida en Colombia, junto a parte de su familia. Al volver a Ecuador se encontró con un territorio ajeno, extraño, atrayente. “Solo con el hecho de viajar por el interior del país y conocer a los músicos que no son de la capital, te das cuenta de que hay todo un mundo o varios mundos coexistiendo aquí”, confiesa Narváez. El país de las últimas cosas apareció en su vida como producto de la necesidad de recuperarse a través de los sonidos de su tierra de origen. Y quedarse ahí para mirarla y representarla con sus propios sonidos. Este disco nace de recorrer tierras costeras, la sierra andina, la amazonía, y de comprobar la riqueza de lenguajes musicales que caracterizan cada zona de este país latinoamericano.

A pesar de que el disco haya requerido de instrumentación distinta a la original, lo que escuchamos en este trabajo es un atado de preguntas y a lo mejor una que otra respuesta.


Tu Canción, primer sencillo del disco