Inicio Culturas Más allá de la fecha

Más allá de la fecha

Cada año, entre detalles y luchas, se celebra o conmemora –o ambas– el Día Internacional de la Mujer. Mientras algunas mujeres reciben una rosa, otras se congregan en las calles para protestar por los derechos que aún no se alcanzan.

Por Yalilé Loaiza/ @yali_loaiza

“Iba en un taxi y el taxista me dijo: «señorita, yo no soy feminista, pero creo que la mujer debe tener el mismo trato que el hombre, que debe ganar igual, que debe tener las mismas oportunidades». Yo le dije: «señor, usted sí es feminista». Él se asombró: «no, yo no puedo ser feminista», pero insistí: «sí, señor, usted es feminista». Al final me dijo: «ya voy a buscar en el diccionario a ver qué significa»”. Esta anécdota que refleja el ‘miedo’ al término feminista le sucedió a María Emilia Ortiz, una de las cinco Global Changers latinoamericanas de ONU –encargadas de realizar proyectos para empoderar económicamente a las mujeres.

En 1910, se vio la necesidad de que exista un Día de la Mujer pero no se le asignó ninguna fecha específica. Fue en 1975 que el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez un 8 de marzo. Sin embargo, la historia detrás de este día va más allá de la fecha, pues no se puede hablar del Día de la Mujer sin mencionar a los movimientos feministas. La lucha social para obtener el acceso al voto, a la educación, a la propiedad privada, al aborto, etc., ha sido liderada por mujeres, por feministas. Así lo recuerda María Rosa Sánchez, activista feminista: “A las mujeres nada se nos ha regalado. Todo lo que tenemos ha sido en base a una lucha social. Para las mujeres nada ha sido dádiva”, dice.

La historia respalda la declaración de María Rosa. Según la cronología publicada por la Organización de las Naciones Unidas, incluso la proclamación del Día Internacional de la Mujer fue producto de las manifestaciones de grupos que buscaban el acceso igualitario de derechos.


Para comprender a los movimientos feministas y sus objetivos, primero se debe procurar entender al feminismo en sus diversos procesos. Para algunas personas el feminismo es ‘la otra cara del machismo’ o al menos conservan todavía ciertos prejuicios frente al término. 

La mala interpretación del término se da, según María Emilia, por ignorancia. “Muchas personas piensan que el feminismo es salir a las calles desnudas a gritar y hacer a los hombres a un lado, decir «las mujeres somos mejores, todas lesbianas…»”.

María Rosa concuerda con María Emilia. Para ella la tergiversación del feminismo se da por “ el poco o nulo interés que se tiene por conocerlo”. Según María Silvestre, socióloga y profesora de la Universidad de Deusto-España, el feminismo “es una palabra que incomoda”. En una entrevista con eldiario.es, ella explica que “el feminismo es un movimiento social y es una teoría analítica que recurre a la categoría de género para analizar, entender y proponer cambios en nuestra sociedad”. Silvia Buendía, activista feminista ecuatoriana, abogada defensora de derechos humanos y excandidata a la Asamblea Nacional, cree que “el feminismo es un movimiento político filosófico que persigue la igualdad en el ejercicio de derechos entre hombres y mujeres”.

Sobre esa confusión conceptual, Andrés Llanos, miembro de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos del Ecuador, me aclaró que “el feminismo no es igual que el machismo (…), el machismo es una supremacía del hombre sobre la mujer (…); desde el feminismo y la teoría de las masculinidades se habla de algo fundamental: que hombres y mujeres son iguales en todo tipo de condiciones”. Es por eso que considera erróneo que se compare al feminismo con el machismo, pues “se busca una igualdad de derechos entre hombres y mujeres y no una supremacía, como se cree”.

Lo anterior es producto del sistema patriarcal en el que vivimos –según María Rosa– porque “lo femenino se ve mal”. Ella también explica que en el patriarcado, “las mujeres por nuestra condición de mujeres no somos iguales a los hombres”, por eso “cuando hablamos del feminismo, al patriarcado no le interesa que las mujeres seamos iguales”. Además hace énfasis en que “el patriarcado no es una persona, no es una institución como tal, somos todas y todos quienes alimentamos la idea patriarcal que existe alrededor de lo político, de lo social y de lo económico”.

María Rosa explica que el feminismo nace como respuesta a la opresión y de acuerdo a las necesidades: “Hay tres olas: la primera, para poder participar y educarse; la segunda ola fue la del sufragismo; y la tercera es la que vivimos ahora, donde luchamos para poder decidir sobre nuestros cuerpos y romper estereotipos –que debes ser femenina si es que eres de una u otra forma–”.

