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El país que no habla de ciencia y tecnología

La campaña electoral en Ecuador termina sin que los ocho candidatos a la Presidencia para el período 2017-2021 profundizaran en sus planes de gobierno acerca del tratamiento que darían a áreas como ciencia, tecnología y cultura. El sector productivo continúa siendo abordado como algo distante de la investigación científica, de los avances tecnológicos y de las políticas culturales.

Imagen de rbgimg.com

Por Sofía Cabrera Espín y Pablo Jarrín-V.

En un artículo publicado hace pocas semanas en La Barra Espaciadora, Javier López Narváez planteó que la cultura no está en boca de los candidatos. Y esa publicación sirve ahora como un preámbulo para ampliar el análisis: la ciencia y la tecnología tampoco están en boca de los candidatos.

Si, como dice Javier, “el sector cultural no es una prioridad en la agenda de ningún aspirante al sillón de Carondelet”, tampoco lo son aspectos asociados al desarrollo tecnológico y científico. Si la sociedad ecuatoriana vive una realidad “decimonónica y pueblerina”, no es porque esta favorezca el desarrollo de la ciencia y la tecnología sobre el de la cultura; al contrario, nuestra sociedad permanece anquilosada e infecunda porque son todas las formas de creatividad humana —arte, cultura, ciencia y tecnología incluidas— las que están ausentes en el razonamiento de quienes se ofrecen para líderes políticos del país. La cultura no es una palabra que se haya pronunciado con profundidad por los presidenciables durante los debates, y tampoco lo son la ciencia ni la tecnología. 

Tras 60 años, el discurso de C. P. Snow sobre las Dos Culturas parece seguir tristemente vigente en Ecuador, donde humanidades y ciencias permanecen separadas. Porque son formas complementarias de la creatividad humana, no conviene contraponer a la cultura frente a la ciencia y a la tecnología. Por mencionar unos ejemplos, en Suiza, Suecia y Reino Unido prima la atención al sector cultural, pero también son naciones que lideran en el Índice Mundial de Innovación, según el informe de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, OMPI (2016). En Brasil, Argentina y México, países caracterizados por su producción cultural, se concentra el 92% de la inversión en ciencia y tecnología que se hace en toda la región latinoamericana, según datos del Informe El Estado de la Ciencia (2013), de la Red de Indicadores de la Ciencia y la Tecnología RICYT. Es decir, si un país es exitoso en su producción cultural, es porque también le va bien en aspectos científicos y tecnológicos.

En la visión neoclásica de la economía el conocimiento no interviene, y es por esto que factores de producción como la fuerza laboral y el capital de inversión no son suficientes para explicar de forma completa la productividad de las naciones. Cuando se expresa en tecnología y capital humano, la ciencia es fundamental para el desarrollo económico. Si la base del éxito económico de las naciones es producir más, pero con menor esfuerzo, mayor calidad y eficiencia, entonces, aquellas sociedades que desprecian u olvidan el valor de la ciencia y la tecnología están destinadas a ser pobres e incompetentes. Una sociedad que genera conocimiento científico, desde las publicaciones indexadas hasta las patentes, posee una fuerza laboral productiva e ingeniosa que la hace objetivo propicio para la inversión extranjera, porque cumple con condiciones de orden social y económico.

 Existe una amplia evidencia de que la productividad científica está correlacionada con el crecimiento económico. El estudio de De Moya-Anegón y Herrero-Solana, en la revista Scientometrics para los países latinoamericanos; el trabajo de Yaşgül y Güriş para Turquía, en la revista Quality & Quantity; la investigación de Jin y Jin en Applied Economics sobre 46 países; el artículo de Kumar en Quality & Quantity, para el crecimiento económico de China y los EEUU; y, el de Solarin y Yen en Scientometrics, realizado sobre 160 países, son prueba de la necesidad de una estrategia nacional de ciencia y tecnología para robustecer la economía de las naciones.

