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La derecha hace pie en Sudamérica

Hay que estar muy a la derecha para ver el tibio reformismo anaranjado latinoamericano como un rojo “comunismo”.

Foto: ichef.bbci.co.uk/
Foto: ichef.bbci.co.uk/

Por Alberto Moya / @radioGuillotina

Las elecciones presidenciales en la Argentina emiten una señal a Latinoamérica que debe ser atendida por sus consecuencias para la región.

El triunfo electoral de un miembro de la oligarquía es un dato novedoso para el país y una alerta para el proceso de centro-izquierda que lleva adelante gran parte del subcontinente con gobiernos progresistas en sus naciones más grandes.

Mauricio Macri, hijo de Franco, un megaempresario de los considerados “dueños de la Argentina”, fue vicepresidente de SOCMA SA, líder automotriz que fabricaba para las marcas Peugeot y Fiat. El mayor crecimiento de sus empresas se dio durante la última dictadura, cuando era un adolescente.

Su acceso a la primera magistratura por medios democráticos representa la novedosa irrupción en la cosa pública de un integrante de la oligarquía que nunca tuvo militancia ni en el movimiento peronista ni en la unión cívica radical, los mayoritarios partidos populares de entre los que obtuvo aliados para esta elección.


El mayor crecimiento de sus empresas se dio durante la última dictadura, cuando era un adolescente.


Allí radica tanto su fortaleza como su debilidad. Con lo primero, logró superar por algo más de dos puntos al sucesor del oficialismo kirchnerista; con lo segundo, exhibe la carencia de un fuerza propia con existencia real en todo el país.

Un dato preocupante hacia dentro del triunfante partido PRO es que Ernesto Sanz, presidente de la UCR, su principal aliado facilitador de fiscales electorales en todo el país, renunció al Ministerio de Justicia que le habrían ofrecido e incluso a seguir al frente como presidente de sus seguidores. Lo hizo al día siguiente del triunfo. Dijo que para estar con su familia.

Quienes no le creen suponen que no quiere quedar ligado al ajuste que se viene, con liberación del tipo de cambio del dólar y una megadevaluación del peso.

Internacional

La experiencia de Macri se parecerá a la de Sebastián Piñera en Chile, pero ni de lejos a la de Tabaré Vázquez en Uruguay, cuando planteó algún tímido acercamiento a alguna postura de los EE.UU.

La política exterior argentina cambiará de modo muy notorio. Ya en el debate contra Daniel Scioli, Macri le planteó denunciar la relación con Irán y Venezuela. No hace falta recordar que esa es la línea que baja del Departamento de Estado de EE.UU.


La política exterior argentina cambiará de modo muy notorio. Ya en el debate contra Daniel Scioli, Macri le planteó denunciar la relación con Irán y Venezuela.


Macri quiere expulsar de las organizaciones de la región al país gobernado por Nicolás Maduro. Una exageración que no ha pedido ni la Colombia gobernada por Juan Manuel Santos, de centro-derecha, naciones que casi se enfrentan a tiros.

Es difícil que tal planteo sea acompañado por Brasil, Bolivia o Uruguay, cuyo expresidente José Mujica ya adelantó que “cuando a Argentina le va mal, nos termina haciendo mal”. Y su esposa, la senadora Lucía Topolansky, desestimó la intención de suspender del Mercosur a Venezuela.

El vice de Bolivia, Alvaro García Linera, en un largo análisis, evaluó: “El continente está ante una disyuntiva, o profundizar los procesos revolucionarios desde adentro, o la restauración conservadora. El continente se ha polarizado otra vez (…), Argentina lo muestra”. En ese sentido, llamó a la izquierda a reconsiderar cómo jugar, porque ni la abstención ni el voto en blanco constituyen alternativas cuando está en juego todo el modelo de cambio continental.


José Mujica ya adelantó que “cuando a Argentina le va mal, nos termina haciendo mal”.


En el corto plazo, la nueva postura quedará aislada. Un antecedente importante es la rápida respuesta de Unasur y las organizaciones de la región frente a la destitución de Fernando Lugo, en Paraguay (2012).

No obstante, Argentina pasará a convertirse en un eco importante de los intereses de EE.UU. en la región, el segundo de mayor importancia para el Mercosur.

Estos son los cambios que llevaron a la alcaldesa española Esperanza Aguirre a celebrar “el fin del comunismo en Argentina”.

Hay que estar muy a la derecha para ver el tibio reformismo anaranjado latinoamericano como un rojo “comunismo”. Esa es la línea que se avecina también en el gran país del norte donde la avanzada discursiva está en boca de Donald Trump, otro empresario vinculado a su par argentino.


Alberto Moya es periodista desde hace un cuarto de siglo y docente universitario. Cubrió el Festival Woodstock de 1994, en EE.UU. y episodios en México; Perú; Uruguay; Brasil y el golpe en Paraguay. Ha escrito en la Agencia Periodística del Mercosur; para diarios como Página/12 o Perfil y revistas como Gente o Veintitrés. En 2009, fue considerado “revelación” por la revista Noticias. Escribió cuatro libros y recibió una decena de premios en Argentina.