“Que se entienda que el feminismo no es la representación de equis grupo de mujeres sino que permite que todas las mujeres tengan accesibilidad de derechos, mejores condiciones de vida”, aclara María Rosa. Le pregunto sobre la necesidad de los hombres en el feminismo, y ella me dice: “¡Claro que necesitamos a los hombres! De hecho, los hemos necesitado siempre. En la lucha feminista no se puede pensar una lucha solo de mujeres, también van a estar los hombres, porque son parte de la humanidad, porque ellos hacen patria, ellos también son parte de esto. Ellos son los que violentan y los que no lo hacen, ellos son los que violan pero también los que no violan”.

‘La sociedad como un cuadrado’: estructuras sociales

Si bien la situación de las mujeres hoy no es la misma que hace cien años, la lucha del movimiento feminista continúa. Pablo Ruiz, abogado, máster en Análisis del Discurso y docente universitario, atribuye lo anterior a las estructuras sociales y recalca la importancia de la organización de la sociedad civil, dice que “el gran problema es que esa estructura social ya es anacrónica. ¿Cómo se rompe esa estructura social? Con los movimientos sociales”. Para él, la clasificación de lo bueno y lo malo, así como la asignación de roles son un “lavado de cerebro”.

Pablo explica que, para entender qué es estructura social, hay que ver a la sociedad “como un cuadrado, y ese cuadrado es la estructura social que define reglas y roles”. Son esas esas reglas y roles las que, según Felipe Ochoa, licenciado en Estudios Internacionales, “han permitido perennizar la desigualdad, no solo en las instituciones, sino también en el hogar”.

Incluso en el diccionario de la RAE aún se encuentran esas reglas y roles –además de las contradicciones propias de la sociedad–. En el mismo diccionario donde se define al feminismo, también se define al sexo débil como: “conjunto de mujeres” y al sexo fuerte como “conjunto de hombres”.

Se pide a la @RAEinforma que elimine las definiciones de «sexo débil» y «sexo fuerte». Se puede firmar aquí 👉🏼 https://t.co/EjclQgpH8C pic.twitter.com/H7l6CM7uso

— Yalilé Loaiza (@yali_loaiza) 6 de marzo de 2017

Ejemplos como ese respaldan la idea de que “el machismo es una regla de esa estructura social y está interiorizada”, dice Pablo. Así se entiende que no toda mujer ni todo hombre nace feminista. Todos nacemos con esa estructura social, pero como dice Pablo ”estamos aprendiendo a ser feministas. Por eso las mujeres deben entender que la lucha no es solo de ellas, es de todos”.

Con lo anterior concuerda María Rosa, quien dice que “no hay que negar que hay mujeres supermachistas que criamos machitos violentos, somos las mujeres también”. Kika Frisone, activista feminista, apoya lo anterior diciendo que  “ser mujer no te hace menos machista”.

Tanto Pablo como Felipe se consideran feministas, a ellos se une Andrés, quien dice que “los hombres también podemos ser feministas”.

Para Pablo, entender eso es importante, porque “es doloroso” que se excluya a los hombres de ciertas manifestaciones. Según él, esa exclusión genera que se reproduzca la violencia. Se refiere al ‘Tetazo’ de Argentina: “A mí me dolió mucho ver hombres que se declaraban feministas y las mujeres los pegaban y les decían tú no puedes defender esta lucha. Hay hombres que queremos estar ahí como seres humanos”.

Pero Felipe es consciente de que alcanzar la igualdad es un proceso y cree que ahora son las mujeres las que aún no tienen la igualdad con los hombres.

En Ecuador, según datos del Instituto de Estadísticas y Censos, el 91,95 % de la población se considera religiosa. De este porcentaje el 80, 4% son católicos, el 11,3 % son evangélicos, el 1, 29% pertenecen a los Testigos de Jehová y el 6,96% profesan otras religiones. Es así que Andrés cree que “las organizaciones de base: ONGs, organizaciones feministas, LGBTI y de la teoría de las masculinidades, mediante una lucha constante y permanente desde lo social, político y jurídico han sido esenciales para modificar la norma, para dejar de satanizar desde un punto de vista religioso lo que se debe hacer”.

¿Al 8 de Marzo se lo celebra o se lo conmemora?

A manera de encuesta, pregunté si al 8 de Marzo se lo debe conmemorar o celebrar. Cuatro personas me dijeron que se conmemora, dos que se celebra y se conmemora y uno respondió que la terminología no importa, que se debe recordar el sentido del día.

 

El Día Internacional de la Mujer es el reflejo de las luchas sociales. Se pide romper estructuras y se lo hace desde todos los frentes: políticos, económicos, jurídicos, laborales. No se puede desconocer la lucha del movimiento feminista, pero tampoco –como lo han explicado los entrevistados– se puede decir que solo es responsabilidad de la mujer el pedir igualdad de acceso a oportunidades y a derechos. El cambio de paradigma en la sociedad y la eliminación de la violencia es un trabajo colectivo de todos los seres humanos. Entender lo anterior será el primer paso para concebir un mundo donde las personas sean consideradas por ser seres humanos, mas no por una etiqueta producto de la asignación de roles.