El desarrollo de la cultura y de las artes es posible en sociedades que han trascendido las economías basadas en la producción de materias primas de bajo valor tecnológico. Porque en dichas sociedades suele haber el tiempo libre y la seguridad necesarios para invertir en actividades culturales. Esto solo es posible con la generación de conocimiento científico que permita una economía fundamentada en servicios y otras formas de conocimiento. La presencia del arte, la cultura y la ciencia es síntoma de una sociedad saludable y económicamente próspera. Es lamentable por lo tanto que estos tres aspectos de la creatividad humana hayan estado ausentes durante los debates presidenciales, cuando se trató de la oportunidad de los candidatos para mostrarse a los electores. Quizá los ocho candidatos, en sus discursos de tarima, ofrecen al pueblo lo que ellos creen que pide y no lo que necesita. Al evitar hablar de cultura, ciencia y tecnología durante los debates, los candidatos alimentan la trampa de la pobreza y contribuyen a reforzar nuestra idiosincrasia; porque somos una sociedad que no da importancia a la cultura y porque históricamente hemos sido ajenos al desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Son ocho partidos o movimientos políticos que ofrecen nuevos líderes para Ecuador. De ellos, solo dos (Alianza PAIS e Izquierda Democrática) aluden en sus planes de gobierno a la ciencia y la tecnología para el desarrollo, pero no se establecen relaciones con el área cultural. Alianza PAIS mantiene el discurso de “cambio de matriz productiva” que ha caracterizado su última etapa, desde el 2013, y que propone promover la investigación científica para desarrollar bienes y servicios y fortalecer la economía nacional. Mientras que Izquierda Democrática plantea priorizar el desarrollo tecnológico para incluir al país en la sociedad del conocimiento, al establecer centros de investigación científica y tecnología apropiada. Movimiento Fuerza Compromiso Social y Unión Ecuatoriana hacen al menos una mención de ciencia y tecnología, pero sin elaborar contenido alguno. Los cuatro partidos políticos restantes obvian por completo los conceptos ciencia y tecnología en sus planes de gobierno. 

Robert Solow, premio Nobel en Economía, proponía que la única fuente posible de crecimiento económico a largo plazo es el cambio tecnológico. Aquellos candidatos a presidente que proponen mejorar las condiciones económicas y sociales de Ecuador, sin depender de la ciencia y la tecnología, ignoran al menos dos siglos de la historia económica de las naciones. Bill Nye, referente de la comunicación popular de la ciencia en los EEUU, propone quela ciencia es la clave de nuestro futuro y si tú no crees en la ciencia, entonces detienes a todo el mundo”.

¿Es acaso posible, comprensible o siquiera imaginable que una sociedad permita el surgimiento de partidos políticos y potenciales líderes de la nación que olviden, o peor aún, omitan con intención una estrategia de ciencia y tecnología vinculada a la cultura? Más preocupante aún es que algunos de estos partidos acaparen una porción significativa de los votantes. El contenido de las ofertas electorales, ya sea sobre las tarimas o en los planes de gobierno, es angustioso y amenazante. Nada bueno vendrá de quienes desprecian el conocimiento en todas sus formas, porque aquellas sociedades que no comprenden su importancia se decretan un destino de incompetencia y pobreza.

1 COMENTARIO

  1. En el fondo del análisis, y al final, los autores dejan claro que solamente dos opciones electorales incluyen líneas de trabajo en sus proyectos electorales relacionados con la ciencias, la tecnología y el arte. Por el lado de la RC, hay evidentes esfuerzos durante esta década por fortalecer estos campos, desde un programa de becas consolidado, el establecimie to de un sistema de meritocracia, incentivos a la producción cientifica, hasta la inversión directa en infraestructura a nivel nacional.
    Por el lado de Moncayo, lo único referente en estos campos es el respaldo de la UNE, ONGs, intelectuales (excepcionalmente académicos) y Ex MPD, que no son referentes en cuanto a la construcción de sistemas modernos que promuevan la ciencia, tecnología y las artes.
    Es claro hacia donde debe ir la decisión y el proyecto ciudadano, para construir un país basado en el talento humano.

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